Flowers and bruises #4

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Yeo Joo nunca pensó que fuese a arrepentirse tanto de haber aceptado ayudar a organizar el baile de final de curso. Min Ji se había ofrecido a ayudarla y luego la había dejado tirada. La delegada del primer grupo del último curso se había ofrecido a ayudarla y la había dejado tirada. Incluso Sang Ah se había ofrecido a ayudarla y después se había olvidado de ella.

Miró su reloj de nuevo y suspiró. Había quedado con la menor hacía cerca de una hora y la chica seguía sin dar señales de vida.

Lo peor era que sabía dónde y con quién estaba, y no le hacía ninguna gracia que esa persona fuese ni más ni menos que Dior. Nunca había tenido una opinión acerca de esa chica, ni buena ni tampoco mala. Le sorprendió que se declarara no una sino dos veces, y siempre intentó no herirla al rechazarla, pero le resultaba incómodo saber que la chica más popular del instituto tenía un ojo en ella.

Ella no era nadie, y estaba bien así, siendo invisible. Era lo suficientemente tímida como para evitar ser el centro de atención, y si ya de por sí ser el interés romántico de alguien a quien no correspondía la hubiera hecho sentir incómoda, las miradas que atraía ser la persona que había rechazado a Lee Dior no ayudaban.

Ahora que Sang Ah parecía empezar a acercarse a Dior y a hacer cosas que nunca había hecho antes, a Yeo Joo empezaba a no gustarle Dior.

Sang Ah llegó a la cafetería no mucho después, agitada y corriendo. Yeo Joo siquiera levantó la mirada a pesar de escucharla acercarse y a pesar de que la otra estaba repitiendo su nombre una y otra vez para llamar su atención.

Se sentó en frente de ella, y Yeo Joo, sin apartar la vista de sus apuntes, le dijo:

–Llegas tarde.

–Lo sé, pero...

–¿Pero qué? –dijo la chica, levantando la mirada al fin–. Me has dejado tirada, ¿dónde estabas? No me digas que has ido a esconderte a algún lado a fumar con esa chica otra vez.

Sang Ah frunció el ceño e hizo un puchero debido al regaño. Sí, sabía que había llegado tarde; sí, era cierto que había estado fumando con Dior, pero todo tenía su explicación, solo necesitaba que Yeo Joo la dejara hablar.

Estaba lista para replicar a Yeo Joo, pero había algo que estaba molestándola que le corría más prisa.

–¿Por qué te recoges el pelo así? –le dijo mientras extendía las manos hacia ella.

Yeo Joo echó la cabeza para atrás en un intento de alejarse, pero no consiguió que Sang Ah no lograra hacer lo que quería.

La sujetó del pelo con cuidado y le quitó las gomas que sujetaban esas dos coletas bajas que Yeo Joo llevaba. A ella no pareció hacerle ninguna gracia, pero simplemente suspiró y arqueó una ceja mientras miraba a Sang Ah. Ahora la veía peinarle el pelo con los dedos y se preguntaba en qué momento había empezado la obsesión de la muchacha con esa parte de su cuerpo.

Pero no era solo su pelo, aunque Yeo Joo no se hubiera dado cuenta de eso. Sang Ah tenía una terrible debilidad por todo lo que tuviera que ver con Yeo Joo. Las pecas que adornaban sus mejillas, su nariz puntiaguda, sus ojos pequeños detrás de sus gafas, sus lunares. Sang Ah alrededor de Yeo Joo siempre parecía un perrito: siempre buscando su atención, siempre queriendo su aprobación y su cariño, y dispuesta a defenderla de todo si ella lo necesitaba.

–Estás mucho más guapa así –susurró Sang Ah mientras le echaba a Yeo Joo el flequillo hacia atrás para dejar su frente al descubierto–. Podrías tener a cualquiera a tus pies si quisieras...

Yeo Joo respondió con un suspiro y negando con la cabeza. Apartó las manos de Sang Ah de su pelo y las colocó contra la mesa antes de apoyar la palma de una de sus manos contra la mejilla de la menor.

Curiosity Killed the Cat » fem!MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora