H es por Hormigueo

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A veces trabajaba jornada completa los fines de semana. La paga era mejor. A veces cubría a una de las chicas el fin de semana porque eran sus chicas y la vida no era fácil. A veces intercedía entre clientes y meseras cuando ellas no sabían cómo quitárselos de encima. A veces debía pedirle a alguien que ocupar su puesto de anfitriona para recibir a sus clientes más importantes que la solicitaban y se quedaban horas charlando con ella. A veces sonreía tanto en el trabajo que le dolían las mejillas y repetía las palabras "bebé" y "cariño" a un punto en que solo eran ruido sin significado saliendo de su boca.

Pero esa era la primera vez que no quería terminar su turno.

También era la primera vez que se sentía intimidada por un chico.

Y definitivamente era la primera vez que era muy consciente que no podría escaparse de la situación con un gesto coqueto y una promesa vacía para poder tomar distancia segura. Michael no era un cliente, era... era el chico que le gustaba.

Cuando decidió trabajar en "Raisins" se dijo que coquetear era parte del trabajo, pero que se esforzaría por jamás hacerlo con la persona que le gustase. Jamás. Por lo menos mientras no fuesen pareja. Porque quería ganarse a esa persona por quien era y sentirse con la seguridad de que era vista por quien era y no por su apariencia o por la idea que tenían otros de ella por cómo actuaba en el trabajo. Lo cual sabía que era difícil, casi imposible. Porque siempre había tenido en mente que nunca podría estar completamente segura de las otras personas. Y a lo largo del tiempo había aprendido lo fácil que podía ser para otros decirle que era divertida, ingeniosa, que era buena, amable o lo que fuese, cuando en realidad nunca se hubiesen fijado en ella si no usara shorts increíblemente cortos y el material de su blusa no fuese tan transparente que dejaba entrever la forma de sus curvas.

Pero la vida era así...

O confiaba, intentaba, tomaba precauciones y se arriesgaba o simplemente podía acomodarse en el rincón del mundo dejando que todo pasara. Y siempre creyó que no podría resignarse.

Mercedes había sido valiente la noche anterior.

...Mercedes había agotado su valentía hoy.

Porque la noche parecía ser el momento más adecuado para Michael, el tipo de entorno y ambiente que él podría dominar, mientras ella manejaba el día como si fuese suyo, con la gente, el ánimo, la energía y la luz. Si se permitía decirlo, ella había sido bastante impresionante la noche anterior, y ahora, en plena luz del día, Mercedes era un manojo de nervios. Tal vez podría llamar a Ashley, de seguro su mejor amiga podría reírse a su costa por un buen tiempo, pero a la larga la ayudaría en su cobardía. Seguramente Ashley podría hacer que su hermano mayor fuera a recogerla a cambio de que Mercedes le regalase una orden de alitas picantes. El plan de escape fue tentativo y fuerte, como siempre eran las salidas fáciles, pero sabía que no lo haría. Porque si, estaba asustada del rechazo, pero había una chispa en su pecho que estaba atentando con iniciar un incendio en su alma.

Tal vez...

Nuevos clientes llegaron.

Tal vez Michael sentía algo por ella ¿No?

Los guio a una mesa.

Por eso había dicho que ella no se estaba haciendo ilusiones ¿No?

Mercedes les avisó de los especiales del día, les entregó los menús, le guiñó el ojo a uno de los chicos más tímidos.

Pero ¿Cómo sabía Michael qué estaba pensando? ¿Cómo podía haber sonado tan seguro?

Les avisó que una de las meseras estaría con ellos dentro de poco.

El ABC del Claroscuro «South Park»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora