Oops, wrong number #1

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Ese instituto nunca había sido nada especialmente sorprendente para ninguna de sus alumnas. Las cosas seguían un curso especialmente previsible y rara vez se desviaban de ese camino. Las raritas con las raritas, las empollonas con las empollonas, las populares con las populares.

Las princesas y reinas del instituto recibían toda la atención y las invisibles no recibían ninguna. Nada extraño, nada inesperado.

La vida de instituto era un cliché aburrido y predecible con un punto picante añadido por rumores que rara vez eran ciertos, dramas sexuales que tampoco resultaban verídicos casi nunca, y fiestas donde lo raro era que hubiera una ausencia de condones, alcohol o drogas.

Sin embargo, a mediados de otoño, la capitana de las animadoras se lesionó la rodilla y, de repente, como si que la reina se hubiera quedado sin su corona fuera una señal divina, en el instituto empezaron a ocurrir cosas que podrían catalogarse como extrañas.

O quizá habían ocurrido siempre y Dior, que había tenido la cabeza demasiado ocupada desde que empezó el curso, siquiera se había percatado de las cosas que pasaban justo frente a sus ojos.

Lee Dior empezó a odiar el instituto desde el momento en que se vio con muletas dentro de la cafetería a la hora de comer. Cargar con su bolso con una pierna escayolada no había sido lo más divertido ni cómodo del mundo pero al menos era viable, llevar la bandeja de la comida no lo parecía tanto. Entonces lo único que se preguntaba era de qué le servía ser la chica más popular del instituto en situaciones así.

Ella nunca fue la persona más común del mundo. Animadora, guapa, alta, delgada, rubia (rubio oscuro pero rubio al fin y al cabo) y rica. Era el cliché más absoluto de lo que era ser parte de las populares. Sin embargo, Dior, en todo lo demás, era no más que un bicho raro.

Dior era esa chica que fumaba con las rebeldes escondida en los baños del colegio mientras se saltaba clases, que era más rara que las frikis del instituto, que sacaba todavía mejores notas que las empollonas. Demasiado mal carácter para ser una señorita de bien, cualquier cosa menos correcta también.

Al intentar coger la bandeja y volver a ponerse en marcha, lo único que logró fue que ésta se le resbalara de las manos y que acabara estrellándose contra el suelo, causando tal estruendo que, de pronto, la cafetería se quedó en silencio de golpe. Ella resopló molesta.

El único motivo por el cual no tuvo a veinte personas encima de ella nada más estuvo en problemas, fue porque ya había amenazado con abrirle la cabeza a tres chicas que por la mañana habían intentado ayudarla como si, en vez de una pierna escayolada, se estuviera muriendo o algo parecido.

Estaba irritada, tratando de agacharse para recoger la bandeja mientras agradecía que, al menos, se le hubiera caído estando vacía.

Sin embargo y para su sorpresa, alguien se acercó a ayudarla y la recogió por ella, causando cierta molestia en Dior, que detestaba la condescendencia con la que la trataba todo el mundo desde que se lesionó la pierna.

–No soy una princesa en apuros, sé apañármelas solas, ¿sabes? –resopló.

–No, cariño, tú eres una reina y nunca en tu vida has estado en apuros –le contestó la chica que se había acercado a ayudarla.

Aquella voz y ese comentario hicieron a Dior terminar de levantar la mirada hasta hacer contacto ocular con esa otra persona, para encontrarse de frente con la sonrisa de Lee Won Hee, una de las chicas del equipo de waterpolo y la prima de su mejor amiga.

–Gracias –murmuró.

Estiró las manos buscando que la chica le devolviera la bandeja, pero ella negó con la cabeza y se puso a la cola con esa y dos bandejas más, dispuesta a ayudar a Dior aunque ésta se pusiera terca.

Curiosity Killed the Cat » fem!MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora