El Juego

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Un nuevo día, el domingo descubrió quien era su prometido, y aunque está agradecido que sea una persona que conoce, está totalmente aterrado de que se trate de una persona que conoce, y no cualquier persona, sino aquel malhumorado hombre atractivo que es su jefe y está en su mismo salón.

Es decir, solo tenía tres meses para caer en el amor por su futuro marido, pero si las cosas siguen así terminara odiando tanto a su jefe que ya se ve en una isla disfrutando ser soltero de nuevo.

Pero eso seguro que no es en este año, porque sigue siendo un estudiante y lo único para lo que sirve su trabajo de medio tiempo es para ganar dinero que debe pagarle de inmediato a su jefe.

¿Ya dijo que está comprometido con ese tipo? Uno pensaría que como son prometidos la deuda quedaría saldada, pero no es así, el muy malo se niega a darle un descuento más del que ya le dio como estudiante.

Han tenido trabajo durante tres días después de los del lunes, y durante esos tres días no han hecho más que discutir una negociación que Abeno silencia al instante con su mal humor, sino fuera por su hijo Peludito...en momentos como estos, donde Hanae llega a ver a Peludito como su hijo es cuando deja de pensar, su relación con Abeno es simplemente como jefe y subordinado.

Su relación no cree que mejore si ahora ambos técnicamente están siendo obligados a casarse entre ellos, solo que las cosas son ligeramente de este modo.

Su madre quiere que le dé una oportunidad, si en esos meses que dejo como prorroga no surge nada dentro de él entonces dejara de insistir.

Pero no sabe nada del lado de Abeno ¿Está siendo obligado sin derecho a una fianza? ¿Lo hará por voluntad?

Imposible.

Simplemente no se puede ver enamorado de Abeno...y no puede ver a este amándolo.

O quizás esta desvariando, después de todo no ha dormido bien, pues entre su trabajo forzado que a la vez no es tan forzado porque le gusta, hacer su tarea y ayudarle a su madre en la tienda le está acabando de a poco.

Pero no se queja.

—Hanae— ¿Eh?

No hay nadie...quizás solo el cansancio le está haciendo alucinar, pues de tan cansado que esta ni siquiera se dio cuenta que llego a su salón...tiene suerte de poder funcionar, aunque no esté del todo consciente.

Bien, si, lo admitía, quizás el susto que le dio Zenko al aparecer de la nada fue lo que le despertó, y solo por eso acepto que la chica le dijera ruidoso.

Y gracias a ella descubrió que le siguen llamando "Hanae-Chan de la enfermería de la clase 2" y lo peor es que ese apodo se ha propagado entre los otros salones.

El hecho de que aquella chica con cara de póquer y rostro agraciado le diera las gracias le avergonzó

— ¿Me buscabas para poder agradecerme? No tenías que—

—Oh cierto, también esta eso, pero...en verdad...—sus palabras fueron interrumpidos por una exclamación disimulada de sorpresa, se hubiese asustado sino fuera porque detrás de él una voz familiar hizo exactamente lo mismo, Abeno estaba saliendo del salón.

Fue divertido ver esas reacciones en ambos, aunque lo disimularon mejor que él, y no podía culparlos, también pensó que Zenko era más joven y por supuesto que creyó que Abeno-San era un adulto, y si es sincero consigo mismo agradecía no haber sido el único que tuvo esa confusión.

Pero la curiosidad le estaba matando. Y definitivamente no era porque se perdieron en la mirada del contrario.

— ¿Y? ¿" En verdad que"? — No se sintió bien recibir la mirada de ambos...no mentira.

Matrimonio [Abeashi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora