-ÚLTIMO CAPÍTULO-
—¡Lea! ¡Lea, cielo! ¡Vamos, despierta! ¡Elena! —zarandeó alguien a mis espaldas.
Me encontraba en un estado de confusión máximo. No sabía lo que pasaba, cómo sí mi cabeza no pudiera pensar en aquel momento, como sí algo ejerciera presión en mi cerebro y me impidiera reaccionar. Abrí los ojos de golpe y un montón de pensamientos se arremolinaron en mi cabeza. Se mezclaban, sin orden lógico alguno. Mi corazón empezó a latir muy rápido, y me di cuenta de que una fina capa de sudor se apoderaba de mi frente y de la mayor parte de mi cuerpo.
Me desperecé lentamente y abrí poco a poco los ojos. De un instante a otro, mi cuerpo liberó adrenalina que me hizo estremecer. Giré mi cabeza de un lado a otro para comprobar el lugar en el que me hallaba.
Un avión.
Un grande y estrepitoso avión.
Sin embargo la cara de pánico que puse al ver a mi padre durmiendo a mi lado fue monumental. Pero me asusté aún más cuando ví a mi madre al lado mía, un poco preocupada por mi estado nervioso.
Creo que por un momento, estoy muerta. ¿Pero qué diablos hago en un avión? Sin embargo, eso no tenía sentido. Miré mis brazos y pegué un pequeño pellizco en ellos. Sí, todo era real. No estaba muerta. ¿Entonces todo había sido un sueño? Sentí un vacío en mi interior y después aprecio la mirada de mi madre en mí. Era todo tan real...
—Cariño, ¿estas bien? Te noto un poco... preocupada.
—Emm sí, si, sí. Estoy bien.
Y por un momento se me hizo todo extraño, porque había sido todo tan real que me parecía que ella realmente ya no estaba. Pero gracias a Dios me equivocaba.
—Ha sido muy raro, dios...
—¿Qué pasa? ¿Va todo bien, cielo?
—Es que, mamá, es realmente una locura, pero... he tenido un sueño... o una pesadilla, no se siquiera lo que era. Tú fallecías y papá... papá posteriormente, también. Y después me enamoraba, y era todo tan extraño...
—Tienes 17 años, querida. Te prohibo enamorarte —bromeó, para después hablar un poco más en serio— Tranquila, es un sueño. Todo está bien.
Apretó mi mano, transmitiéndome tranquilad para después darme un cálido beso en la frente, cosa que aunque parezca un poco crío, me ayudó. Miré a mi padre, y me di cuenta de que estaba allí. El miedo del sueño permaneció en mi estómago. Suspiré lentamente para dirigir, segundos después, mi mirada hacia la pequeña pantalla digital, en el que indicaba que íbamos con destino a Londres. Entonces mi mente se llena de recuerdos. Han destinado a papá a esa maravillosa ciudad, por motivos de trabajo —pues trabaja en un bufete de abogados, bastante prestigioso— y nos hemos mudado aquí. Una voz en off anuncia que dentro de poco aterrizaremos, por lo que debía abrocharme el cinturón.
No se porqué, pero odio la sensación de adrenalina, y eso es lo que siento en ese momento. No hay explicación que pueda afirmar ese hecho, simplemente me disgusta mucho. Minutos después, sentí cómo tocamos tierra firme. Nos bajamos del avión y aspiré el olor a tierra mojada. Nunca había visitado Londres, pero era una ciudad que siempre había deseado visitar, y residir en ella era algo que me hacía mucha ilusión.
{...}
Sí hay algo excéntricamente superficial es sin duda alguna, mi madre. Llevamos más de veinte minutos esperando en la zona de las maletas, cuyo nombre no consigo recordar (pero es aquella cinta en la que las maletas giran y giran sin parar, y cómo la pierdas, posiblemente te quedarás sin ella). Mi madre anda con los ojos puestos en la cinta, esperando a recoger sus tres enormes maletas (por las que hemos pagado un dineral, por cada kilo de más). Mi maleta rosa fucsia está pegada a mí, y cansada de la situación empiezo a jugar con el mango de la trolley. Mi mente escucha unos pequeños gritos, sin embargo, decido ignorarlo. Pegué un enorme y largo suspiro. Mi cabello rubio y largo me daba calor, por lo que opté por hacerme un coleta improvisadamente.
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Escondidos → Niall Horan || (sin editar)
Fanfiction''¿Y si escribimos en estas paredes las historias que no podemos explicar?''