Harry, mi Harry. Mi pequeño rizado. Le echaba muchísimo de menos. ¿Cuánto habría pasado? Creo que casi dos años. Casi dos años sin ver a ese chico que yo…
- ¡ISABEL!
- Joder Mara, no hace falta que me grites en el oído.
- Como te habías quedado pensando pues…
- Ese no es motivo, casi me dejas sorda, bruta.
- ¿Bruta? Y tú una exagerada. Por cierto, ¿sabes algo de Angy?- Negué con la cabeza.
Ángela, Angy para nosotras, era otra chica que trabajaba aquí en el bar. Era una persona de diez, con pelo negro liso y ojos claros. Nos caía genial, lástima que no iba con nosotras al instituto, ya que era un par de años mayor.
- Espera, se lo voy a preguntar a mi tío.- Se escabulló para conversas con su tío a gritos. Vaya, parecía que la comunicación tipo “hombres de las cavernas” venía en los genes.- No ha venido, así que voy a llamarla. No me eches de menos, ahora vuelvo.
Los ‘Ahora vuelvo’ de mi querida amiga significaban algo parecido a ‘Nos vemos en Nochevieja’. Bueno, quizás un poco exagerada si que era. Igualmente, no la iba a echar de menos, pues justo ahora comenzaba a entrar más gente de mi instituto. Les odiaba. Todos ellos con aires de superioridad los unos con los otros, fingiendo ser amigos para darse puñaladas por la espalda en cuanto tenían la oportunidad, copiando en los exámenes y chantajeando a los profesores. ¿Se podía ser más rastrero? Quiero decir, yo he copiado un par de veces en toda mi vida escolar, pero realmente este año nos teníamos que poner las pilas con los últimos exámenes, y aún así, ellos se lo pasaban por el mismísimo forro. Bueno, peor para ellos. Sin embargo, yo había ido construyendo mi propia y fría coraza a lo largo de los años, por eso, en el bar, se limitaban a pedir sus bebidas, nunca intercambiábamos palabras, y rara vez me dejaban propina. Durante los treinta minutos en los que Mara tardó en volver a hacer su aparición, no paré de moverme, ya que aparte de Ángela, habían faltado dos chicos más. Bebidas alcohólicas, refrescos y tapas se deslizaban rápidamente por la barra, a la vez que metía el dinero en la caja registradora. Todo iba bien, hasta que determinadas personas aparecieron por la puerta principal.
Los creídos de turno, con sus caras de chulos. Suspiré pesadamente, esperando que hoy no se dedicaran a tocar mucho las narices.
Eran los cuatro idiotas de mi curso. Los machitos que no intentaban otra cosa que joder a los demás, aunque Mara y yo siempre los intentábamos evitar. El famoso grupo lo formaban Liam Payne, alto con un pelo curioso; Zayn Malik, el moreno fumador con tupé; Louis Tomlinson, el graciosillo de pelo liso; y Niall Horan, el rubio de bote. Para mi disgusto, se acercaron a la barra en vez de sentarse en una de las pocas mesas vacías que quedaban.
Los ojos del rubio se encontraron con los míos.
- Hola, preciosa. Queremos dos coca-colas, una fanta y una cerveza para mi.
- Está bien.
Me giré para preprarlo, y escuché como el dichoso Liam le comentaba a su amigo que yo tenía carácter.
- No te preocupes, que ninguna se me resiste.- Dijo con una sonrisa cínica, cuando me giré. Ante aquel comentario, dejé simplemente lo que me habían pedido, si añadir palabra.- Gracias, nena.- ¿Nena? ¿Quién mierdas se creía que era?- Eres Isa, de Ciencias, ¿verdad?
Le miré con asqueroso desprecio. ¿Por qué coño querría saber él mi nombre?
- Si.- Añadí con una ceja ligeramente levantada.
- Bueno, Niall, creo que lo tienes difícil.- Su amigo Zayn rió, siendo increíblemente sexy. Dios, si ese hombre no fuese un estúpido, no me importaría tener nada con él. Pasé del tema y me giré.
En ese momento, Mara me vino a hablar sobre algo. Digo ‘sobre algo’ porque en cuanto vio a Liam, se quedó sin sus palabras. Literalmente.
Mi queridísima amiga no tuvo cosa mejor que hacer que fijarse en él. La verdad es que este había sido agradable con ella desde el principio, y no pudo evitar caer en sus redes peligrosas redes, ignorando mis avisos de que podría salir mal parada de su ‘amor platónico’. Él la sonrió, y ella se puso colorada. Bufé asqueada.
- Cuando termines de babear, atiende a los clientes. Yo voy a limpiar las mesas del fondo.
Sin embargo una mano agarró mi antebrazo. Giré para mirar la cínica sonrisa de Niall.
- Anda guapa, quédate.
- Suéltame.
Intenté soltarme de su agarre pero no pude. Justo cuando iba a darle un empujón, un nuevo chillido de mi amiga hizo que me quejara.
- ¿Se puede saber por qué mierdas gritas?
Ella, anonadada, señaló a la puerta. Miré de mala gana, pero en cuanto vi a quien se encontraba apoyado en el marco de la pena, mi expresión agria se esfumó.
- Oh, Dios mío, no puede ser…
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¡Aquí tenéis el segundo capítulo que prometí! Cuando tenga cinco votos en este capítulo y en el anterior, subiré uno nuevo. Haré una maratón dentro de poco para coger algo de carrerilla, ya que no hay lectores aún. Si os gusta, votad y/o comentad, por favor, ¡no os cuesta nada!
Un besazo,
Isa :)