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El bullicio jamás se detenía. Gente yendo y viniendo sin parar, siempre acorde a aquella fecha tan importante y célebre. Hablando de lo que cenarían aquel día o a las personas que visitarían. Felicidad y regocijo. Algunos arrastrando paquetes de regalos de diversos tamaños, otros correteando apurados en busca del obsequio perfecto, mientras que otros pocos buscando maneras diferentes de celebrar aquella festividad para hacerla algo inolvidable.

—¿Eres un ángel?

Su cuerpo debilitado dio un respingo, sorprendido al escuchar la suave vocecilla de la niña que le observaba desde la entrada del callejón. Sonrió, mirándole de soslayo; y con un gesto dócil y amable, llevó su dedo índice a sus labios.

Es un secreto, y debes guardarlo ¿vale?

Tal y como esas palabras las hubiese dicho en voz alta, la pequeña asintió, dedicándole una resplandeciente sonrisa de oreja a oreja.

—¡Feliz Navidad! —exclamó antes de irse corriendo, feliz. Sintiéndose inmensamente feliz por haber encontrado a ese muchacho con tan especial aura, tan deslumbrante e irreal; rodeado de majestuosas plumas, como si poseyera alas. Como un verdadero ángel.

¿Pero realmente eran eso?

El joven albino soltó un quejido de dolor, agarrando con su diestra su deforme brazo izquierdo que seguía fuera de control, con la Inocencia habiendo tomado aquella forma tan extraña. Ésta sólo reaccionaba por una sola razón, y significaba que Apócrifos estaba cerca.

Se mordió el labio inferior mientras recargaba su espalda contra la pared para así ayudar a ponerse de pie. Comenzó a caminar, tambaleándose, sumergiéndose más en la profundidad oscura del callejón, alejándose de la calle principal. Pero algo le detuvo. Cuando las voces comenzaron a cantar al unísono, en algún punto de la avenida, los alegres villancicos navideños; y justo en el preciso momento cuando un único y solitario copo de nieve caía en la punta de la nariz del exorcista.

Cubrió su boca con su diestra, ahogando los repentinos sollozos que surgieron desde lo más hondo de su ser, mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos plateados. Entonces éstas descendían, tibias, a través de sus pálidas mejillas.

Desesperanza, nostalgia, pero por sobretodo soledad.

Un cúmulo de sentimientos desoladores embargando todo su ser y haciéndole desear retroceder el tiempo desesperadamente, a aquel tiempo donde todavía nada se le era arrebatado. Aquellos días en los que era inmensamente dichoso estando en la compañía de aquel alegre payaso, deambulando sin rumbo pero siempre sujetando su mano.

Cuando no estaba solo...

—Te extraño tanto... Mana... —susurró con voz compungida, apoyándose en contra de la pared mientras intentaba ahogar los sollozos que, poco a poco, salían de su control. Evocando la cruda reminiscencia de aquella Navidad en el que Mana decidió llevarlo con él.

Y hoy se cumplía un año más desde aquel día. El decimosexto cumpleaños de Allen Walker.

                                                                                      ...

Neah x Allen || Broken by || RayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora