5. Me ire al infierno

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Mi madre me había dado un poco de dinero para que fuera por un poco de ropa, me había dicho que fuera con Damian pero le dije que prefería ir sola y conocer la ciudad por mí misma, acepto no muy segura y me dijo que tuviera cuidado.

Entre a la primera tienda y comencé a mirar la ropa

—¿Puedo ayudarte?.—un chico me llamó, parecía empleado de la tienda, era mas o menos mí estatura, se notaba que cuidaba su cuerpo porque los músculos de sus brazos hacia que se le marcaran en la camisa del uniforme, tenia unos ojos cafés, cejas gruesas, unos labios gruesos y su cabello estaba alborotado, era muy guapo a decir verdad

—Claro, busco un vestido amarillo.—dije lo primero que se me ocurrió

—Creo que este te quedará bien.— me enseño un vestido corte A muy bonito, aunque no era mí estilo.—te quedará bien, pruébatelo.

Asentí dudosa y tome el vestido.— Ven, te enseñare los vestidores.— me guío hacia unos cubículos iluminados.—Si necesitas una segunda opinión estaré cerca.—me guiño el ojo, le sonreí y entre a uno de los cubículos. Comencé a quitarme la ropa y me puse el vestido, la parte de atrás tenía un cierre que no podía subir por mis cortas manos. Salí en busca del chico para que me ayudara a subirlo, lo encontré afuera de los vestidores doblando unos jeans

—¿Me puedes ayudar?

Levantó su vista y dejo lo que estaba haciendo para ayudarme, entre al cubículo de nuevo sin cerrar la puerta y el subió el cierre tardándose mas de lo normal.—Ya esta.— me observe en el espejo, el vestido era muy bonito y me quedaba a la perfección.—Lo ves, te queda Perfecto... te ves muy bien.—sonreí

—Gracias...eh

—Dime Josh

—Josh...¿me puedes ayudar de nuevo?.—me di la espalda y el bajo el cierre aprovechando a tocar mi espalda baja, un escalofrío atravesó mi columna vertebral.

Me di la vuelta, su mirada paso a mis labios y luego a mis pechos, pude ver como tragaba saliva, parecía un poco nervioso, se acerco a mi y acarició mi mejilla con sus dedos, nuestros rostros estaban muy cerca, sabía que quería besarme y lo deje, sus labios tocaron los míos en un beso tierno, tomo mis cintura con sus manos y yo enrede mis manos en su cuello, aceleré mas el besó.

Me sentía culpable por Damian, pero el ya tenía su vida hecha, y no quería nada serio, aunque era muy estúpida de tan solo pensar en Damian teniendo algo serio conmigo, ni siquiera lo conocía bien.

Josh me estampo contra la pared, con una mano cerro la puerta del vestidor y siguió besándome con rudeza, sus manos me apretaban hacia el, podía sentir como un bulto presionaba en mi vientre. Me cargo y enrollé mis piernas en su cintura, se sentó conmigo en la banca que estaba adherida al vestidor. Me deje llevar por el momento y comencé a moverme sobre él, pude escuchar sus quejidos de desesperación, baje mis manos hacia su pantalón y desabroce su cremallera, toque su parte por encima de la ropa, estaba muy excitado y yo también, tomo mi mano y me guío para que lo acariciara. Subió el vestido hasta mis caderas y bajo mi ropa interior para después seguir con la suya, sentí como coloco la punta sobre mi intimidad y me penetro, un gemido salió de mi boca, me tomo de la cintura levantándome levemente para que me moviera y así lo hice, lo besé para callar nuestros gemidos, seguía moviéndome de arriba hacía abajo y luego de un lado a otro, se sentía bien, el sonido de nuestra piel chocando hacia eco en el lugar, pronto llegaría a mi orgasmo. Aceleramos nuestros movimientos, Josh se vino primero y luego yo. Nos quedamos en esa posición tratando de recuperar un poco de airé.

Esto estaba mal. Un sentimiento de culpa me entró de la nada, ni siquiera conocía al chico y había tenido sexo con el en un vestidor. Me iré al infierno, me levante rápido y me quite el vestido para ponerme mi ropa, salí rápidamente del vestidor hacia la salida.

—Espera...¿Ni siquiera me darás tu nombre?

—Yo... lo siento.—Salí de la tienda dejando al chico atrás, me sentía sucia, nada de lo que había hecho estaba bien.

Estúpidas hormonas

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—¿Donde estabas?

—Hola, yo estoy bien, gracias

—¿Donde estabas?

—Fui de compras.—miro mis manos en busca del algo

—Yo no te veo nada ahí

—Es que... no me gusto nada

—¿Porque andas sola en la ciudad? Te pudo pasar algo, no vuelvas hacer eso

¿Quien se creía?. Lo mire mal y pase en frente de el hacia mi habitación

—Ven hacía acá.— me tomó de la mano y me jalo hacía el.—No vuelvas a irte sin mí permiso.

—Primero, tu no eres ni mi padre ni nada mío para decirme que hacer, segundo, ya tengo 18 años y me puedo cuidar sola... tú no tienes ningún derecho sobre mi, y no me importa si alguna vez me gustaste y deje que me tocarás... deja dé controlarme

—¿Ya no te gusto?

Odio a este hombre

—No.

—Demuéstralo.

—Déjame en paz.—camine hacia mi habitación y cerré la puerta con seguro, pero había olvidado que es su casa y tiene llave de todas las habitaciones, como me lo esperaba entró a mi habitación y me enfrento.

—Demuéstrame que ya no te gusto y te dejo en paz.

—Tuve sexo con un chico hoy y me gustó.—su mandíbula se tensó. Se acerco a mi como un cazador a su presa, su estatura me intimidaba.

—Mentira.—dijo muy cerca de mi rostro.—Nunca harías eso porque estas enamorada de mi

—¿Yo? Pfff... por favor

Claro que no estaba enamorada de él, podía ser muy guapo y se veía tierno hasta estornudando, quizás era gracioso y me cuidaba, sus brazos eran muy cálidos y era un hombre trabajador y humilde; pero por favor, ¿enamorada yo? Enamorada mí abuela de sus pantuflas.

—A ver... cuéntame otro chiste

—Dime que no tuviste sexo con un chico hoy.—desvíe mi mirada hacia otro lado. Me sentía apenada por lo que había dicho y hecho.—Te enseñare qué nadie te dará mejor sexo que yo.

EL MEJOR AMIGO DE MI MADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora