La pirámide que formaban las animadoras consiguió provocarle un terrible respingo a Dior. Miraba la punta de ella y no podía quitarse de la cabeza el modo en que ella se había caído desde allí arriba semanas atrás.
Nada más caer sobre la rodilla y sentir ese enorme dolor que había sentido y que no creía olvidar nunca, lo primero que había hecho había sido mirar a ver si Dodo estaba bien.
Había pasado casi una semana en el hospital y después varias semanas con la pierna inmovilizada. Ahora apenas llevaba una venda en la pierna, pero aún se sentía insegura para apoyar el pie y estaba a al menos a varias semanas de estar en la forma adecuada como para volver al equipo. Frustrante. Y todo porque una de las bases se había colocado mal y había terminado perdiendo el equilibrio, desestabilizando la torre entera.
Ahora no se fiaba de su equipo. Como capitana, sabía que no podía permitirse pensar de esa manera, pero no podía evitar que el corazón le latiera a mil por hora al ver a Dodo en el segundo piso de la pirámide y al imaginársela cayendo del mismo modo que había caído ella, o recibiendo un golpe si la flyer que estaba en la punta caía como había caído ella. Era demasiado angustiante y casi le impedía respirar.
Esa era la razón por la que ese día era el primero en el que acudía a un partido a pesar de que hacía varias semanas que había salido del hospital. Había puesto tantas excusas como había podido para librarse de sentir esa ansiedad subiéndole desde el estómago hasta la garganta, cortándole el flujo de aire de forma insoportable. ¿Qué había cambiado? Si se le preguntaba, Dior diría que, realmente, no estaba muy segura. Simplemente había tenido el impulso de ir y había terminado saliendo de casa a toda prisa para acercarse hasta la piscina donde se celebraba el partido ese sábado.
Tan ensimismada estaba en sus pensamientos que apenas se dio cuenta cuando Sang Ah se sentó justo a su lado. Cuando ésta le ofreció una lata de refresco fría colocándosela directamente contra una de sus mejillas, Dior se sobresaltó por el susto.
–¿Desde cuándo llevas ahí? –fue lo primero que le preguntó, consiguiendo que Sang Ah se encogiera de hombros en contestación.
–Segundos, tal vez. Ni idea –le dijo–. No esperaba verte aquí, hace más de un mes que no vienes.
Dior torció el gesto al escucharla. No era algo de lo que le apeteciera hablar precisamente. Sang Ah pareció entenderlo, porque no dijo nada más al respecto.
El partido se reanudó y ambas se quedaron sentadas juntas. No volvieron a hablar de nada que tuviera que ver con Dior y su pierna rota o su ausencia en las gradas los anteriores partidos, solo comentaron alguna que otra jugada del equipo de waterpolo y, cuando las animadoras aparecían cerca de la piscina, se hacía un silencio casi sepulcral entre ellas. Dior apretaba los labios y endurecía la mirada y Sang Ah sabía que abrir la boca en ese momento era mala idea.
Si lo pensaba, Sang Ah se daba cuenta de que su relación con Dior había avanzado bastante desde que ese día terminaron fumando juntas en los vestuarios del gimnasio. Normalmente dentro del instituto no se hablaban, ya que eran raras las veces donde Dior no estaba acompañada de Dodo (y Sang Ah tenía que admitirse que esa muchacha le daba bastante miedo) y también porque eran raras las veces que Sang Ah no estaba con Yeo Joo, y Yeo Joo tenía tan pocas ganas de pasar tiempo con Dior como asustada estaba Sang Ah de pasar tiempo con Dodo. Sin embargo, al salir del instituto solían quedarse sentadas en las escaleras de la entrada al instituto hablando un rato y después solían caminar juntas de vuelta a casa. Dior vivía apenas a diez minutos a pie al instituto y Sang Ah vivía un par de manzanas más adelante que Dior. Nunca se habían dado cuenta de la presencia de la otra cuando volvían a casa andando, pero ambas tenían que admitirse que había sido un descubrimiento interesante.
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Curiosity Killed the Cat » fem!MONSTA X
RomanceEn aquel instituto todo solía estar en equilibrio hasta que la capitana de las animadoras se lesionó y empezaron a ocurrir cosas extrañas. Dior no sabía que terminar con una pierna escayolada le haría darse cuenta de tantas cosas a las que nunca hab...