El sol se colaba entre mis párpados cerrados y el suave calor me picaba sobre la piel desnuda de mis brazos. Poco a poco abrí los ojos, pestañeé rápidamente para acostumbrarme a la luz de la habitación. Anoche se nos olvidó bajar la persiana, y ahora toda la estancia brillaba por culpa de los fuertes rayos del sol. Me fui desperezando e intenté girarme, pero un fuerte brazo me tenía agarrada y no permitía moverme.
Fue cuando me di cuenta de que mi rodilla derecha estaba apoyada sobre la cadera de Harry, y yo, prácticamente tumbada de costado encima suya. Su brazo derecho bajaba por mi espalda y agarraba mi cintura. Unos rizos caían pacíficamente por su frente, los cuales no se inmutaron cuando él abrió sus ojos. Una suave sonrisa adornó sus facciones.
- Buenos días.
- Buenos días para ti, Styles, odio despertarme con la luz del sol.
- Son buenos días porque te has despertado a mi lado, no finjas.- Añadió divertido. Me dio un suave beso en la frente y frotó sus ojos.
- Oh, sí, es genial despertarme y notar tu “alegría matutina”.- Le contesté riendo. Él bajó la mirada a sus calzoncillos y entendió a qué me refería. Susurró un “Mierda” y se escabulló de la cama, algo avergonzado.
Me seguí riendo, ahora esparcida por toda mi cama, estirando bien cada una de mis articulaciones. Poco después volvió a entrar a mi habitación, ya “relajado”.
- Vamos vaga, levántate de la cama y hazle el desayuno a tu invitado.
- Venga ya, ¿el desayuno? Si son las…- Consulté el reloj de mi mesilla.- Doce y media. ¿Piensas desayunar ahora?
- Tengo hambre.- Puso cara de cachorrito.
- Está bien.- Me levanté y me estiré, nuevamente. Él me agarró de la cintura y me atrajo a su cuerpo, dándome un abrazo. Llevé mis brazos a su espalda desnuda, correspondiéndole.
- De verdad me alegro de estar contigo de nuevo. Han sido los dos años más aburridos de mi vida.- Susurró en mi oído.- Bueno, exceptuando un par de fiestas a las que fui invitado.
- Eres un cursi.
Me solté de su abrazo y le di la mano para bajar hasta la cocina. Allí serví un vaso de zumo de piña para cada uno y saqué la caja de cereales de chocolate, que eran los preferidos de ambos. Nos sentamos a desayunar mientras me contaba qué tal estuvo su viaje de vuelta. Su relato fue interrumpido por el sonido del timbre. Le dije que permaneciese en la cocina, que iba a abrir yo.
Me encontré con Samantha, la cotilla mujer mayor que vivía al lado. Su largo vestido fucsia decorado con flores claras se reflejaba en el suelo. Llevaba en su regazo una fuente vacía de comida.
- Buenos días, Samantha.
- Buenos días, Isabel. Vine a entregar esto a tus padres.- Dijo señalando lo que traía con ella. Ella sabía perfectamente que mis padres no estaban. Seguramente me vio con Harry anoche y por eso venía a cotillear.- ¿Puedo pasar?
- De hecho, ellos se fueron esta mañana de viaje. Pero gracias por traerlo, ahora lo guardo yo.- Intenté arrebatar el objeto de sus manos, pero la muy entrometida me empujó suavemente y pasó por la puerta.
Dirigió sus pasos a la cocina, y yo detrás de ella, inventando excusas baratas para que volviera a su casa. Tarde. Cuando entramos a la cocina, nos encontramos con la musculosa espalda de Harry de cara al fregadero. Mi amigo aún estaba solo con sus calzoncillos azul marino. Ups.
- Oh, querida, no me dijiste que tenías visita.
Él volteó, para mirarnos sorprendido.
- Eh, sí, bueno…
- Encantado, joven, soy Samantha.- Ella dejó el objeto sobre la encimera y le tendió la mano a Harry. Él la agarró, dubitativo.
- Harry, un placer.
- Bueno, Samantha, creo que es hora de que vuelvas a casa, seguro que tus gatitos se han quedado ya sin leche, ¿no? Gracias por venir.- Prácticamente la empujaba fuera de mi casa.- Ya nos veremos, adiós.- Cerré la puerta, antes de que la mujer dijera algo más.
Suspiré. Seguro que le contaría a medio vecindario que se encontró a un hombre prácticamente desnudo en mi casa cuando mis padres no estaban. Genial. Estoy en problemas.
- ¿Sabes? No me importa que andes así por mi casa, pero preferiría que te pusieras al menos unos pantalones cuando llamen al timbre. Esa mujer ahora va a decirle a media ciudad que nos acostamos juntos.
- Pero eso fue lo que pasó.
- No en el buen sentido, imbécil.
- Eh, relájate, no pensaba que nadie iba a entrar hasta aquí, ¿de acuerdo? Da igual lo que digan, no te dejes afectar por eso.- Volvió a tirar de mi cadera igual que antes, pero esta vez me abrazó por detrás, con sus brazos sobre mi tripa.- Por cierto, creo que te ha llegado un mensaje al móvil.
Me fijé en mi teléfono, sobre la encimera, que emitía la luz de una notificación. Estiré mi brazo sin romper su agarro y lo desbloqueé.
De: Mara.
¡Buenos días! Espero que ya estéis despiertos. He estado hablando con Liam por teléfono y me ha dicho que quedáramos a las dos en el parque. Que Harry vaya con sus cosas, nos han invitado a comer, después ellos se irán a casa.
PD. Creo que tengo posibilidades con Liam hahaha.
Para: Mara.
Está bien, a las dos estamos allí. No me parece bien ir a comer con ellos, pero lo haré por ti :) Hasta luego, bonita.
- ¿Por qué no te parece bien ir a comer con ellos?- Harry tenía su barbilla apoyada sobre mi hombro, y estaba leyendo la conversación.
- En el instituto me parecían los típicos imbéciles de los que me debía alejar. No tengo mucho interés en estar con ellos.- Me volteé para mirarle a los ojos.
- Oh, venga ya, te caerán muy bien. Dales una oportunidad.
- No sé si es buena idea. Podría aguantar a Liam si empieza tener algo con Mara, pero no le perdonaría si le hace daño. Pero los demás me dan bastante igual.
- Son buenos chavales, Isa. En serio.- Su voz tenía un tono suave pero serio.
- De acuerdo, si son tus amigos. También podrían ser los míos. Pero iremos despacio.- Sonrió complacido y me dio un suave beso en la nariz que me hizo cosquillas.- Me voy a duchar.
Minutos más tarde me encontraba secando mi cabello, con unos shorts desgastados de tiro alto y una blusa de tirantes blanca. Anudé mi pelo en una coleta alta y me puse un poco de máscara de pestañas, no me gustaba maquillarme mucho, pensaba que una persona debía potenciar su encanto natural. Bajé las escalares para encontrarme a Harry tirado en la butaca color rojo apagado, cambiando aburrido los canales de la televisión con el mando a distancia. Sus pitillos negros estaban bien ceñidos a sus musculosas piernas y sus botas marrones descansaban sobra la alfombra de mi salón. La camisa de cuadros rojos y negros tenía desabrochados algunos botones en su cuello, que dejaban ver sus tatuajes.
- ¿Por qué no me dijiste que tenías tatuajes?
Se giró asustado, pues mis viejas All Star blancas no habían hecho ruido.
- Una de mis “rebeldías” en Calofornia. ¿Nos vamos?- Asentí.
Caminamos hasta su Dongfeng Peugeot blanco. Condujo hasta el parque con “Good Girls” de 5SOS sonaba en la radio. Aparcó el coche cerca de la puerta, donde vimos a Mara…