Poco a poco voy despertando de mi sueño, Luciano sigue dormido, miro a todos lados reconociendo el lugar. Me quito el saco y cuidadosamente se lo pongo en su pecho, se remueve un poco al sentir el saco pero lo abraza con más fuerza. Tengo sed, voy hasta la cafetería, tomo un café frappé, decido llevar otro para él que debe estar cansado, sonrío al saber por qué he pasado la noche aquí en el hospital, por fin mis deseos se escucharon. Me da ternura verlo así, indefenso y removiéndose, pobre de Luciano ¿Quién sabe que estará pensando? O ¿en que estará soñando?
— Luciano, despierta. — Hago un suave golpeteo en su hombro para que se despierte.
Sus hermosos ojos por fin se abren, un poco soñoliento y desorientado. Al notar que no está en un lugar muy conocido abre los ojos angustiado, de forma que comienza a mirar a todos lados cuando se topa conmigo su mirada se suaviza de inmediato, me regala una sonrisa tenue pero hermosa, este hombre es perfecto a pesar de sus cuarenta años.
— ¿Pasó algo? — Se tensa por un momento.
Le acerco el café extra que traigo. — Bébelo, te hará bien, espero que hayas pasado una buena noche. — Me siento junto a él.
Lo toma entre sus dos manos. — Me duele todo.
Suelto una pequeña carcajada. — No eres el único, nuestro lugar de dormir no es el más cómodo. — Digo señalando el lugar donde nos encontramos.
Va pasando el doctor y Luciano se levanta de la silla y corre hacia él, yo como una atolondrada lo sigo. Pero suena mi celular así que me detengo a unos centímetros de ellos para poder hablar en privado, veo en el identificador de llamadas y es mi Sara hermosa, me podré perder de todo el mundo menos de ella.
— Mi niña, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Dormiste bien? ¿Necesitas algo? — Okey vamos a calmarnos
— Hola Sara, estoy bien, dormí de maravilla. — ¡Mentiraaa! Pero no la voy a angustiar más de la cuenta. — No hemos sabido nada, en realidad anoche solo lo vimos y ya, estamos esperando a que ver que nos dice el médico.
— ¿Necesitas que te lleve algo? ¿Estás bien?
— Sara estoy bien, no te preocupes. — Hablamos otro poco pero cuelgo unos minutos después.
Mi Sara bella con su ternura y preocupación hacia mí, es una buena mujer. Recuerdo una vez en la que Sara estaba embarazada y aun así me cuidaba, ella ya tenía una hermosa barriguita y yo con mi inocencia de niña le pregunté, ¿por qué estaba gorda? A lo que ella con carcajadas me respondió que estaba esperando una bebita, yo la miré con horror pues en mi mente no cuadraba la idea de que ella se pudiera comer a un bebé. Pero con su ternura me dijo que no era que se hubiese comido a una bebé, sino que la cigüeña había traído una semilla, la había puesto en su barriguita y desde entonces crecía hasta un tiempo ahí, luego salía de la barriguita y se convertía en una hermosa y dulce niña. La mentalidad de un niño es un tesoro, absorben todo lo que pueden y nunca dejan nada a medias.
— Adaline. ¿Qué ocurrió? — Un Dante angustiado está justo frente a mí.
— Ayer despertó, está delicado, no ha hablado mucho.
Nos acercamos a Luciano y al médico. — Ya está mejor, ya recuperó el habla, pero no se puede exceder en ello. No lo angustien, no lo aturdan con hechos recientes traumáticos si los hay. — Se quita las gafas. — Solo dos horas, tenemos que hacer más exámenes. — Y sin más se aleja el médico.
Quedamos los tres observándonos, Luciano y Dante se abrazan y las lágrimas de estos hombres no se hacen esperar. — Los hombres deciden entrar. — Se separan de su fraternal abrazo y me dirigen una hermosa sonrisa.
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ESTA VIDA Y LA OTRA.
RomanceLos miedos son los mayores obstáculos que se pueden presentar en nuestra vida. Vivir en el pasado sin duda alguna nos impide avanzar. Adaline a pesar de todo no ha tenido una vida fácil, su pasado, sus miedos son muestra de ello, pero sin pensarlo...