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- No, no, no. Yo no... - me giré al instante y empecé a justificarme-.

- ¡Marta, estás viva! - gritó Natalia dirigiéndose a la chica que la Mari tenía agarrada de la cintura-.

- Ay, no me lo puedo creer - señaló Marta-. Las amiguitas con las amiguitas.

- ¡No! - aclaré yo de nuevo-. Como la Mari me ha abandonado me he tenido que buscar otra tapadera. Yo no... Natalia y yo no somos... - dije señalándonos mientras negaba con la cabeza-.

- Tienes razón, cariño, todavía no hemos hablado de nuestra relación. ¿Qué somos, Albi? - me vaciló Natalia poniendo los brazos en jarra y mirándome con una seriedad fingida-. ¿Rollete, novias, relación abierta quizás?

- Aprovecha y elige novia, Alba. No es algo que pase muy habitualmente - se mofó Marta-.

- ¿Podéis dejar de reíros de mí? - pedí-.

- Es que eres icónica, amiga. Va la hetero y se adjudica al pibón de la discoteca. Llámala tonta - sentenció la Mari y tanto Marta como Natalia rieron-. Por cierto, yo en realidad te buscaba para decirte que me voy. Y que me llevo el coche.

- Ni de coña, María. Si te lo llevas... ¿Entonces yo cómo vuelvo?- empecé a protestar-.

- Mira, por suerte tienes una novia maravillosa que tiene coche y estará encantada de llevarte a casa. ¿A que sí, Nataliuca? - preguntó Marta guiñándole el ojo a su amiga, que asintió-.

- Por supuesto, yo por mi chica lo que sea - contestó y yo negué con la cabeza pero con una sonrisa, en el fondo me estaba divirtiendo la situación más de lo que me gustaba admitir-.

- Todo arreglado, entonces. Disfruta, pásalo bien - empezó a despedirse Mari con dos besos y se acercó a mi oído- y vuelve tardísimo, nunca pido nada.

La miré como diciendo "ya te vale" y tras un saludo con la mano hacia Natalia, la parejita desapareció.

- ¿Te lo puedes creer? - me dirigí a Natalia-.

- Vaya par se han ido a juntar...

Natalia y yo estábamos decididas a seguir disfrutando de la noche. Cantábamos las canciones al unísono, bailábamos y hacíamos el tonto.

Teníamos mucha química, por momentos era como si solo existiéramos ella y yo en toda la pista. Me fijé en que Natalia también tenía su séquito de admiradoras, normal, era guapísima y tenía un rollazo que no dejaba indiferente a nadie.

Cuando notaba miradas sobre ella, yo inconscientemente me acercaba más, le acariciaba el brazo o le agarraba la mano. Natalia siempre me correspondía divertida.

- A ver si al final te vas a acabar acostumbrando, Alba Reche - provocaba-.

- Más quisieras - seguía yo el juego-.

- ¿Sabes cómo me llaman a mí? - gritó en mi oído, debido al volumen de la música y yo negué con la cabeza- Convierte-heteros. Mi lema es "que no quede ninguna".

Al escucharlo, solté una carcajada y golpeé su hombro.

- Creída - la acusé-.

Ella solo alzó las cejas, me dedicó una mirada pícara y cogió mis manos para que siguiera bailando. Estábamos intentando no caernos mientras bailábamos una especie de salsa inventada, hasta que en un momento a Natalia le cambió la cara y se quedó paralizada por un segundo.

- ¿Pasa algo? - pregunté interesándome por aquel cambio brusco en su actitud-.

- Mi ex. Acaba de entrar. Necesito tu ayuda - pidió-.

Me acercó a ella hasta que prácticamente podía sentir su respiración. Madre mía. Se creó una tensión bastante extraña para mí, de cerca imponía todavía más. Sus manos rodearon mi cintura y yo, entendiendo la situación pasé las mías por su cuello.

- Es la pelirroja que va con la morena. ¿La ves?

- Sí - le confirmé después de desviar la mirada disimuladamente y reconocerla. Era espectacular-.

- Resumiendo, digamos que es una mala persona y solo viene para comprobar si sigo en la mierda en la que me dejó. Necesito que me ayudes a demostrarle que no - me explicó y vi en sus ojos a una Natalia vulnerable-.

- Claro - acepté sin dudas y le acaricié la cara mientras sonreía, la pelirroja seguramente nos habría visto ya-. Te lo debo.

- Te voy a dar un beso en el cuello. No te asustes, te prometo que no lo hago nada mal- anticipó, a mí se me erizó la piel incluso antes de que sus labios me tocaran-.

Sí. Lo hacía realmente bien y eso que solo era un paripé. Mis manos por inercia se enredaron en su pelo e hice mi cuello más accesible a su boca. ¿Qué era ese escalofrío?

- Ay - solté-. Que me da cosa.

Natalia rió y apartó un mechón de pelo de mi cara, con una sonrisa que derretía. Se acercó mucho, desvió un segundo la mirada, supongo que controlando la posición de su ex, y se arrimó muchísimo más.

Me iba a besar, seguro, y yo no sabía si estaba preparada para que lo hiciera, pero no podía parar de mirarle la boca, mientras ella se mordía el labio inferior. Basta, Alba. Levanté la mirada. Peor.

Podía ver el deseo en sus ojos y me preocupaba no saber qué era lo que transmitían los míos. Tenía un cóctel de sensaciones que no sabía cómo identificar.

Finalmente, me besó, sí, pero en la comisura de los labios. Yo hice una mueca ¿de decepción, quizás? y ella me dedicó una mirada que me atravesó por completo.

- ¿Creías que te iba a besar? - preguntó con una sonrisa seductora-. Igual mañana me arrepiento de haber desaprovechado la oportunidad, pero prefiero arriesgarme. Si nos besamos será sólo porque seas tú la que me bese a mí, Alba - soltó y yo me quedé en shock, el corazón me latía a un millón de pulsaciones por minuto-. Yo me comprometo a corresponderte...

Neon Lights | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora