Mi único amigo

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El me llevo a comprar ropa.
-¿Por qué ropa nueva?-
-Porque en este incluye tu forma de vestir, pareces hombre con la ropa que llevas, deberías usar una falda o vestidos-
-Odio los vestidos-
-Pero se te verían bien-
Una mujer se acerco, esta parecía de unos 20 años, me observo fijamente, luego a él, deduciendo nuestra relación.
-¿Es tu nueva conquista o nuevo proyecto?- dijo la mujer
-No es conquista y deje los proyectos, solo ayudo a una amiga-
Así que era como Iván, ya me lo esperaba, siempre coqueteando con las mujeres, cambiando de actitud frente a estas, dejándome de lado.
-Soy Ester, mucho gusto, soy la amiga de este vagabundo-
-Natasha, el gusto es mío-
Ella abrió la boca, formando una o, como si no pudiera creer que estuviera frente a mí, claro, debió contarle lo del día anterior, esos chismes siempre corrían rápido.
-Necesitamos ropa, mucha ropa, que le quede bien, que le resalte su figura-
-Tengo lo que necesitas-
Comenzó a caminar, tomando prendas por todos lados, llenándonos las manos al chico y a mí, guiándonos hasta los probadores.
-Estaré por aquí si me necesitan, la ropa que llevaran sáquenla y llévenla a pagar, la que no, solo déjenla colgada- se alejo
-Qué bueno que tengo ahorros- dije tomando un vestido -¿en serio me aras probarme todo esto?- le dije con la cara de sufrimiento más dramática que pude hacer.
-Si, ahora entra, pruébatela, te tomare foto para que veas cómo te queda-
Me probaba de una en una, el me fotografiaba y me decía cual si se iba y cual no, la noche nos alcanzo, eran alrededor de las 9, me había gastado más de 3000 pesos en este cambio, adiós universidad, hola trabajo.
-Bien, mañana empiezan las clases de auto defensa, iremos después del entrenamiento, solo espera por una hora, lleva tu ropa de ejercicio, duran alrededor de 2 horas, llegaras a casa como a las 6 o quizás 7-
-Entiendo, nos vemos mañana- dije bajando con las bolsas en las manos.
Iván estaba sentado en la entrada de su casa, observándome fijamente, no le tome importancia, el ya me había dicho como se sentía y yo también, ya no teníamos nada de qué hablar, entre a la casa, madre estaba molesta.
-¿Dónde estabas? ¿Por qué no me dijiste que llegarías tarde? Los trastes están sucios-
-¿Te molesta que llegue tarde y sin lavar trastes?-
-Es tu obligación-
-No soy solo yo, también Eduardo y Melisa están aquí- dije subiendo a mi cuarto.
-Ellos tienen mucho que hacer, tu no-
-Desde mañana yo sí, llegare tarde-
-¿Iras de vaga con tu amigo Iván?-
-No, Iván y yo ya no somos amigos, pero aquí el punto es que ya no podre limpiar la casa-
-Ese es tu único deber aquí-
-Mama’, en primera, nunca como con ustedes o al menos en la casa, en segunda, Eduardo no tiene obligaciones después de la universidad, melisa tampoco hace nada, solo se la pasa llamando por telefono, tercera, soy la única que te ayuda, mejor dicho, que hace algo aquí, ellos también viven aquí, también comen, también ensucia-
Mi madre me dio una bofetada –Si sigues ablando te daré otra que te tumbe los dientes, aquí lo único que haces es limpiar, con eso te ganas el dinero que te da tu padre, si dejas de hacerlo, olvídate de nuestro apoyo-
-¿Por qué solo yo? ¿Por qué no mis hermanos también? No soy tu gata mama, soy tu hija-
Me dio otra bofetada, esta me izo caer al suelo, haciéndome sangrar del labio, al parecer lo reventó, pero estaba cansada de las injusticias y si quería terminarlas, debía empezar por la casa.
-Si no te gusta, lárgate, la puerta está bien abierta, no te vamos a rogar que te quedes-
¿Estaba escuchando bien?, mi madre, mi propia madre, me corría de mi casa, me lanzaba a la calle sin tentarse el corazón.
-Bien- subí, tomando una maleta.
-No quiero que te lleves nada de lo que te hemos dado-
-Entonces solo dejare el televisor y el closet, porque si mal no recuerdo, todo lo compre con el dinero de mi trabajo en verano, ustedes nunca me dan nada gratis- metía la ropa –siempre el típico “no tengo dinero” o “estoy muy gastado y solo pides” ah, el que más me gusta “tu no piensas en cómo esta nuestra situación, solo piensas en ti”- termine de meter mi ropa, no es que fuese mucha
Tome al pequeño perro y Salí de la habitación, arrastrando la maleta por el suelo, saliendo de la casa. Mi madre ni siquiera intento detenerme, baya familia, Iván siempre lloriqueaba que su madre lo regañaba o que su padre le sermoneaba, pues  Iván, yo mataría porque mis padres sean como los tuyos. Iván seguía sentado en la banca, solo observándome, al juntar nuestras miradas, este solo se puso de pie y camino a su casa, pues bien, no necesitaba de nadie, yo sola podía vivir, solo me necesitaba a mí y a nadie más.

El cambio de la chica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora