Capítulo Dos: A dónde ir.

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Damián

Arrastro mis pies por el pasillo rumbo a mi habitación, la oscuridad en la casa me ayuda a verificar que tal y como lo pensé, Thomas no ha vuelto a dormir. Con esto van tres días sin descansar, me giro a golpear la puerta de su habitación mirando la taza de chocolate caliente que tengo. Lo escucho permitirme pasar, abro la puerta y lo veo sentado al frente de su escritorio mirando su computadora mientras escribe en su libreta.

—Espero que estés estudiando. —comento acercándome a él.

—Sabes que las cosas en el instituto son demasiado fáciles para nosotros, es tonto que pienses que estaría haciendo algo así. —Él se gira y logro mirar las oscuras ojeras debajo de sus ojos, sus ojos están irritados. —¿Cómo vas con la ubicación?

—Hoy iré a asegurarla, no te preocupes. —le extiendo la taza con chocolate caliente y él la acepta—. Deberías dormir, la fiesta es esta noche hermano. —le recuerdo.

—Mierda, lo olvidé, con razón tenía una llamada perdida de Dante. —Veo que saca una tableta de pastillas, traga una y toma un sorbo del chocolate caliente.

—Son las cuatro de la tarde, todavía tienes un par de horas para descansar e ir a la fiesta. —camino fuera de su habitación—. Tomaré el auto, regreso en una hora. —me despido con mi mano y cierro la puerta.

Camino a mi habitación tomo mi mochila que está sobre la cama, me pongo unos tenis y salgo de ella. Escucho la música que mi tía le pone todas las tardes a mamá para que ambas miren el atardecer desde el patio trasero. Tomo las llaves de la mesa del comedor, salgo de la casa y voy directamente al garaje, me subo al auto y arranco rumbo al instituto.

Mi móvil suena desde el interior de la mochila cuando estoy a unos cuantos metros para llegar al lugar, con mi mano libre lo busco entre las cosas y respondo la llamada.

—Estoy por llegar. —respondo y cuelgo la llamada.

En menos de siete minutos me encuentro estacionando el auto en el parqueo del instituto, me bajo del auto y giro mis ojos al ver su mueca.

—Puntual Damián. —gruñe y se gira caminando a la entrada del instituto.

—Tuve un problema, pero ya estoy aquí. —respondo colgando mi mochila y la sigo hasta quedar a su lado.

—¿Cuál problema?

—Mi hermano.

Camila suelta una sonora carcajada provocando un eco en el solitario pasillo y sus ojos cafés me miran divertidos cuando se gira.

—Me debes mucho Damián. —me recuerda.

—Ya encontraré un modo de pagarte. —respondo y ella sonríe de lado.

—Ya lo sabes a la perfección. —se burla alzando su ceja en mi dirección.

—Solo llámame.

Asiente complacida y me guía al segundo piso del instituto.

—Déjame hablar, fue complicado hacerlo acceder.

—¿Complicado Camila? Es un nerd con que le toques la pierna lo tienes a tus pies.

Ella gira sus ojos divertida y se detiene al frente de una puerta. El letrero que cuelga de ella dice que se trata de la habitación donde guardan el equipo de limpieza, pero prefiero no decir nada al respecto porque la morena sabe lo que hace. Abre la puerta, señala una trampilla en el techo y luego una escalera metálica acomodada en una parte de la habitación repleta de instrumentos para limpiar.

Orígenes (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora