Capítulo IX

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Fingí no ver a Natanael con el torso desnudo bañándose en el lago cuando lo encontré.  Sus músculos eran perfectos, su piel parecía de porcelana. Por alguna razón, ya no había evidencia de los rayos de sol que lo habían lastimado. Su abdomen era la misma gloria, ¡joder! Estaba mirando su belleza y no podía parar de admirarlo.
Su cabello mojado le tapaba un poco más que los hombros. Se veía más atractivo así, en silencio. Disfrutando del placer que le brindaba el agua.

Todavía el sol no se había ocultado por completo cuando terminé de "babearme", cómo me hubiera dicho mi amiga; por lo que me quedé escondida detrás de un árbol mientras escuchaba el sonido del chapoteo del agua. Se veía deliciosa y se oía aún más tentadora.
La brisa, mientras se iba oscureciendo, era en extremo fantástica.

Pensaba en qué estaría pasando en el Bosque, como estaría mi escuadrón. Si Shalom todavía tendría el valor de escabullirse con Calem aún después de lo que había pasado. 
Mi mente voló lejos y se perdió en el espacio observando el firmamento y su simpleza; como el sol ya se había ocultado, y a cambio, el cielo nos brindaba una noche con una luna en todo su esplendor.

—Mi luna favorita —murmuré sonriendo. El viento se encargó de llevar mi voz.

—También es la mía.

«Diablos, mil veces diablos», dije en mi interior.

—¿Sabes algo? la luna llena también es mi preferida.

Me quedé estática. Si quería convencer a Natanael de ser su amiga, no había comenzado de la mejor manera.

—También soy un líder entrenado, no tendré tanta experiencia como tú, pero puedo captar cuando me están espiando.

«Mierda»

—No estaba espiándote… estaba… estaba esperando que termines de una vez —dije, apoyando mi cabeza en el tronco—. Pues eres tan diva, que de seguro tardas una eternidad en asearte.

—Pues, te invito a ayudarme para poder terminar más rápido.

Rodé los ojos.

Natanael me estaba hartando con sus frases de macho pecho peludo.

—Vale —respondí, saliendo de mi escondite—. Pero no soy niñera ni mucho menos—, dije, mientras me sacaba mis pantalones para entrar al agua. Tenía una blusa larga, por lo cuál no me molestaba que me viera así.

Él sonrió de lado con sorpresa. Pero no se movió un centímetro, el agua lo cubría de la cintura para abajo, la cual era de un color verde musgo.

Le restó importancia metiéndose completamente al lago por unos segundos y sacó un poco la cabeza mirándome con los ojos chiquitos.

—No soy de esos —dijo, acomodando su cabello para atrás con una de sus manos—. Puedo decirte cosas indecentes si lo deseas, pero no te veo de esa forma, no de la forma vulgar que te veían algunos de tus guerreros.

«Toda una líder candente. Así me llamaban algunos de mis guerreros», recordé, mientras él me hablaba.

—¿Cómo es posible que sepas tanto de mí?

—Ay, Selva, uno sabe tanto como quiere, de las personas que le interesan.

—¿Qué más sabes? —pregunté, sentándome en el pasto verde. Era como una esponja al tacto y se sentía agradable.

—Sé que es por Blanke.

Suspiré.

—Ya te dije que no es por él…

—Dijo algo incorrecto, ¿cierto? —.Bajé la mirada—. Lo hizo.

—Él no entiende que mi lugar es con mis amigos.

No salgas del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora