Chapter 5

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Si Mark no se moviera de aquella forma sobre él, si no lo besara con esos labios tan carnosos y suaves, si no le susurrara con esa voz tan profunda y agitada…

Si no hiciera nada de eso, tal vez Jackson podría haberse resistido.

Tal vez todo hubiera quedado como una sensación extraña, como si, por solo unos minutos, le hubiera pasado por la mente la idea de que su amigo americano era, tal vez, un poco sensual.

Claro, si Mark no lo hubiera hecho.

Porque ahora que lo tenía encima de él, moviendo sus caderas, frotando ambas erecciones en una fricción enfermiza, no podía pensar en otra cosa que no fuera en tener sexo con él.

Sexo con Mark.

—¿Realmente está bien que hagamos esto sin Jaebeom hyung aquí? —susurró contra los labios de Mark, sintiendo, casi extasiado como este acariciaba su torso con sus largos dedos.

—No compliques las cosas. —Mark mordisqueó su labio inferior— Solo haz lo que quieras hacer.

Jackson se dejó llevar por sus palabras. Quería hacerlo, así que correspondió a su mordida, agarrando también el labio de Mark entre sus dientes. Rodeó con sus brazos el delgado cuerpo del americano y se levantó, cargando con él, mientras aún jugaban con sus bocas. El hecho de que hubiera bastado tan poco para convencerlo solo indicaba que sus ganas no eran pocas.

Se dio la vuelta y dejó caer a Mark sobre el sofá, lo miró desde arriba mientras zafaba sus pantalones. Mark era un desastre, despeinado y lleno de marcas violáceas. Las marcas que Jaebeom había dejado sobre su piel.

Se deshizo de sus pantalones y ayudó a Mark a desvestirse también. Aunque, más bien, le arrancó la ropa de encima, apenas dándose tiempo a lanzar su camiseta al vacío antes de abalanzarse sobre él y besar todas y cada una de las marcas que los dientes y los labios de su tutor habían dejado. Mark gimió, entre el dolor y el placer, enredando sus piernas con las de Jackson, sintiendo en las yemas de sus dedos los movimientos de cada músculo que había en la espalda y los hombros de su amigo.

—¿Cómo quieres hacerlo? —preguntó al sentir como una de las manos de Jackson se colaba por debajo de él y masajeaba su trasero.

—Quiero hacértelo —contestó  Jackson, apretando aún más su agarre antes de dejar que su lengua se paseara por toda la línea de la barbilla de Mark—. ¿Puedo? Me has estado provocando demasiado...

Mark sonrió. No le parecía mala idea.

—Sure… —Envolvió sus piernas alrededor de la musculosa cintura que tenía encima— Ahora mismo, puedes hacer lo que quieras conmigo
—Se aseguró de que Jackson lo hubiera entendido antes de volverlo a besar, deslizando su lengua adentro hasta encontrarse con la suya y comenzar a envolverlas juntas, disfrutando como su dueño iba perdiendo cualquier rastro de delicadeza.

—No vayas a protestar después. —Jackson rompió el beso con esa juguetona advertencia y se separó de él, irguiéndose sobre sus rodillas. Mark lo observó desde abajo, algo confuso, pero cuando sintió que Jackson agarraba uno de sus brazos y lo obligaba a darse la vuelta para quedar bocabajo, entendió perfectamente lo que estaba por suceder.

—Damn… —murmuró al sentir como la erección de Jackson se presionaba contra su trasero y el peso de su cuerpo lo oprimía nuevamente contra el sofá. Las manos ajenas recorrieron su espalda, acariciando casi con parsimonia toda su espina dorsal, haciéndolo erizarse y contraer los dedos de sus pies ante la sensación, como si fuera un suave e incitante preámbulo de lo que estaba por venir.

—¿Te gusta eso? —Jackson se acercó a su oído para susurrarle, dejándole una lamida juguetona a su lóbulo.

—No tienes idea de cuánto… —gimió el americano, enrendo sus palabras con el jadeo que le arrancó la nueva caricia. Sin embargo, sabía que Jackson no era así, esa suavidad pronto daría paso a algo más, así que agarró uno de los cojines para tenerlo cerca, por si acaso.

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