¿Me creerán cuando les digo que veo todo azul?
La piel, los autos, los árboles, el cielo; Irónico, ¿No?
No recuerdo exactamente cuando empecé a tener este peculiar don, pero si sé que, por más que me esfuerce no logró ver más allá de las tonalidade...
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— ¡Maldito seas, imbécil!— Grité rabiosa.
— ¡Lo siento mucho!
Acto seguido, como un flash de viento se levantó del suelo, hizo unos pasos hacia mí y me extendió su mano. Sonrió apenado.
—Lo siento mucho, he estado atento a mi celular y no he prestando atención por donde caminaba— Explicó angustiado— ¿Estás bien? ¿Necesitas un médico?
—Como sea— Dije molesta. Ignoré su mano y me levanté por si sola —Ten más cuidado por donde caminas la próxima vez— Le advertí mientras caminaba a buscar mi celular para luego seguir mi camino.
Él levantó sus cosas y corrió rápido hacia mí, así ambos íbamos a la par. Apreté mi mandíbula, molesta e incómoda.
¿Qué diab...
—Si lo sé, lo siento. No tuve la intención de chocarte. Es que soy muy despistado— Rió nerviosamente por lo bajo, mientras continuaba caminando junto a mí —Creo que nos levantamos con el pié izquierdo... Es decir, empezamos mal. Digo...— Suspiró agotado.
Se apresuró y se interpuso adelante mío, entre mi camino y yo; extendió su mano con una sonrisa— Me llamo Theo Arthur— Mencionó luego.
Lo miré a los ojos. Un chico de unos seis centímetros más alto que yo, cabello celeste claro y ojos del mismo tono. Supongo que debe ser rubio con ojos celestes. Su sonrisa celeste era muy clara y radiante.
Ag, es el típico cliché rubio que toda chica quiere. Tengo que alejarme lo más rápido posible.
—Y... ¿Tú eres?— Me preguntó luego de percatarse de que no contestaba su presentación.
Me moví a un costado, él me imitó. Volví a mi posición inicial, él también. Bufé molesta.
— ¿¡Puedes moverte del camino!?— Pregunté rabiosa.
— ¿Puedes presentarte?— Me preguntó.
—No.
—Entonces puedo simular muy bien ser un estorbo, observa.
Lo miré a los ojos y le sonreí graciosa, él también me sonrió. Sin previo aviso, me moví a un lado e intente comenzar a correr. Pero, él fue más listo, y por ende, se corrió hacia mí dirección provocando que me choque contra su pecho, me tambalee para atrás. Grité enojada.
— ¡¿Me dejarás tranquila si te digo mi nombre?!— Pregunté, él asintió.
—Así es— Dijo con una sonrisa. Pero luego su sonrisa se esfumó y sacudió su cabeza hacia los costados— Es decir, no me malinterpretes, no quiero parecer un pervertido y acosador, sólo quiero presentarme para ofrecerte una disculpa pero me parece que...
—Cielo Holan— Le interrumpí su palabrería, se quedó estupefacto— Hasta luego— Me despedí.
Lo esquive y seguí mi camino. Suspiré aliviada mirando al cielo.