Bicicleta

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La chica salió del restaurante que con los años no había cambiado nada.
Miró al chico de cicatriz bajo el ojo y se sentó al lado de él, le quitó el audífono izquierdo y se lo puso y escuchó la voz del cantante y una melodía conocida.
—Lana da sueño — se quitó el audífono y lo botó haciendo que cayera en el pecho de Luffy.
—No es cierto, Lana da tristeza, ese sentimiento de melancolía — paró la música y la miró.
—Quizá para ti pero a mí me da sueño.
—Sólo un corazón realmente roto lo entiende.
—Ajá — se quedó pensando —. ¿Sanji fue el primero que te rompió el corazón? — Luffy miró el techo que los cubría de los primeros rayos de la mañana.
—No... No fue él.
—¿Entonces conociste a alguien antes?
—¿Sabes? — suspiró y su atención se fue a los ojos de su compañera. ”Color sangre, que bonitos ", pensó —, los amigos también te rompen el corazón.

✿✿✿✿✿✿

—¿En serio?, wooo, no sabía que te gustaban los chicos rubios — la pelinaranja miró el cielo con sorpresa — y menos con tanto dinero como para comprar una isla.
—Bueno... No sé si me gusta — habló con vergüenza de igual manera viendo las nubes de primavera.
—Después de todo lo que nos has contado es lógico que digas que te gusta — cerró su libro, por fin lo había acabado.
—¿Crees?
—¡Claro! — su amigo le dió un golpe —, sería tonto que dijeras que no.
—Pero Usopp... Llevamos un mes hablando... Además... No lo conozco tanto.
—Creeme, cuando alguien te gusta simplemente pasa, sin importar nada — Luffy presionó su mano contra su pecho, el corazón latía, latía tan rápido, como si estuviera viendo a Sanji.
—Y bueno, si te rechaza ahí está Zoro — Luffy se sentó rápido en el pasto, junto a la sombra de un árbol frondoso.
—¡Basta!, Zoro es mi amigo.
—Es verdad, ese cabeza hueca no ha dicho ni una sola palabra — se estiró en el pasto — que rareza.
El chico mencionado le arrojó una pequeña piedra en la cabeza.
—¡Si te mató en algún momento no te asombres, imbécil! — se fue a refugiar en los brazos de la pelinegra que sólo la abrazaba gustosa.

La tarde fue normal, salieron de la escuela, Luffy fue con Sanji a comer a aquel restaurante bonito, hablaron, rieron, hubo contacto físico y las ilusiones de Luffy al ver al chico reír explotaban como palomitas en el microondas. Siempre le gustaba ver cómo sus ojos se achinaban cuando reía y cómo un pequeño hoyuelo se asomaba de su boca.

—Esta vez te acompaño a tu casa — se sonrieron y Sanji apresuró su paso y Luffy sólo se limitó a gritar internamente —. Te apuesto un jugo a que te gano en una carrera de aquí a la tienda más cercana.
—Pues empieza a correr — Luffy tomó ventaja y salió primero, Sanji no se quedó atrás y en poco lo alcanzó y el menor vió cómo lo arrebazó como si correr fuera siempre su caminar.
La vida parecía ser buena cuando en segundos todo paró y con todo detalle observó el rostro sonriente de Sanji, sus ojos llenos de alegría, su sonrisa, el viento volando entre las hebras de su cabello y las gotitas de sudor cayendo a la nada. Todo en ese instante cambió, el curso de su mundo, el clima del cielo, el sonido de las aves, su corazón.
Se detuvo paulatinamente, y miró esa figura correr y perderse.
"Me gusta, me gusta mucho".
—¡Hey! — el chico rubio lo llamo desde lejos —, ¡¿te encuentras bien?! — salió de su pequeño paraíso de segundos y corrió hasta alcanzarlo.
—Creo que necesito mejorar — mintió.
—Bueno, estás bien ¿no? — sonrío enternecido.
—Mejor que nunca — suspiró —, bueno, vamos por el jugo.

Se despidieron en frente de la casa de Luffy después de beber el jugo prometido. El azabache entró contento a su casa, se dió un baño y comenzó a hacer tarea.

~¿Qué haces?

Llegó un mensaje y al ver el nombre en la pantalla sonrió.

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