3

2 0 0
                                    

Muy pronto las platicas se volvieron insuficientes, no porque nos hubiéramos aburrido sino porque ansiábamos vernos. De pronto sentí una urgencia por verlo, como si temiera que no fuera real, que todo el encanto solo estaba en la pantalla y que así como había empezado iba a terminar. Quedamos en ir a desayunar, y sí, fue mi idea de una primera cita. Mucha gente sale a cenas o al cine pero no se, creo que yo quería algo diferente. Después de cambiar la fecha tres veces (cabe aclarar que una de esas fue su culpa) al fin habíamos decidido que sería un viernes.

Fue un 24 de febrero, lo recuerdo bien porque no teníamos clases y era el único día que se me acomodaba.

La cita era en el centro y de ahí iríamos a un lugar que dijo era su favorito. ¿Recuerdas que yo no se muchas cosas? Pues ubicarme en el centro también es una de ellas. Íbamos a vernos a las 9 y eran las 9:15 y no tenía ni idea de en donde estaba.

Total que le pedí instrucciones a un policía quien solo se río al ver lo perdido que estaba y me indicó el camino. Justo cuando estaba llegando a la plaza, me marcó por teléfono.

Lo primero que pensé fue "se ha hartado de esperar y ya se ha ido" entonces contesté su llamada y me preguntó que donde estaba. Le dije que ya iba llegando pero que no lo veía por ninguna parte entonces le pedí que levantara la mano y así lo hizo. Buscando entre la multitud alcancé a ver una mano que ondeaba y me acerqué cautelosamente.

El Príncipe Solitario 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora