CAPÍTULO XXV

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— Amore mio. — Abro los ojos y lo primero que observo son unos hermosos ojos cafés, algo parecido al cielo. — No te preocupes, estas en un hospital. — Vaya lugar en el que estoy, mi lugar favorito.

— ¿Qué pasó? — Me siento adolorida, la cabeza me duele y me siento maltratada.

Con suma delicadeza acaricia mi cabeza. — Andrew te golpeó hasta dejarte inconsciente, si me hubiera demorado un poco más, tu — Se lleva las dos manos a la cabeza en signo de desespero y de impotencia.

— Pero llegaste a tiempo. — Es lo único que puedo decir. — Elena — Intento sentarme pero Alex no me deja y siento una punzada en la cabeza.

Me hace señas de que vea al lado y efectivamente encuentro a mi pequeña monstrito dormida, tiene una frazada negra, se ve tan inocente y por lo que puedo observar está más que bien, puedo ver que en su brazo hay rapones, pero no veo signos de que tenga algo más que las consecuencias de los golpes, está en sus sueños.

— Andrew la lastimó — Es lo que recuerdo.

— Adaline hay algo de lo que tenemos que hablar. — Me quedo viéndolo y comprendo que es algo serio, además me ha llamado por mi nombre. — ¿No quieres tal vez contarme algo? — ¿Qué voy a querer contar? Me estoy despertando y tengo dolor.

En esas entonces entra una doctora y me revisa. — Señora Jones, al parecer ya todo está bien con usted y su bebé. — ¡Esperen, detengan todo!

De un momento a otro no hay nada más en mi mente que esa última palabra, bebé, ¿qué rayos ha pasado? Alex, eso es lo quería que yo le dijera, ¿cómo no lo sentí antes? Está bien eso es lo importante, pero ¿en qué momento ha pasado todo esto? Apenas recuerdo que Andrew me golpeó, mi niña estaba llorando y ahora esta me dice que estoy embarazada, ¿por qué a mí?

De pronto sin pensarlo un miedo comienza a envagrarme, esto no es nuevo para mí, ya he estado embarazada y aunque las cosas en aquel entonces no salieron como debían ser, sé que significa en estos momentos de mí vida un bebé. Alex va a pensar que yo soy una tonta por no cuidarme como debía ser para que esto no pasara ahora pero en realidad a mí hace mucho tiempo me habían dicho que las probabilidades de que yo quedara embarazada eran mínimas.

En un balbuceo logro decir. — ¿Bebé? — Tomo la mano de Alex.

— Los golpes que sufrió causaron un embarazo de alto riesgo y a eso hay que sumarle su condición, lleva dos días inconsciente señora Jones. — Dos días, arrugo la frente, ¿algo más de lo que me tenga que enterar? — Llegaste con múltiples golpes, pudimos retirar los vidrios, y en consecuencia nos dimos cuenta de que tienes un par de semanas de embarazo. — ¿Y ahora qué? — Por ahora lo que tiene que hacer es tener el mayor reposo posible, por lo menos mientras salga de esta etapa de riesgo. — Se ve tan sonriente la doctora. — Felicidades señora Jones. — Inclino la cabeza a modo de agradecimiento.

La doctora sale con su actitud feliz y yo me quedo con un manojo de nervios, con una mente más que confundida y con la idea de un bebé rondando en mi mente y en el espacio. Yo embarazada, obviamente es de Alex, un bebé de él, una familia. ¿En qué momento se complicaron las cosas? Yo sé cómo se hacen los bebés pero en ¿qué momento pasó? Bueno ahora lo que realmente importa es que tengo que guardar reposo para que mi bebé esté bien.

— No lo sabía. — Susurro a la nada.

Alex me toma el rostro y en sus ojos puedo ver felicidad absoluta. — Te amo. — Un bebé, se supone que debo estar feliz, pero hay tanto que debo procesar, una futura familia con el hombre que amo.

— Alex, un bebé, no era mi intención, es decir, yo sé que que — Comienzo a llorar y a manotear. — Yo no sé nada. — Estoy a punto de que mis nervios colapsen, todo es tan surrealista. — Perdóname, no era mi intención. — Elena aún duerme y mejor que siga así mi niña, ajena a lo que me acaban de decir.

ESTA VIDA Y LA OTRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora