K es por Kabuki

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Cuando la invitó, ella se mostró confundida. No solo por la palabra, sino por el tipo de cita que él estaba ofreciéndole. Nadie creería que él pensaría en ir al teatro y menos a un teatro kabuki que se estaba presentando en el otro condado. Pero ella aceptó, le preguntó si era algo formal y él se encogió de hombros. Técnicamente sí, pero jamás le molestaría verla en ropa normal para un evento así.

Al ir por ella se quedó sorprendido, Mercedes se había recogido el cabello con un moño alto y tenía largos aretes de pedrería que resaltaban su fino cuello. En esa ocasión se había puesto una falda en tubo plomiza, botines negros y un blusón suelto azul. Mercedes se veía bien, juvenil pero elegante. Cuando ella se acercó notó el color de sombras más oscuro, la base como humo negro y el color azul encima que solo le daba un toque celeste a sus grandes ojos; sus labios tenían el brillo que él le había regalado tiempo atrás. La rodeaba un aroma frutal embriagador y tenía una gran sonrisa en los labios.

- ¿Lista? –le abrió la puerta del copiloto y la ayudó a entrar.

La madre de Mercedes observaba desde la ventana y lo saludó. Él inclinó el rostro y se giró para subir del lado del conductor, encendió la calefacción por ella y a pesar de la limpieza que había hecho, pudo sentir aún el aroma del cigarrillo ahí.

El camino se hizo silencioso rápidamente, la chica estaba jugando con los delicados anillos que llevaba consigo y ajustaba de vez en cuando los brazaletes que tenía.

- Pensé que vendrían Pete y los otros. –admitió Mercedes, mirándolo.

- ¿Te sentirías más cómoda así? –consultó, sin apartar la mirada de la carretera.

Ella rio, seguía jugando con su joyería y un rápido vistazo le mostró las bonitas uñas en un degradé de negro hacia celeste en las puntas que la chica llevaba.

- Tú nunca me pones incómoda.

Su sinceridad fue abrumadora, podía sentir la presión de esa confianza. No en un sentido incorrecto. Más bien, se acercaba demasiado a una cobija recién salida de la secadora y cayendo sorpresivamente sobre él.

- ¿Me explicarías sobre el teatro kabuki? –pidió ella.

Una sonrisa se formó en sus labios, quiso detener el auto para poder mirarla, disfrutar la serie de emociones que se reflejarían en su suave rostro mientras él entrase en detalle.

- "Kabuki" es una palabra japonesa. Unos creen que significa "El arte de cantar y bailar", pero personalmente prefiero el segundo posible significado "Fuera de lo ordinario", algo extraño y diferente.

La carretera estaba vacía, así que se dio el lujo de mirarla. Mercedes era cristal puro, un reflejo de emociones llenas de energía, algo tan extraño de ver en el mundo en el que vivían. En ese momento ella estaba intrigada, intentando adivinar con esa información la respuesta a su pregunta.

- A principios de 1600 el teatro kabuki era una actuación realizada únicamente por mujeres, en sentido humorístico y jocoso. –fue explicando- El teatro kabuki inició siendo una parodia de lo cotidiano y se hizo muy popular. Lamentablemente prohibieron a las mujeres que actuaran porque según dijeron dañaban la moral y los principios. Al parecer una mujer vestida como samurái los ponía nerviosos.

Sin mirarla, pudo notar como ella se sorprendía, inclinándose ligeramente hacia él, intrigada.

- Así que más o menos en 1630 cambiaron a las actrices por actores. Jóvenes y andróginos jóvenes. Y el teatro kabuki tomó un género dramático con menos danza. –se encogió de hombros, ligeramente divertido- Pero los jóvenes eran tan hermosos, vestidos o no de mujeres, que eran demandados para dar "servicios especiales" y muchos actores balanceaban el teatro con la prostitución debido a las ganancias que podían obtener y a veces porque así la casa kabuki lo demandaba, ellos atendían a hombres y mujeres por igual. Así que los líderes políticos prohibieron que los jóvenes actuasen.

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