Chico raro

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El sonido de la campana siendo golpeada con la esquina de la puerta sonó en aquel local, en el restaurante más sencillo que pudieras hallar en aquella pequeña ciudad.
Miró con atención todo lo que adornaban las paredes del restaurante, los mismos 3 cuadros, un viejo pesquero, el mar por la tarde y una palmera con cocos siendo visitada por gaviotas, pero aquel cuadro de peces había desaparecido; estaba esa pared con grietas donde su corazón se le hundió un poco más, hasta ocultarse tras los pulmones, las mesas con manteles blancos, las palmeras y ese ambiente a mar, estaba la barra justo enfrente de él y atrás de ella aquel hombre y sus viejos hombros.
-Cuánto tiempo, ¿no? - aquel hombre viejo fue el primero en dirigir palabra.
-Tanto tiempo diría yo - rieron, tomó asiento en el banco cerca de la barra y se miraron.
-No has cambiado tanto... Bueno, tal vez sólo has crecido 5 centímetros o 7.
-Algo es algo, viejo - pasó su mirada por detrás del viejo hombre y suspiró.
-¿Lo de siempre?
-Por favor - se quedó en silencio, el corazón le palpitaba agriamente, tragó saliva y se dirigió al hombre frente a él, que agarraba fruta y la partía.
-¿Vienes por eso? - pero el hombre parecía saber lo que su mente quería ocultar.
-Sí... Supe que regresó.
-Yo no me haría tantas ilusiones si fuera tú - el hombre le entregó su bebida y él la tomó con un gesto apagado.
-... No sé - rascó su nunca y sopló -... ¿A dónde se a ido el cuadro de peces que tenías?
-Ese cuadro, no sé, creo que me lo robaron - contestó natural como si robar fuera algo que le sucediera habitualmente.
-Oh, era su favorito.
-Chico, aún eres joven, no debiste venir.
-No sé... Sólo quería verlo.
-¿Y querrá verte?
-Espero que sí.
-¿Cuándo te vas?
-Amm - sorbió de su bebida y dirigió los ojos a otro lado, evitando la mirada del mayor - ...no sé... Tenía planeado quedarme para siempre.
-Ay Luffy, te vas a arrepentir.
-Bueno... Si lo viera una sola vez, si al menos me diera una mirada, si tan sólo me escupiera en la cara... Sería feliz y podría irme - recargó su frente en la barra, estaba frustrado, sentía ganas de vomitar - sólo hasta ese día quisiera irme de aquí.
-Eres un chico muy raro - le puso el jugo al lado de su cabeza -, a pesar de que no tienes la culpa la asumes por él.


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