La escuela vecina

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—¿Quién eres tú?
—¿P... Perdón?
—Oh, lo sientoooo — se dió un leve golpe en la frente con su puño cerrado — es que siempre está Beckman y... ¿Dónde está?
—Oh... Mi padre salió a hacer las compras para el restaurante.
—¡WOOOO!, ¿eres su hija?
—Sí, me llamo Ain — extendió su mano para un saludo cortés y Luffy lo aceptó —. Tú debe ser Luffy — le sonrió y el chico se quedó aún más sorprendido.
—¿Él te ha hablado de mí?
—Claro, siempre me cuenta de ti, de cuando venía con otro chico a este restaurante y causaban desastres — a Luffy se le cambió la expresión del rostro tan rápido como se sintió sorprendido y la chica lo notó —. Lo siento... ¿Dije algo malo? — se sentó en el banco del otro día, miró a la chica con una sonrisa nostálgica y cerró los ojos.
—¿Te contó del otro chico? — la mirada de aquel hombre joven le removió el corazón por alguna razón.
—No.
—¿Quieres que te cuente de él... De nosotros? — aquella voz que se volvió quebradiza le hizo no contener su curiosidad.
—Vamos, cuéntame — se miraron a los ojos y la barra los separaba pero las palabras atravesaban perfectamente su corazón.

✿✿✿✿✿✿

—¡Aaaaah! Estoy completamente cansado — se tumbó en la sombra de un gran árbol, el pasto estaba fresco al igual que la brisa, era su pequeño gramo de felicidad.
—También yo — agarró el cuello de su playera y empezó a hacer pequeñas ondas para darse aire.
—¿No creen que la maestra se pasó esta vez?
—¡Claro que sí! Maldita vieja, ¿cómo se le ocurre que hagamos tanto ejercicio bajo este sol? — La protesta de sus compañeros la dejó de lado, tenía bastante sueño y estaba seguro de que dormiría un rato ahí tirado.
—Vámonos Luffy, ya es hora de salir — su mochila cayó en su estómago, aquel peliverde era a veces tan irrespetuoso pero de cierta manera le encantaba la manera en la que se llevaban. Salieron juntos de la escuela y el grupo de 5 se dividió en 2, 2 y 1.
—¿Por qué nunca quieres venir con  nosotros? — comentó el más narizón.
—¿Acaso no quieres que Zoro se enamore más de ti? — golpe bajo, tanto el peliverde como el azabache se sintieron incómodos y no dijeron nada.
—Tengo un asunto — se dió la vuelta a la dirección contraria a sus compañeros y subió la calle.
—No sé, pero yo pienso que ya tiene a alguien que es de la escuela vecina — escuchó de una de las chicas, pero no quiso aceptar o negar algo porque ni él estaba seguro.

Llegó jadeante a la escuela, tenía bastante calor aunque llevara su short y aquella playera tan ligera.
Se acostó al lado de un árbol cerca de la puerta de entrada de la escuela vecina a la suya.
Pensó en lo bueno que era que en aquella escuela salieran una hora más tarde, así le daba tiempo de no perderlo.
Entre el silencio de la calle y el sonido del murmullo de las clases, se quedó dormido y el sonido de la campana lo despertó, se sacudió el cabello, se limpió las lagañas de los ojos y limpió su uniforme de deportes y se alejó un poco de donde estaba.
Cuando aquellos chicos con sus elegantes uniforme de escuela particular empezaron  a salir, su corazón estaba estallando, sentía fuego en su pecho, un incontrolable deseo de correr y gritar, saltar y sonreír. Estaba ansioso, pero empezó a tomar atención a los chicos, miraba detenidamente la entrada y aquellas cabelleras.
—Rojo, naranja, verde, negro, azul, castaño — siempre decía los colores de las cabelleras de los chicos saliendo para no perderse —, morado, ámbar, oliva, rosa, amarillo... — se detuvo, todo en él paró un momento y lo admiró. Ahí estaba la razón por la cual siempre iba a la escuela vecina y esperaba una hora fuera.
Aquel chico de cabellera amarilla, era única, jamás había visto un cabello tan amarillo, tan sedoso, siempre cabello de otros colores, pero el amarillo era tan raro que lo amó.
Se perdió en lo que fue la sonrisa del chico, aquella ceja de espiral y los movimientos que tomaba al caminar, pero no era tanta su suerte. Sintió una patada en la pierna, cayó al suelo y despertó de su sueño, miró por detrás de él y se encontró con unos chicos con miradas nada agradables. Un chico pelirrojo, un chico con más ojeras que cara y uno de cabello castaño.
—¿Qué hace una rata de alcantarilla en nuestro territorio? — habló el líder, aquel pelirrojo.
—Tal vez se perdió de camino a la basura — el sonido de los puños contra la palma del chico castaño se podía escuchar. Luffy se paró rápidamente, hace mucho ya tenía ganas de meterse en una pelea.
—La mierda hablando de ratas — sonrió al ver los rostros furiosos de los otros.
—¡De esta no te salvas! — el pelinegro soltó el primer golpe que fue esquivado con exito, los tres chicos empezaron a golpear y patear y Luffy recibía unos cuantos aunque no se quedaba atrás. Los chicos de al rededor empezaron a juntarse en bola, empezaron a hacer apuestas y a gritar a favor de la banda de 3 integrantes.
Uno de ellos logró tirar a Luffy y ahí el chico más alto empezó a golpear el rostro del menor mientras los otros pateaban lo que quedaba de él. Luffy no estaba del todo contento, estaba perdiendo y le enojaba.
—¡Basta! — se escuchó una voz que pasaba por la multitud que iba dispersándose. Luffy dejó de sentir los golpes tan de repente que pensó que ya estaba muerto pero dejó de pensar en aquello cuando sintió que alguien lo cargó.
—¿Ahora defienden la basura? — escuchó.
—Vete antes de que llame a los profesores — regresó a sus sentidos, sentía un poco de ardor en el ojo, tal vez la sangre le había entrado. Se mantuvo en pie por si sólo y miró a los chicos que lo habían golpeado, al menos sabía que iba a dejar marcas visibles, estaba sonriendo ahora.
—Como sea, para la otra no nos van a detener — se fueron al igual que toda la bola de chicos que querían ver sangre.
—Maldición, ¿estás bien? — Luffy miró al chico que le habló y su cuerpo se tensó, sintió el miedo que no sintió en la pelea.
—¿Y... Yo? — la sonrisa incómoda del otro chico le dió gracia.
—Creo que no.
—¿Cómo va a estar bien, tarado? Kid y su banda le acaban de dar una paliza, mírale, está sangrando de todos lados.
—Bueno... Es verdad, disculpa — le tomó de los hombros y palmeó su espalda.
—¿Entonces qué hacemos ahora? — una chica de cabello celeste con una bendita en la nariz se metió a la conversación.
—No sé... ¿Dónde vives?
—Bajando... Por... El jardín de flores — sus mejillas estaban rojas, lo sentía porque su cara estaba ardiendo.
—No sé amigo, por ahí roban — comentó uno de los que se encontraban atrás del chico.
—No seas tonto Ace, no te dejes guiar por comentarios.
—Bueno... Es que, nunca hemos ido por ahí.
—Es verdad, hazle caso a Vivi, es la más listo de los 3 — el chico movió la cabeza negativamente.
—Yo lo iré a dejar, ustedes ya se pueden ir — agarró la mochila del pequeño, la puso en su hombro y empezó a caminar colina abajo.
—¡Avisa cuando vuelvas a casa! — gritó el chico de pecas y el otro sólo se despidió a lo lejos.
Caminaron en silencio hasta llegar a la escuela de Luffy.
—¿Por qué estabas ahí?
—Oh... Es que... — le entró el pánico, no se había preparado para algo así.
—Bueno, no importa... ¿Puedes caminar bien?
—Sí, sólo me duele  la espalda — el chico alto río.
—Es la primera vez que veo que alguien le deja marcas a Kid y  los otros en la cara — sintió un cosquilleo en el estómago — Eres valiente... Creo.
—Bueno, ya estaba harto, siempre se meten con los de mi escuela.
—Bastante inmaduros para ser de preparatoria, ¿no? — se sonrieron.
—Tal vez — llegaron pronto, más de lo que a Luffy le hubiera gustado.
—Bueno, lo más recomendable sería que evitaras la entrada de la escuela — suspiró mientras devolvía la mochila a su dueño — pero no sería justo, así que puedes buscarme si vas a estar ahí — Luffy se ahogó con su saliva y el chico rubio palmeó su espalda pero se arrepintió al escuchar los quejidos del otro —. Lo siento, fue instinto.
—Está bien, sólo que... Bueno, como sea, te voy a buscar.
—Bien, entonces... ¿Te veo luego? — se alejó de la entrada de la casa del chico lastimado.
—¡Espera! — el rubio volteó rápido — ¿cómo te llamas?
—Sanji, ¿tú?
—Luffy — sonrió bobamente, no podía creer que ya sabía su nombre.
—Entonces Luffy, nos vemos —se despidió de una manera "cool" para el gusto de Luffy.
—Nos vemos, Sanji — dijo sin  que el otro lo escuchara, estaba seguro de que iba a gritar con todas sus fuerzas ese nombre.
Se quedó recargado en la puerta por un rato, procesando una y otra vez lo que pasó, reproduciendo el sonido de la risa de Sanji y repitiendo aquel nombre.
—Oooh, es tan lindo — se dijo mientras tapaba su cara, la sangre ya estaba seca, estaba en un gran problema con Shanks.
Al menos sólo eran moretones y raspadas y no huesos rotos, con eso estaba conforme.

✿✿✿✿✿✿

—¿Qué?, ¿en serio se conocieron así?
—Sí, fue muy tierno — dejó el vaso vacío, llevaba ya tres acumulados en la barra.
—Entonces... ¿Lo suyo era más que amistad? — la campana sonó a las espaldas de Luffy.
—¡Beckman!
—Oh Luffy, que sorpresa, pensé que no vendrías — el hombre se acercó a los chicos —, veo que ya conoces a mi hija.
— Ah sí, no sabía que tenías una hija.
—Ni yo — los dos rieron y la chica sólo rodó los ojos y quitó los vasos para ponerlos en el fregadero.
—Bueno, me voy, luego vengo — miró a la chica de cabello azul marino e hizo un ademán de silencio y ella lo entendió.
—Eres bienvenido — salió por la puerta y el sonido de sus chanclas se fueron alejando, confundiendose con la música de fondo —. ¿De qué hablaron?
—Nada... Sólo preguntaba cosas... Simples.
—Ajá — se acercó a su hija y no dejó de observarla hasta que se puso nerviosa —. Es raro que cuente su historia a alguien que no conoce, debiste tocar una fibra sensible.
—No lo sé... — el sonido de la llave abierta y los platos siendo fregados era lo único llamativo del lugar.
—Ya verás, tiene una grande historia.
—¿Y por qué no me la contaste?
—Hummm... Creo que se me olvidó contarla.







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La de la imagen es Ain, por si nadie le recuerda x'd

Aparece en la película de Film Z 👀♥

Water feverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora