Sentía como nuestras respiraciones se unían y se hacían una, convirtiéndose en jadeos constantes.
Mis manos se posaron en su pecho y me quedé inerte.Sus labios rozaron los míos, y aunque luchaba con mi cuerpo para levantarme y alejarme de ahí, este no obedecía; estaba clavado en el césped como una más de las antorchas que alumbraban a lo lejos.
Una mano pasó por mi nuca y la otra tomó mi cintura para pegarme contra cuerpo.
—Esto no es correcto… —dije, antes de sentir sus labios moviéndose en mi boca.
¡Joder!
Mi piel se erizó, mi corazón comenzaba a latir con rapidez.
Natanael estaba haciéndome sentir algo diferente.
Sus labios eran suaves y su lengua acompañaba a la perfección cada movimiento, era como una brisa cálida en un día de verano.
Mordí su labio superior cuando llevó su mano hacía uno de mis pechos y acarició el centro de él, haciéndome gemir en un suspiro profundo.Me levantó de mi lugar y delicadamente me acomodó sobre sus piernas. Su sexo estaba tratando de salir de su pantaloncillo, podía sentir lo erecto que estaba y eso no me dejaba a mi cabeza pensar con claridad.
Se separó un poco llevando sus labios a mi cuello y barriendo con sus caricias todo pensamiento que tenía en mi cerebro.
—Ya deja de pensar —susurró—, llevas toda una vida pensando en los demás. Déjate llevar de una vez por lo que sientes aquí y ahora—. Alcanzó mi lóbulo y lo apretó con su boca, dejando que volviera a gemir sin poder evitarlo.
Arrancó mi blusa con un movimiento. Lo ayudé desabrochando mi brasier, lo que agradeció llevando su cabeza a mis pechos, saboreando el centro de ellos y besándolos con pasión.
Mis dedos se hundieron en sus cabellos tratando de contener mis gritos que se ahogaban cada vez que el pasaba su lengua sobre mis pezones, creando en mí una sensación de extremo placer.Sonrió cuando arqueé mi espalda dándole una buena vista de mis curvas.
Recorrió mi cuerpo con sus manos hasta quedar sobre mis glúteos, los cuales apretó con fuerza, logrando que su miembro duro roce mi vértice.
—Quiero volverte loca, quiero que seas solo para mí —dijo, mientras me recostaba en el césped.
Subió encima mío disfrutando de unos besos que daban lugar a la lujuria. Que despertaban eso dentro de mí que se había dormido por mucho tiempo.
Bajo con su boca despacio, pasando por mi cuello, por el medio de mis pechos, quedándose en mi abdomen. Deleitando mi cuerpo con su calor, con la tibieza de su lengua, que jugaba cerca de mi pelvis.
Un pequeño jadeo salió de mi cuando bajó un poco más, entre tanto sus manos masajeaban firmemente mis senos.
¡Dios! ¡era la misma gloria!
Me arqueé nuevamente cuando sentí sus dedos descender y tocar mi sexo, estaba mojada por sus caricias, por lo que él había provocado en mí.
—Mierda, Selva, necesito estar dentro tuyo —dijo. Me encorvé para facilitarle el trabajo de quitarme las bragas, y en un segundo, tomó posición encima de mí, abriendo con su grosura la carne dentro mío.
Un movimiento brusco tras otro, su cuerpo envestía contra el mío como olas gigantes sobre una roca.
Su lengua se introdujo en mi boca. Mis manos se hundieron en su espalda, cuando sentí sus dedos estrujar mis pezones.
El vaivén de sus caderas era delicioso. Como su miembro salía y entraba de mi cúspide, como su boca devoraba la mía, ver sus músculos firmes clavados en el pasto. Todo era demasiado exquisito.
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No salgas del Bosque
ParanormalEl mundo ha cambiado. Tras el Apocalipsis, pocos son los que han logrado sobrevivir. Nadie está seguro realmente. Selva y los que la siguen, siempre están listos para hacerle frente a la oscuridad que acecha entre las sombras que rodean el bosque. L...