Trataba de seguirle la conversación a Allan, lo miraba hablar, sonreía y asentía como estúpida. Básicamente lo que hacía siempre que hablaba con Allan, pero esta vez no era porque estuviera embobada viendo como sus labios se movían o como su rostro hacía gestos tratando de darle más emoción a la conversación. No. Esta vez unos ojos azules y unos labios perfectos estaban invadiendo mis pensamientos.
Maldita sea, no se suponía que pasara esto.
—Ash, Ashley ¿estás conmigo? —parpadeé varias veces tratando de enfocarme. Allan estaba viéndome con curiosidad y extrañeza.
—Ah, qué. Sí sí, am... —él levantó una de sus gruesas cejas —No, en realidad no. Perdón, no sé qué me pasa. Tal vez necesito un trago —suspiré cuando lo vi sonreír, estaba haciendo un drama por nada. Jared era un mujeriego, obviamente sabía como coquetear con chicas, yo solo estaba siendo poseída por sus encantos. Cosa que no pasaría, no señor.
—Vamos a conseguirte un trago entonces —se abrió paso entre la gente y me ofreció su mano, sin dudarlo la tomé, era grande y áspera. Nos abrimos paso entre la gente, con las manos entrelazadas y mi cuerpo pegado a su espalda para evitar que alguien me diera un empujón. Era una suerte que Allan fuera tan alto.
Cuando llegamos a la barra improvisada me senté en el único banco disponible y Allan se situó a mi lado. Kate tenía un mini bar en su casa, lo que facilitaba la distribución del alcohol cuando hacía sus famosas fiestas. Pedí un trago de vodka al chico que estaba atendiendo, al que reconocí como uno de los perritos falderos de Kate y cuando me lo trajo me lo bebí de un solo. Paso por mi garganta hasta mi estomago, dejando un rastro cálido a su paso, de inmediato pedí otro, esta vez me lo tomé con más calma. No era mi intención emborracharme.
—Así que... ¿Qué te está haciendo beber así? —miré a Allan, era muy guapo. Tenía rasgos más maduros y sus ojos marrones intensos hacían juego con su cabello castaño peinado hacia atrás, haciéndolo ver sexy pero lindo, como el típico niño bueno que en realidad no tiene una pizca de bueno en su persona.
—Créeme, nada con importancia
—Entonces sí hay un algo —me bajé del banco de un salto y me le acerqué, Allan inmediatamente se inclinó hacia mí y aún así tuvo que ver hacia abajo, pues yo era mucho más pequeña que él.
—¿De qué sirve que haya un algo si ese algo no es relevante? —no sabía en qué momento su rostro había empezado a inclinarse hacia mí o cuándo yo me había empezado a poner de puntillas para estar más a su altura.
Su nariz estaba rozando la mía, su mano se estaba abriendo paso para tomarme de la cintura, era consciente de la música del lugar y de cómo las personas pasaban a nuestro alrededor. Pero solo me importaba que sus labios estaban a punto de tocar los míos, labios en forma de corazón y pequeños. Podía sentir su aliento mentolado contra el mío y justo cuando estaba a punto de mandar todo a la mierda y tocarlos, un empujón hizo que Allan trastabillara y por poco se me viniera encima. Mire a quien era responsable de arruinar mi beso y mi ceño se frunció cuando un par de ojos azules me devolvieron la mirada con la burla tintada en ellos.
—Lo siento Bombón, no fue mi intención empujarte —Jared no me dio tiempo a responder, dio media vuelta y se fue. Rodé los ojos, no le bastaba con alborotar a mis hormonas, también quería poner a prueba mi paciencia, la cual no es mucha.
—¿Bombón?
—No sé porque me llama así, no tiene importancia. Ven —tomé la mano de Allan y los arrastré hacia la pista de baile, no era un gran bailarín, pero no pisaba mis pies y sabía seguirme el ritmo, lo que era algo bueno.
Allan era todo lo contrario a Jared, no se me pegó del todo pero aún así sus manos me tomaban de la cintura firmemente. No me hizo dar la vuelta, por lo que lo tenía inclinado hacia mí. Sus ojos marrones miraban directamente hacia los míos azules, pero mantuvo su distancia. Hasta que una canción más caliente sonó y tomé la iniciativa llevando mis manos a su cuello y bajando su rostro hasta el mío. Metió una de sus piernas entre las mías mientras su caderas se pegaban a la mía. Podía sentir algo duro contra mi vientre y aunque los nervios se hicieron presentes seguí bailando. Me di la vuelta y terminé restregándome contra él. Estaba en medio de mi baile cuando sus manos me dieron la vuelta sin previo aviso y su boca embistió la mía. No hubo juego previo, su lengua se entrelazó con la mía y sus manos bajaron hasta mi trasero.
Solo sentí que él empezó a retroceder y yo lo seguí. Nuestros labios nunca se separaron y sus manos tampoco abandonaron mi trasero. Su espalda chocó contra algo, una pared supongo. Mis manos abandonaron su cuello y subieron hasta su cabello y se enredaron ahí. Allan nos cambió de posición pegando mi espalda a la pared, tomó una de mis piernas y la subió hasta que estuvo en su cadera, sus labios abandonaron los míos y bajaron por mi mejillas y mi mentón hasta mi cuello. Dejó varios besos ahí hasta que sentí como su lengua también se unía a la fiesta. No entré en razón hasta que sentí como succionaba mi piel.
—Allan... —un sonido salió de su garganta, ronco y fuerte. Sentí como succionó más, lo que me hizo jadear —. Allan, para, para
Estaba orgullosa de mí, había podido decirle que parara. No porque no me gustara, sino porque no quería que me dejara un chupón que fuera imposible de tapar. Allan paró al instante, señal de que era buen partido. Hasta a un chico decente se le iba la razón cuando se trataba de sexo. Su cabeza subió hasta la mía y me miró con los ojos llenos de deseo y los labios inflamados. Tenía el pelo hecho un desastre por culpa mía, aunque yo ahora seguramente tenía un chupón. Por lo que estábamos a mano.
—Me pasé, perdón. Lo siento Ashley, no quise ponerte incómoda. —quise reírme pero se veía tan adorable que no tuve corazón para hacerlo.
—No fue eso, solo que no sé si te diste cuenta que me estabas haciendo una marca —Bajó la mirada hacia mi cuello e hizo una mueca—.¿Está tan mal?
—Am... Pues supongo que con un poco de maquillaje no se verá... tanto. —resoplé pero después reí.
—Acabas de hacerme mi primer chupón, felicidades campeón —su sonrisa se extendió, besó mis labios por última vez y después se alejó y se compuso la camisa y la chaqueta de jean. También traté de acomodar mi ropa y tomé su mano saliendo del pasillo que iba camino a la oficina del padre de Kate.
La fiesta no iba a terminar hasta dentro de un rato, pero Allan me dijo que aún tenía que terminar una tarea de la universidad y que su plan había sido pasarse rápido. Claro que las hormonas nos habían ganado y su estancia fue de casi dos horas. Lo despedí afuera y después lo vi alejarse en su moto hasta que ya no pude verlo más. Al entrar a la casa lo primero que vi fue a Jared subiendo las escaleras de la mano con una pelirroja, rodé los ojos pero no le presté atención. Después de la visita de Allan no había nada que pudiera arruinarme la noche.
Y nada lo hizo, al parecer la pasé tan bien que se me pasó la mano con la bebida. Razón por la que ahora tengo un tremendo dolor de cabeza y me estoy preguntando cómo mierda terminé dormida en el trampolín de Kate.
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El amor y sus efectos secundarios
Novela JuvenilAshley, que cursa su último año de secundaria, pasea feliz por la vida y parece tener todo bajo su control. Hasta que un par de ojos azules regresan a darle vuelta a su mundo, a mostrarle un lado de ella misma que no conocía, y no está segura si le...