Tiempo después volví a la cama y me cubrí con las cobijas.
Cuando por fin mis ojos permanecieron cerrados por más de cinco minutos, el despertador sonó.
Mi cabeza punzaba, y el sonido orquestaba el dolor. Busqué el teléfono a tientas y apagué aquel desesperante sonido. Suspiré.
No había dormido mucho y eso nunca me ayudaba, mi visión se tornaba borrosa y los mareos eran más intensos y continuos, eso sumado a la migraña.Diana se removió entre las cobijas intentando abrir los ojos sin conseguirlo.
-Hola...- dijo con voz adormilada.
-Hola-.
-¿Conseguiste dormir...?-.
-No...-la decepción se percibía en mi voz. No contestó, no estaba despierta del todo aún.
Me levanté cuidadosamente para evitar despertarla, tomé una toalla y me dirigí al baño.
Era demasiado temprano para tomar una ducha pero igual lo iba a hacer.Entré y cerré la puerta, colgué la toalla en el perchero y comencé a quitar mi ropa, prenda por prenda, cada una iba cayendo al piso.
Empujé la cortina y me introduje en la regadera jalando la cortina de nuevo sin cuidado alguno. Giré la llave y el agua comenzó a fluir, helada como un cubo de hielo, lo cual me hizo dar un pequeño brinco; poco a poco el agua se fue entibiándo hasta llegar a una temperatura ligeramente más razonable.
Primero mojé mi cabello, no tenía prisa alguna, sentía el agua resbalar por mi piel, una a una, las imágenes de aquel perturbador sueño aparecían frente a mis ojos cual película proyectada en una sala de cine. Mi ceño estaba fruncido y sentía escalofríos a pesar del agua caliente, mi respiración aumentaba el ritmo cada vez más, sentía que las cosas a mi alrededor comenzaban a dar vueltas.Toc, toc, toc. El sonido de alguien llamando a la puerta detuvo aquella sensación.
-Alessia, ¿estás bien?- era mi madre.
-S-Sí, estoy bien, mamá- mi voz estaba claramente temblando, por mas que intenté mantenerla firme ni yo me hubiera creído algo dicho con ese tono.
-Alessia, dejame entrar-.
-Mamá, en serio estoy bien...-.
-Alessia...- era Diana- ¿Puedo pasar...?-.
Cerré la llave, tomé una toalla, la puse alrededor de mi cuerpo y me estiré para abrir la puerta; en cuanto quité el seguro Diana la abrió, entró, la volvió a cerrar, se sentó y me miró fijamente.
-¿Por qué me miras así...?- pregunté.
-¿Hay algo pasando y no me has dicho?-.
-Tuve una pesadilla, es todo...-.
-¿Qué viste en ese sueño?-.
-No fue un sueño...-.
-Sabes cual es mi punto-.
-No sé porqué reaccionas así... Ya pasó...-.
-Alessia, ¿qué viste?-.
Le conté todo, cada pequeño detalle, sin omisiones, hacía pausas para apretar la mandíbula y mirar hacia arriba, todo con el objetivo de no llorar.
Cuando terminé su cara representaba sorpresa, nada mas que asombro.-No puedo creer que tu cabeza pueda crear cosas así...-
-Si... Yo tampoco podía creerlo al inició pero es un gran talento, tiene el potencial de hacerme llorar grandes cantidades y provocarme un ataque de ansiedad además de varias noches llenas del placer del insomnio-.
-El comentario no te queda, chistosita- le mostré una sonrisa sarcástica como respuesta- termina de bañarte- dicho esto salió del baño, cerrando la puerta y no permitiendo a mi madre entrar.
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Drugs & Cups.
General FictionAlessia Hamilton, 16 años. Solo una adolescente común,¿cierto?. Tal vez sea común haber cambiado de escuela 3 veces, tal vez sea común tener una hermana pequeña un poco odiosa, tal vez sea común se retraída, tal vez sea común no hablar con nadie ni...