Capítulo Ocho: El interrogatorio.

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Damián

—Hoy será el interrogatorio, por favor mantenerse en calma y al finalizar la sesión, dirigirse al comedor. —informa la voz de algún militar por los cuatro parlantes dentro de la pequeña habitación.

—Somos la primera habitación... —suelta nerviosa Sandra.

Los fuertes golpes en la puerta la hacen saltar sobre sí misma y nos lanza una mirada asustada desde su cama, enderezo mi cuerpo sentándome en el borde de la cama y dejo colgar mis pies observando la puerta abrirse. Un militar con rostro sombrío no significa buenas noticias.

—Síganme, los llevaré a las salas del interrogatorio. —expresa moviendo su cuerpo a un lado.

Salto fuera de la cama, camino saliendo de la habitación siguiendo el cuerpo de Sandra que da ligeros espasmos del nerviosismo y luego al rubio. Atreus al pasar a mi lado me lanza una mirada de advertencia.

—Andando. —ordena después de cerrar la puerta de acero.

Avanzamos por el largo pasillo de paredes blancas y suelo gris, continuamos caminando por pasillos exactamente iguales hasta toparnos con los oficiales que custodian los sitios a donde no podemos acceder, se hacen a un lado revelando una gran puerta de acero que se abre con la tarjeta de uno de ellos. La gran puerta de acero se desliza a un lado revelando una habitación vacía con cuatro puertas al fondo, el militar ingresa primero, después nosotros y la puerta se cierra provocando que un perverso estruendo retumbe en el interior de la fría habitación.

—Deben entrar, pero uno por cada puerta. —informa el hombre.

Los tres nos posicionamos al frente de cada puerta y a los cinco segundos de mantenernos de pie las puertas se abren al mismo tiempo. Tomo una profunda respiración antes de ingresar.

Las luces se encienden revelando una mesa en la mitad de la sala, dos sillas y un enorme ventanal en la pared izquierda. Tomo asiento con vista al enorme ventanal y en cuanto creo que nadie aparecerá, la puerta se abre de nuevo. Un hombre de camisa negra, pantalones holgados y cafés, cabello corto y a los bordes mechones de cabello blanco se asomaban, una expresión divertida adopta su rostro al mirarme. Es el comandante Carter Redisw.

—Buenos días. —saluda el hombre sentándose en la silla de enfrente—. ¿Sabes por qué estás aquí?

—Lo explicaron el otro día.

El hombre ríe sin gracia alguna.

—Veo que eres listo. —expone estudiando mi rostro—. Soy el comandante Carter Redisw, nos conocimos ayer en el comedor durante el almuerzo. —extiende su mano, la miro, pero no la tomo y el tipo lo entiende al recogerla—. Iniciaremos con el interrogatorio. ¿Recuerdas algo de tu vida pasada?

—No.

—¿Recuerdas tu nombre?

—Todos lo hacemos. —respondo con una nota gélida.

—Toma esto como una nueva vida, un nuevo inicio desde cero. Tendrás un nuevo archivo de tu vida, otro apellido y adquirirás conocimientos nunca vistos por el ojo humano, pero para entrar deberás de pasar las siguientes pruebas. —el hombre se levanta de la silla con expresión divertida, mueve la mesa de lugar y luego la silla—. Esta prueba será sencilla para quienes no recuerdan nada, pero a los que mienten no les va bien.

—No tengo problema.

Deja los muebles reposar en la esquina de la neutra habitación, da dos suaves golpes en la puerta de metal y de ella ingresa una enfermera joven. Ella es Aisha Redisw. Me permito detallar su rostro con mayor cuidado, su piel bronceada, sus ojos azules me miran un par de segundos al ingresar, el puente de su nariz junto a sus mejillas está manchados por pecas y el cabello le cae largo por la espalda. Ella es hermosa y lo sabe, su vestimenta en esta ocasión también resalta las curvas de su cuerpo al vestir un vestido negro ceñido al cuerpo junto a la bata blanca. Trae unos aparatos (sólo Dios sabe para qué funcionan) en una bandeja de metal, la deja reposar sobre la mesa, se acerca con una linterna en la mano y apunta la luz justo a mis ojos.

Orígenes (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora