Blooming Blue Roses #8

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El día de la fiesta de graduación llegó en un parpadeo, en mucho menos tiempo de lo que todas esperaban. De pronto el curso había terminado, y parecía que hiciera una vida entera desde que empezó el semestre.

Al final, las chicas del equipo de waterpolo habían ganado la liga como Hyun Ja ya predijo con la vuelta de Dior y el equipo de animadoras había recuperado a su capitana. Won Hee, Dior y Min Ji consiguieron sus matrículas de honor, y Hyun Ja y Yeo Joo volvieron a quedarse a las puertas otra vez de ser las mejores de su clase. Algunas cosas podrían haber cambiado, pero parecía que el instituto seguía manteniendo su equilibrio.

Por otro lado, la organización de la fiesta, que había empezado siendo un desastre, concluyó de buena manera con la colaboración de las delegadas de cuarto año, Min Ji, Yeo Joo y un poco de ayuda de Dodo y de Dior.

A pocas horas de la fiesta de graduación, Sang Ah estaba frente al espejo, haciéndose un estropicio en las cejas por culpa de un impulso estúpido que le había causado el aburrimiento y, especialmente, sus nervios.

Se dejó caer sentada al borde de su cama y se miró en el espejo mientras resoplaba.

Días atrás le había confesado sus sentimientos a Yeo Joo, y todavía se acordaba de la expresión de auténtica sorpresa que había puesto la chica de tercer año cuando escuchó su pregunta. Era obvio que no se lo esperaba, que ni en un millón de años se hubiera dado cuenta de qué era lo que sentía Sang Ah por ella si Sang Ah no s lo hubiera dicho.

Y fueron los segundos más largos de la vida de Sang Ah lo que duró esa expresión en la cara de Yeo Joo. Su corazón había empezado a latir a cien kilómetros por hora, esperando por una respuesta que no llegaba, y cuando llegó, sucedió algo rarísimo que ella nunca hubiera esperado.

Como era previsible, Yeo Joo la miró con pena y susurró un breve "lo siento" que significaba que no, un no inamovible. No como el de ella rechazando a Dior, no, ese que le había dedicado a Sang Ah era rotundo. No iba a cambiar de opinión. Yeo Joo nunca la vería como algo diferente a una amiga o a una hermana menor.

Y Sang Ah siempre pensó que eso ocurriría, que iba a ser rechazada. Ninguna sorpresa, nada extraño. Y siempre creyó que lloraría, que estallaría en llanto como nunca antes había estallado en llanto, que lo llenaría todo de lágrimas y sería inconsolable por horas, tal vez por días.

Pero sintió alivio.

Nada de ganas de llorar, nada de una pena terrible, nada de una horrible presión en el pecho que le hubiera impedido respirar. El amor de su vida, la chica por la que llevaba un montón de años enamorada la había rechazado y ella simple y llanamente había suspirado con alivio.

Entonces se dio cuenta de algo que llevaba tiempo negándose: su debilidad por Yeo Joo se había terminado convirtiendo solo en un residuo de lo que había sido antes, solo un temor a dejar atrás sus sentimientos hacia alguien por quien llevaba sintiéndose así demasiado tiempo. Won Hee se había ganado de tal modo su corazón que sus sentimientos por Yeo Joo se habían vuelto no más que un resquicio de lo que habían sido, algo insignificante.

Y sonrió como una idiota ante la respuesta negativa de Yeo Joo, y la mayor se rió en contestación porque conocía demasiado bien a Sang Ah como para no saber qué significaba esa sonrisa.

La había liberado. Al rechazarla la había liberado por fin. Estaría atada a Yeo Joo hasta que confesara sus sentimientos, y ahora que lo había hecho ya podía ser feliz con Won Hee sin remordimientos, sin pensar en todas esas cosas que podrían salir mal, sin pensar en todas esas personas que estaban en medio de las dos.

Así había terminado accediendo a ir al baile con Won Hee después de sincerarse con ella sobre todo lo que había pasado: sobre lo de Min Ji, lo de Yeo Joo, incluso sobre lo que había pasado entre el hermano de Yeo Joo y el de ella. Se lo contó todo y terminaron las dos con los dedos entrelazados en el porche de casa de Won Hee, hombro contra hombro.

Curiosity Killed the Cat » fem!MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora