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- No sé si es una buena idea, Mari.

- Ay, Alba, ponen la mejor música del mundo. Créeme que no hay mejor plan que éste.

- Prómeteme que no me vas a dejar sola - le pedí suplicante a mi amiga y compañera de piso mientras nos encaminábamos hacia el local-.

- ¿Estás segura de que eso es lo que quieres? Mira que igual te enamoras, eh - yo la miré incrédula y ella rectificó-. Vale, vale.

- ¿Me prometes que te quedas conmigo o no?

- Te lo prometo, rubia.

Y entramos. Había muchas chicas. ¿Lo esperado, no? Yo observaba a todos lados con curiosidad hasta que María reclamó mi atención y me arrastró a la pista.

Tenía que darle la razón a mi amiga en que la música era espectacular. Dosmileo a tope.

Empezamos bailando las dos y poco a poco se nos fue uniendo más gente. Formamos un pequeño grupito y hacíamos coreografías como si fuéramos Spice Girls.

Estábamos de risas, dándolo todo. De vez en cuando nos sacábamos a bailar y, en una de esas, cuando quise hacer una super performance con mi amiga, me la encontré liándose con una de las chicas.

Intenté llamar su atención, indignada, pues no había tardado ni una hora en romper su promesa.

Esperé a ver si paraban, pero no tenía pinta. Estaba sola ante el peligro. Decidí que me lo estaba pasando bien y que ni la Mari ni su ligue iban a interferir en mi noche de fiesta.

Sin la protección de mi amiga, sí que me daba la impresión de notar más miradas sobre mí y más acercamientos en los bailes, pero no pasaba de ahí y no quise darle importancia.

En un momento de la noche, fui a por otro cubata a la barra.

- Rubita, ¿qué bebes? Te invito- me soltó una chica nada más acercarme a la barra-.

Era de estatura media, aunque subida en los taconazos que llevaba me sacaba unos cuantos centímetros. Llevaba un vestido ceñidísimo, el pelo rubio largo y los labios pintados de rosa.

- No, gracias - rechacé amablemente, pero ella se acercó más-.

- De verdad, quiero invitarte.

- No... - empecé de nuevo-.

- ¿Y bailar? - negué con la cabeza pero ella hizo caso omiso-.

Acortó todavía más la distancia y me agarró del brazo, suave. Yo estaba incomodísima y no sabía como salir de la situación. Ojalá estuviera María para echarme un cable.

- ¿Todo bien? - preguntó una chica altísima, tenía el pelo negro cortado a la altura de los hombros y un septum plateado en la nariz. Vestía un traje que le sentaba como un guante, no podía negar que era muy guapa-.

- Sí, cariño, ella ya se iba - arriesgué completamente, acercándome a mi salvadora y pasándole el brazo por la cintura. Por favor, que me siga el rollo. Por favor, que no se ría en mi cara-.

La chica de la copa me miró a mí y luego miró a la morena. Ésta última la fulminó con la mirada y en menos de un segundo desapareció de nuestra vista.

- ¡Gracias! - exclamé sonriéndole y deshaciendo mi agarre-. Estaba muy incómoda.

- Lo noté, descuida. Aunque no hacía falta dar a entender nada ¿eh? La habría echado de todas formas - dijo ella y yo enrojecí de inmediato-.

- Lo siento, lo siento. No quería... No quiero nada contigo, eh. De verdad.

Ella me miró flipando y rió.

- Vale. Tranquila - respondió con una mueca divertida. Se debía pensar que estaba loca. Iba a intentar explicarme-.

- Por cierto, soy Alba Reche. Soy hetero - me presenté dándole dos besos, ella flipó más. Muy normal, Alba-.

- Ah, genial. Yo soy Natalia Lacunza. Bisexual. Encantada. Dime, Alba Reche, ¿qué hace una chica tan hetero como tú en un sitio tan bollo como éste? - preguntó con sorna señalando el lugar-.

- Pues verás, yo iba a salir de fiesta a la disco de siempre con mi amiga María pero había aforo completo y me ha traído aquí.

- ¿En contra de tu voluntad? - preguntó Natalia-.

- Bueno, yo le dije que aceptaba si no se separaba de mí, como si viniésemos juntas ¿sabes? - me intenté explicar-.

- Sí, sé - respondió con una sonrisa juguetona-. ¿Te crees tan irresistible para las bolleras que necesitas tener cohartada o qué?

- Bueno, no es por nada, pero a la vista está - dije refiriéndome a la chica anterior y Natalia alzó las cejas-. Pero bueno, la Mari me dejó tirada. Está por ahí comiéndose los morros con una.

- ¿Y lo que estará disfrutando qué? Sé buena amiga. Solidarízate con la causa.

- ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

- Pues vengo bastante. Por voluntad propia además, imagínate - explicó divertida y me sacó una sonrisa-.

- ¿Sola?

- No. Lo creas o no, no eres la única a la que su amiga ha abandonado por otra. Bueno, hoy por ella, mañana por mí.

- ¿Has venido a ligar, no? - solté sin pensar-.

- ¿Qué clase de pregunta es ésa?

- No, digo, que si estoy yo aquí pues igual te jodo el plan. Si te ven conmigo... - me justifiqué, realmente ni yo sabía por qué había hecho esa pregunta-.

- Ah, si lo dices por eso... La verdad es que no todas las noches tengo la oportunidad de que crean que la más guapa de España está conmigo - soltó y yo me reí pero vi en su cara que no era broma, o por lo menos no del todo-.

- ¡Qué tonta eres! - exclamé quitándole hierro al asunto, muerta de vergüenza. ¿Estaba ligando conmigo?-.

- ¿Vamos a bailar? - me ofreció la mano y yo la agarré. No perdía nada-.

Llevábamos unas cuantas canciones cuando de repente noté que alguien se pegaba muchísimo a mi culo y me rodeaba la cintura.

- Estoy con ella - exclamé señalando a Natalia que bailaba en frente mío, para que quienquiera que fuera me soltara, pero la persona solo apretó más su agarre-.

- No me digas que has ligado, rubia - nada más hablar, reconocí la voz de María en mi oído-.

Neon Lights | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora