CAPÍTULO VII

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Al día siguiente Luciano me había llamado muy temprano para despedirse se mí, solo le deseé la suerte que sabía iba a tener. Los días pasan y yo como siempre muy cumplida visito a Alex, su rosa no puede faltar, aplico la crema en sus heridas que poco a poco van sanado, he visto el registro de visitas y nadie más que yo ha ido a verlo. Es triste saber eso, pues se supone que en estos momentos así es cuando más se necesita el apoyo de los demás, pero también está la cuestión de que casi nadie sabe nada es mejor así en parte, si bien Luciano me ha comentado que en la universidad ya sabían, en realidad no tengo muy claro quienes saben.

Dante me ha llamado durante toda la semana incluso dos veces por día, me dijo que él llamaba a Luciano para saber cómo seguía su hermano, pero como este estaba fuera de la ciudad solo podía acudir a mí, Luciano también me llama todos los días a tal punto que en ocasiones ambos se ponen de acuerdo para llamar casi a la misma hora, aunque con Luciano me demoro incluso hasta hora y media en las llamadas que me hace, hablar con él cambiaba mi estado anímico, a pesar de la distancia me hacía reír mucho y siempre me cuenta su día de forma detallada.

Clare me hace visita con más frecuencia, calcula la hora en que yo llego de visitar a Alex, la encuentro en un pequeño muro afuera del edificio con unas bolsas, a veces son postres o el almuerzo, ninguna de las dos somos amigas de la cocina entonces los domicilios son nuestro escape.

Andrew y Elena vienen todas las noches a visitarme, se quedan a cenar, vemos alguna película que casi siempre son animadas, las cuales me aburren pero como era de esperarse las escoge la pequeña hobbit. Andrew ha fracasado con dulzura el enseñarme a amar la cocina como él, mi intento por hacer paella fue un fracaso gigantesco, esa noche tuvimos que pedir pizza, algunas noches dejábamos a la monstrito sola viendo la película para nosotros compartir en privacidad.

Estoy terminando de alistar la película de esta noche que es "La dama y el vagabundo" gustos peculiares de la hobbit, y yo aún me pregunto ¿cómo es que llegué a este punto de mi vida? Donde hay una niña en mi apartamento que escoge películas animadas, no lo sé pero con esfuerzo intentaré no quedarme dormida. La cena ya está, yo no la hice por supuesto, Sara al saber que "la princesa" iba a destruir mi sala quiso hacerle su plato favorito "lasagna" yo solo tengo que calentar y ya. El timbre hace eco en mi apartamento indicándome que pronto un terremoto va a pasar por aquí dejando su huella, de chocolate en mis muebles y las palomitas regados por todo lado.

— ¡Adaaaa! Llegué. — Y desde ya se siente que ha llegado. — ¿Me extrañaste? — Me abraza con toda la fuerza que tiene. — Yo creo que sí. Mmm... Huele a rico. — Y como si nada pasa de largo y se sienta en mi lindo sillón de cuero negro.

— Claro pasa hobbit. — Escuchar la pequeña risa de Andrew es música para mis oídos. — Pasa, no te quedes ahí. — Le digo a Andrew que me mira con esos hermosos ojitos brillantes.

En cuestión de minutos la hobbit ya está haciendo reproducir la película y tiene su plato de lasagna, está tan entretenida que en ningún momento nota que su papá y yo hemos desaparecido dejándola sola.

— Adaline quiero agradecerte por todo lo que haces por mi hija. Sé que en ocasiones puede llegar a ser un poco cansona. — Se sienta en una de las sillas que hay en la terraza. — Ella aparecía mucho este tiempo que pasa contigo. — Sentado ahí de esa forma tan sensual y provocativa hace que me pierda por un momento en sus maravillosos rasgos faciales. La brisa lo golpea de forma que su cabello obtiene un sutil movimiento, aunque debo reconocer que tiene algunos moretones.

— Es con gusto Andrew, debo admitir que yo también lo disfruto mucho. — La brisa se incrustaba en mi piel cual si fuera un tempano de hielo.

En realidad ese monstrito que está en mi apartamento me cae bien después de todo, tal parece que tiene una pequeña debilidad por dañar mis cosas sin embargo, poco a poco se está ganando mi cariño es irónico que en una semana y media yo aceptara que una niña de diez años haga lo que quiera en mi apartamento.

ESTA VIDA Y LA OTRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora