Capítulo V: "Mi vida en negro".

27 9 2
                                    

Me encuentro en el balcón de mi habitación, escuchando una fusión de sonidos de "Its ok" de Frida Sundemo por detrás y el canto de las chicarras y grillos de verano en Memphis por delante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me encuentro en el balcón de mi habitación, escuchando una fusión de sonidos de "Its ok" de Frida Sundemo por detrás y el canto de las chicarras y grillos de verano en Memphis por delante.

Encendí el encendedor de plata que me regalo Romeo para prender un cigarrillo sabor frutilla, lo deposité en mis labios para luego aspirar todo su contenido con el propósito de calmar esa adicción que me atormenta provocando que se me pudran los débiles pulmones que apenas responden a mis aspiraciones y expiraciones de oxígeno y dióxido de carbono de cada momento de mi corta/larga vida, sin imaginar todo los que me esperan para lo que queda de ella, si es que no termina pronto.

Esta adicción empezó hace unos meses cuando vi a un amigo de Romeo fumar. Él me había ofrecido al ver que había tenido uno de la mayoría de mis fatales días de mi vida. No estoy segura si fue la pésima decisión que pude haber tomado, pero, al fin y al cabo, de algo común quiero morir.

No quiero ser ese caso especial de la chica que se muere por haberse rebanado el brazo. A pesar que tenga tendencias suicidas, le tengo mucha fobia a los objetos puntantes y a las venas, sí, lo más idiota que puedo tenerle miedo, pero lo hago, lo admito. Yo soy más de los que se matan poco a poco, con cigarrillos, luego con drogas y por último con cócteles de veneno para ratas y cloro, que con un poco de eso será suficiente para acabar de por sí lo que has empezado.

No es que le tenga miedo a la muerte, más bien, soy la chica que se quiere auto torturar hasta morir, esa que se va autodestruyendo poco a poco para hacer valer cada sufrimiento que tuvo en su maldita vida.

Díganme, ¿Qué tiene de especial morirse con bisturí, cortes profundos en la piel y sangre o una soga en el cuello, un banco y el techo? Nada de especial.

Quiero morir lentamente por todos los años que me quedan. Quiero morir debilitada y consciente que lo hago. Quiero imponerme la muerte con sufrimiento usando el arte de la autodestrucción.

Esa será la forma de hacer valer todos los malditos años que viví sin utilidad, sin importancia y sin sentido. Todos los años que me hicieron promesas vacías de que me iban a sacar de la depresión, de la cual me tiene ligada a ella como piel y músculo. De los años que perdí al intentar llegar a la auto realización por mi misma, logrando que paulatinamente destruya mis esperanzas de querer vivir.

Así moriré y estaré por primera vez en mi vida feliz de haberlo hecho así.

Recuerdo cada palabra que Theo me había dicho. Esa promesa que me hizo sin previamente haberme conocido, sin embargo, con seguridad porque...

"Somos tal para cual"

Solté un quejido sobrador, ¿Quién acaso era él para considerarme alguien igual que él? No me conoce por más que él haya sacado conclusiones verdaderas de mi vida, nadie puede llegar a ser como yo. No lo digo por egocéntrica, lo digo porque no hay nadie que odie la vida de la misma forma que yo lo hago. Nadie.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 02, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi vida pintada en azul. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora