8. Dejame comprenderte

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—¿Que te parece Damian?.— preguntó mi madre tomando unas frutas. Mi madre tenía el día libre hoy y decidimos hacer las compras porqué el refrigerador solo tenía un pedazo de queso deshidratado y un paquete de cervezas.

—Es un hombre agradable.—Vaya que lo era

—En una semana cumple años.—comentó sonriente

—¿En una semana?... Pero también es mi cumpleaños.

Así era, era el primer cumpleaños que pasaría lejos de mis amigos, mi pueblo y sin mi padre, una punzada recorrió mi pecho de sólo pensarlo. Recuerdo que en todos mis cumpleaños siempre éramos Katy, Andy, mi padre, mi madre y yo, comíamos un pequeño pastel y hacíamos una parrillada, esta vez solo seríamos mi madre y yo, bueno Damian estaría también, pero nada se compararía como los demás. Un suspiro salió de mi boca, la muerte de mi padre nos había destrozado a mi madre y a mi, pero al parecer ella quería seguir adelante.

—Pensaba cocinar para ambos.

—No lo se...

Sé detuvo y me miró triste.—Jane... se que tu... padre no estará esta vez, al menos no físicamente, pero no creo que el hubiera querido que nos estanquemos, sabes que el siempre te quiere ver feliz y con esa sonrisa tan preciosa que tienes.—baje la cabeza triste.—Cielo es hora de seguir ¿si?... también he quedado destruida después de perder al hombre que he amado desde mi adolescencia... y me siento culpable.—sus ojos sé cristalizaron y su vos se quebró.— Se que los deje por un año... estoy segura de que si yo hubiera estado ahí, él estaría vivo aún... Lo siento Jane.—me acerque a ella y la abracé fuertemente, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.

—Mamá... no tienes la culpa de nada, tu estabas ayudando a las personas que lo necesitaban.— se alejo de mi y limpió sus lagrimas

—Pero tu me necesitabas mas

—Mamá... no me imagino que hubiera pasado si ese día hubieras estado ahí... pude perderte también a ti... Tara.—le sonreí triste.—No te culpes por algo que fue inevitable... y tienes razón, papá te amaba y te creía hermosa hasta llorando, pero prefería verte sonriente, tenemos que seguir con nuestras vidas, como tu dijiste papá no esta físicamente pero nos tenemos a nosotras mismas para ser un pilar mutuo, y darnos fuerzas, y papá no esta cuidando... el siempre será parte de nosotras.— me sonrió con tristeza y me tomó de la mano agradecida.— Ahora... dime que vamos a cocinar

—Tengo a la mejor hija.—río aun con lagrimas en los ojos, me acerque a ella y limpie sus lagrimas con mis pulgares.

—Obvio.—le guiñe el ojo

—Pensaba en pasta con queso derretido.—se encogió de hombros

—Perfecto

-

Damian había llegado del trabajó y estaba en la sala con su laptop en sus piernas, Damian era un fotógrafo y cineasta, su último trabajo había sido un cortometraje y estaba editándolo, me encantaba la pasión que tenía al grabar, tomar esas fotografías, y luego al editarlas para que el resultado fueran increíble, le ponía una dedicación increíble, Damian decía que una foto podía decir mucho, algunas eran un poco mas difícil de hacer que otras, aveces era espontáneo, y en otras veces se imaginaba la foto perfecta y la creaba, era sorprendente lo que había detrás de una fotografía, había dicho que quería que sus fotos transmitieran emociones, pero quería que tuvieran sentido.

Me acerque y me senté a su lado.—¿Que haces?.—le pregunté sonriente

—Trabajando.— dijo con voz neutra

Alguien esta de mal humor, eh

—¿Mal día?.—me observo por un segundo y volvió su vista hacia su trabajo, rodee los ojos.—Damian.—dije en tono molesto

—Estoy ocupado...¿te importa?.—Ok, eres un imbecil, quería decirle que lo odiaba, pero lo amaba. ¿Qué estoy diciendo? ¿Amarlo? ¡Vamos!. Reí ante mis pensamientos tontos y ridículos. Damian me observo nuevamente con la ceja levantada, le sonreí mostrando mis dientes pero no mostró ninguna expresión en su hermoso rostro.

Demonios, ¿como hacen estos chicos para ocultar sus emociones?, yo veía a un gusano caerse de una hoja y ya estaba llorando, era un estúpido manojo de emociones.

—Bien... solo te venía a decir que la cena ya esta... fría por si te interesa.—me levante.— Puedes calentarla en el microondas, si es que sabes usarlo, estúpido imbecil pero extremadamente guapo, que tengas una hermosa cena quemada, porque seguro la quemarás.—me fui dando zancadas

Déjame entenderte Damian, no entendía nada a este hombre, quizás tenia menopausia prematura.

Andropausia, tonta.

Como sea... este hombre era muy complicado, se empeñaba en hacerme enojar y luego hacer que cayera en sus juegos. Lo odio

Es tu culpa por caer. ¿Sabes lo que te falta?

¿Qué?

D-I-G-N-I-D-A-D, ah y una vida social porque estás hablando contigo misma

Vete al diablo.

Pero mi yo interior tenía razón, entonces me dije a mi misma; mi misma, Damian no vale, así que date a respetar y no caigas en sus juegos

Pero es que su sonrisa, voy a babear.

Bueno ¡Ya!

—¡JANE!.—escuché un grito de Damian, mi cerebro se puso alerta y corrí hacia él.—¡JANE!

Por su voz supe que estaba en la cocina, y ya sabía que Damian y la cocina no se mezclaban. Entre a la cocina y coloque mis manos en mi cintura, lo observe tratando de evitar reírme. Humo salía del microondas y la cena estaba completamente negra, Damian cenaría carbón esta noche.

—No te quedes parada ahí, ayúdame.— tomó una manta y comenzó a moverla tratando de eliminar el humo. Solté una carcajada, me miró enojado y volví a reír

—Eres todo un caso Damian... disfruta tu carbón.—reí y di media vuelta para salir de la cocina.

—Jane, por favor... no quiero incendiar el departamento.—rodee los ojos

—No entiendo como lograste esto.—sonreí burlona, me acerque al microondas y lo desconecté, abrí la ventana para que saliera el humo.—Deberás no estas hecho para la cocina.— tomé el plato con el carbón y lo puse en la barra, Damian observaba cada movimiento.—Creo que con eso está, es simple

—Gracias.—dijo rascándose la nuca

—Como sea...—Damian se sentó en la barra y observo el plato con asco.—¿No comerás tu carbón?.—me miró mal.—Te lo mereces... hasta es comida Gourmet para ti.

—Tengo hambre.—hizo pucheros

—Pues pide pizza.— caminé hasta la puerta decidida a irme, pero Damian me siguió, me detuve y lo miré. ¿Como un hombre podía atraerme tanto aún oliendo a quemado?

—Jane, por favor.—juntó sus manos y me hizo carita de perrito regañado, rodee los ojos.

—No te lo mereces.— camine de nuevo a la cocina y encendí la estufa, saque una sartén y la puse en el fuego. A pesar de ser un idiota no merecía morir de hambre.

—Eres la mejor.—me miró sonriente. Te odio

Decidí por algo un poco rápido, así que puse una porción de pollo a freír, mientras este se freía, comencé a cortar un tomate para la ensalada

—Que bien se ve tu trasero desde aquí.—escuché a Damian, deje de cortar y levanté mi dedo medio.—Uh, alguien esta de mal humor.—vete al diablo estúpido bipolar. Seguí cortando las verduras y las serví en un plato, revise el pollo, casi estaba listo, tome un vaso de vidrio y serví jugo de naranja en el, saque la porción de pollo y la coloqué junto a la ensalada.

Tome el plato y se lo di a Damian.—provecho

—Gracias.—le sonrió al plato y luego a mi

—Lo que sea, buenas noches.— al pasar por su lado me tomo de la manó. Suspiré.—Quiero descansar.— le dije y me solté de su agarré.—No incendies el lugar.—dije y salí finalmente de la cocina.

EL MEJOR AMIGO DE MI MADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora