Sueños que duelen

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Imagina si tuviéramos el poder de controlar nuestros sueños. Seríamos capaces de crear y manejar a nuestro antojo el mundo que nosotros quisiéramos. Pero por desgracia no podemos.

Ni siquiera sé qué es un sueño con exactitud, porque puede ser un deseo reflejado por nuestro subconsciente, o simplemente porque pensamos o vimos algo durante el día que se nos quedó arraigado a nuestra mente; o podría ser una señal. Simplemente no se....

Anoche pasaron algunas cosas. No pude dormir otra vez y cuando lo logré, adivina qué. Sí, soñé contigo. A veces pienso que soy masoquista.

El sueño se sintió tan real. Tú y yo estábamos en mi casa paradas frente al espejo de la puerta del baño (que raro), y no recuerdo pero creo que discutíamos. Típico, ¿no?. El punto es que en mi sueño yo dejaba de escuchar lo que sea que me estabas diciendo y yo volteaba a verte y mis ojos se desviaban de tu mirada hasta tus labios, así que sólo agarraba tu rostro con mis manos y te besaba, y sorpresivamente me correspondías. Fue una sorpresa porque en mi sueño yo sabía que tú y yo no estábamos juntas, tal cual. Luego pasamos como a otro plano y fue extraño porque seguía siendo mi casa pero había muchos muros, como si fuese un laberinto. Y yo sabía que no era fácil perdernos porque sabíamos dónde estaba la única puerta que funcionaba como entrada y salida. Y bueno, en mi sueño volvíamos a besarnos pero pasó algo más, ya sabes. Prefiero omitirlo.

Desperté con una sensación ajena a mí, como si la realidad fuera un sueño y el sueño fuera la realidad. Es difícil comprender. Lo primero que pensé fue que mi cerebro jugó mal, me hizo una broma muy pesada. Pero otra parte de mí, dice que es una señal. O tal vez no sea nada y ya. Pero a veces quisiera ya no tener esos sueños, no lo malinterpretes, pero me harían las cosas más sencillas. Ya sabes.

En fin. Ayer por la tarde hablé con mi primo, el hijo de mi tía la loca. Y hablamos de muchas cosas, y le dije que necesitaba adrenalina pura. Mira que gran estupidez la mía. Como sea, en la noche pasó a recogerme en su moto y salimos a un recorrido exprés, y ¡vaya!, me sentí tan inmortal. Sentía cómo el viento chocaba en mi cara y su roce quemaba por lo frío que estaba. Automáticamente cerré mis ojos para sentir un poco más, necesitaba conectarme conmigo misma y olvidar lo exterior y así poder concentrarme sólo en el viento. Y entonces te vi, cuando cerré mis ojos la imagen pura de ti estaba ahí, acariciando mis mejillas, sonriendo de lado, mirándome a los ojos. Y sinceramente, esa sensación me gustó, pero la disminución de la velocidad por un semáforo en rojo me trajo de regreso a la realidad. Te esfumaste sin más. Como magia, como un mito.

De regreso a casa estaba revisando mi celular para separar las fotos y videos donde aparecías tú y encontré la primera carta que te escribí, donde te pedía que fueras mi novia. Leerla de nuevo me dio en toda la madre, y por si fuera poco, encontré todas las demás. Y yo de nuevo haciendo el papel de masoquista, leí cada una de ellas. Me gustó la vez que escribí cómo nos conocimos, incluso está escrito por ahí en tu cuenta. Tinder hace milagros, nunca pensé conocer a alguien como tú ahí.

Tengo ganas de llorar, pero simplemente no salen las lágrimas, mis sentimientos están atrapados en algún lugar de mi pecho. Son como miles de tigres de bengala rugiendo detrás de una jaula con máxima seguridad. Me pregunto ¿qué pensarás de mí? ¿seguirás sin deseos de saber de mí y no verme?

Duele pensar en todo eso, en que ambas nos alejaremos, duele ya no besar tus labios ni sentir el palpitar de tu corazón. Duele ya no oler tu perfume y por eso sigo guardando la botella que me diste, para que cada vez que sienta que estoy olvidando tu olor poder tener siquiera un vago recuerdo de ese aroma. Duele no escuchar más tu voz, ni ver tus ojos, ni entrelazar mi mano con la tuya, ni despertar abrazada a ti.

Duele sentir que mi cuerpo pierde el calor tan peculiar que solía tener. Vale se llevó la forma que tenía de escribir, podía hacer poesía con muy poco. Tú te llevaste el calor que le pertenecía a mi cuerpo. Pero a todo esto, ¿sabes qué más duele?

Duele pensar que en algún momento dejaré de soñar contigo, y también abandonar todo lo que yo soñé a tu lado.

Lo que comenzó como un sueño hecho realidad, terminó como una pesadilla.

Como siempre, espero que sigas leyéndome. 

El final de un amor másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora