Calma

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Tras un incómodo camino hacia la casa de Lucas llegamos a esta, yo con nervios y vergüenza más que evidentes y Lucas entre risas y sonrisas. Cuando el momento se pasó y llegaba la hora de comer, recordé algo que me erizó la piel.

-Esto... Lucas, ¿qué hay para comer? -pregunté intentando no sonar desagradecido por su hospitalidad.

-Un delicioso pollo con arroz especialidad de la casa -guiñó un ojo-, ¿por qué lo preguntas?

Estaba claro que él no era consciente, pero mi paladar sí; y es que aunque su intención era buena, la comida que este chef postrado ante mí preparaba no era demasiado... comestible. Dudo que pudiese se calificado como <<comida>>. Una vez decidí darle una oportunidad a esa sonrisa, y probé un pastel que hizo; en ese momento no dije nada para no herir sus sentimientos, pero estuve dos días en reposo tras tener que hacerme un lavado de estómago.

-O-oye, yo soy el invitado. ¿Qué tal si te sorprendo con algo hecho por mí? -pregunté bastante nervioso y un tanto culpable-. Seguro que te gustará, lo prometo.

Un tanto extrañado, aunque inconscientemente acostumbrado, asintió y acto seguido fuimos juntos a la cocina.

Como Lucas vivía prácticamente solo -ya que su madre era militar y pocas veces se pasaba por casa, y su padre era un alto ejecutivo de una empresa en desarrollo-, a penas tenía variedad de comida en la despensa, por lo que decidí ir a lo fácil e hice espaguetis con trozos de salchicha y bacon.

Lucas puso la mesa, extrañamente más sonriente de lo habitual, y comimos en silencio. A mí no me gustan demasiado los silencios incómodos, pero este no se sentía así, era hasta agradable. Al terminar de comer, recogimos y lavamos los platos.

-Alex, ¿qué es eso? -señaló la parte superior y luego la inferior de mi camisa. Se acercó más a mi para examinar lo que había visto, mientras yo tan solo preguntaba el qué pasaba-. Mira, justo ahí en el cuello de la camisa tienes una mancha de tomate, y por abajo está empapada de agua, seguramente de haber fregado. Deberías tener más cuidado.

Extrañado, observé con detenimiento la camisa, para comprobar al poco de que lo que dijo era cierto.

-Oh no, como no lo lave ya no saldrá la mancha -exclamé preocupado por mi camiseta de Steven Universe.

-Rápido, quítatela -dijo más veloz de lo que me esperaba.

Al principio, mi reacción fue coger la camisa por el borde y hacer el amago de quitármela, hasta que me paré a ver a Lucas y me fijé en la cara de lujuria mal disimulada que ponía al clavar la vista en mí, lo que hizo que además de volverme a colocar la camisa, me ruborizase al instante.

-Pero no mires... Y menos de ese modo -esto último, fue dicho en un avergonzado susurro.

-Vamos Alex, nos hemos visto desnudos desde pequeños tantas veces que eso no debería importarte -dijo mi pervertido mejor amigo con un tono burlesco.

Me sonrojé aún más al recordar alguna que otra vergonzosa aunque inolvidable experiencia.

-Ya lo sé, pero ahora es todo tan...distinto -al darme cuenta de que mi último comentario había provocado que tanto Lucas como yo nos pusiésemos cabizbajos y pensativos, decidí cambiar de tema y quitarme la camiseta sin más.

Cubriendo mi pecho con ella, fui camino al cuarto donde estaban la lavadora, la secadora y en general los productos de limpieza. Puse detergente sobre la mancha y metí la camisa en la lavadora junto con los productos necesarios.

Lucas estaba apoyado en la puerta, con una linda sonrisa pintada en su rostro. Sentía como el calor de mi rubor se extendía desde mi rostro hasta los pies, haciendo que en un absurdo intento por molestar a Lucas, me abalanzase a sus brazos, quedando colgado de su cuello, obligándolo así a sujetarme por la parte de detrás de los muslos. Sin embargo, mi jugada se volvió contra mí ya que por una parte Lucas lo tomaría como una indirecta, además de tener ahora total control sobre mí.

Be YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora