Capítulo 6.

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Todo estaba oscuro, caminaba por las calles de la antigua ciudad en la que solía vivir y hacía un día claro; los pájaros cantaban suavemente cómo si fuera un mañana con una bruma espesa, veía a algunos de mis compañeros de clase pasar aunque todos pasaban de largo y ni siquiera me dedicaban una mirada.

Di la vuelta en una esquina y subí unas escaleras amplias y oscuras que aparecieron frente a mi. Era cómo un piso de un edificio a excepción de que había autos, era cómo un mundo dentro de una habitación. Subí a un auto que se suponía que me llevaría a casa y me extrañé al ver que iba en la dirección contraria. Bajaba y en cuanto mis pies tocaron el piso el escenario cambió por completo, estaba dentro de un apartamento, todo estaba oscuro aunque no totalmente ya que lograba distinguir las cosas.

Y por alguna extraña razón estaba asustada. Sentía la adrenalina fluir por mis venas.

De repente me sentía una niña pequeña, veía mis extremidades y eran las de una niña de no más de 5 años. Y aparecío mi madre delante de mi, con los brazos extendidos y una expresión de preocupación en el rostro, yo corrí hacia ella, me abrazó, me levantó y me acurrucó cómo si fuera un bebé mientras me decía que todo estaría bien, y me sentía a salvo...

Y volvía a estar sola. Tirada en ese apartamento. Y había personas desfiguradas, con ojos blancos y caras terroríficas, algunos tenían dedos largos y negros con apariencia de garras, todos acechándome.

Me levantaba e intentaba apartarlos, ya tenía el cuerpo de siempre, el de la chica de 16 años, y corría a una de las habitaciones para intentar escapar de ellos y cuando entraba... Quedaba en shock, había una cama y en ella estaba yo, durmiendo (o por lo menos parecía que lo estaba) tranquilamente mientras mi respiración estaba acompasada y no producía sonido alguno. Corría a sacudir mi cuerpo, gritaba, en el fondo sabía que era un sueño pero no podía despertar, y sacudía cada vez con más fuerza y nada pasaba, sólo era un cuerpo inerte, y cuando me di cuenta de eso, los demonios lograron entrar, me tomaron por los brazos y me apartaron de ahí; sentía cómo sus garras hacían daño a mis brazos, el dolor siendo calmado por la adrenalina y por el shock de lo que había visto, sentía cómo la sangre comenzaba a escurrir por mis brazos, tibia y espesa, ya no me resistía, sólo me dejaba llevar.

Me soltaron en una sala grande y amplia, una habitación del apartamento. Yo estaba hincada, con la mirada baja, sin reaccionar, algo estaban diciendo y me levanté lentamente, caminé hacia la puerta que llevaba a la salida, tomé la perilla, la giré y salí de ahí. Nadie intentó detenerme... Pero en cuanto lo hice me percaté de que había muchos de ellos afuera de ese lugar, era una gran masa de ellos.

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