Una pregunta

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—¿Te gusta?
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Simplemente no supo qué responder en ese momento. No quería pensar que se había enamorado, le parecía algo poco probable, totalmente ilógico. No podía enamorarse de la nada, y menos de él, ni siquiera habían convivido lo suficiente para que un sentimiento así surgiera, sin embargo...

Lo conoció en su primer año en su clase de grabado. El primer dia de clases paso de él totalmente, en realidad no le presto atención a nadie, la única razón por la que se había inscrito era que su escuela lo obligaba a formar parte de alguna clase artística para poder pasar el año —aunque en realidad poco le interesaba— pasó las primeras tres semanas de su clase sin interesarse por nadie más. Esa era su primer excusa, no podía estar enamorado de alguien a quien había ignorado olímpicamente es su primer encuentro.

La primera vez que lo vio de verdad fue gracias a un accidente, por alguna razón a ambos se les hizo tarde para llegar al salón, chocaron uno con el otro justo en la puerta, lo primero que llegó a su mente al mirarlo fue un inocente «Me gustan sus ojos». La pregunta con la que se defendía él era ¿a quien no lo harían? después de todo unos brillantes orbes del color de la sangre no se encontran tan a menudo. Sin que se diera cuenta el rojo se volvió su color favorito, tanto así que cuando tuvo que comprarse un par de zapatos instintivamente escogió un par de botas de un rojo brillante.

Ese pequeño accidente lo hizo abrir los ojos y fue ahí cuando todo cambió. Ese día por primera vez observó al resto de sus compañeros, el darse cuenta que había visto por primera vez a ese chico tan singular a pesar de estar en el mismo taller le hizo sentir que se había perdido de mucho. Sintió la necesidad de cambiar algo y comenzó a interactuar con todos menos con él. Por algún motivo no era capaz de acercarse y el otro tampoco parecía tener intenciones de hacerlo, era un chico solitario que no interactuaba con nadie, resignado se dedicó a observar.

Descubrió que era un gran artista, el mejor de la clase, hacia hermosos grabados de paisajes con tantos detalles que aun siendo solo a blanco y negro sentía que podía percibir la tonalidad de los colores. Bosques de árboles frondosos, grandes pastizales, campos llenos de plantas, todos hechos con tanto esmero que Izuku estaba seguro de que aquel chico había entrado a ese club por amor al arte a diferencia de él que había entrado en el único grupo que aún tenía cupo, se sintió avergonzado por eso último.

Su siguiente encuentro fue en la biblioteca. Buscaba por las estanterías un libro de química cuando vio que aquel que necesitaba se encontraba en el estante superior. Se sintió frustrado 1.66 de altura no era poco pero al parecer no era lo suficiente para alcanzar un libro, se paró de puntillas sin ningún resultado, estuvo a punto de saltar para alcanzarlo cuando una mano se atravesó en su línea de visión. Giró instintivamente para encontrarse nuevamente con esos ojos rojos.

—Ten —le dio el libro, estaba por agradecerle pero él solo gruñó un:—Deku —antes de marcharse. Parecía no reconocerlo, se marchó a la parte del fondo de la biblioteca ignorándolo totalmente. Eso lo indigno, se preguntó si así se veía el mismo, ignorando a todos enfocado únicamente en su objetivo. Además no se sentía bien con que la impresión que tuviera ese chico de él fuera la de un inútil que no era capaz de tomar un libro.

Comenzó a prestar más atención cada vez que iba a la biblioteca, descubrió que él siempre estaba en la parte trasera de la biblioteca, donde solo se sentaban quienes querían estar solos y en silencio, una parte de él se preguntó cómo es que nunca antes lo había visto si él siempre estaba ahí.

Nuevamente se justificó ¿Cómo le podría gustar alguien a quien había ignorado a pesar de siempre encontrarse cerca de él? Nunca le interesó resaltar o llamar la atención, le era indiferente lo que los demás pensaran de él, pero por primera vez ser ignorando fue algo que le molesto.

De repente sintió la necesidad de ser reconocido, quería que él lo mirara, y comenzó a esforzarse más a pesar de que la clase no le interesaba. Se aseguro de hacer trabajos que fueran capaces de competir con los suyos. Siguió asistiendo a la biblioteca con la esperanza de que él lo notara sin conseguir resultados. Antes de que se diera cuenta su primer año finalizó.

Al siguiente año escolar decidió que no volvería inscribirse al mismo taller, estaba seguro que el otro chico lo haría, nadie hace tan buenos trabajos sin amor al arte. Sin embargo él estaba cansado, nunca se había esforzado tanto por algo que  no le interesaba y  no había obtenido nada a cambio más que una buena calificación. Sintió que no valía la pena si no lograba llamar su atención y sin importarle que no volvería estar en una clase con él dejó aquel taller y opto por algo más fácil. No podía estar enamorado si aceptaba dejar de verlo asi de facil, volvió a repetirse en su cabeza tratando de convencerse.

Fue grande su sorpresa cuando al entrar a su nuevo grupo lo primero con lo que se topó fue una mirada carmesí que le detuvo la respiración. Con una sonrisa nerviosa lo saludo desde la puerta.

—Hola, Deku —saludó con una sonrisa confiada y el tiempo se detuvo.

Su amiga Ochako no pasó por alto su reacción y tan pronto estuvieron fuera del salón lo abordó con su pregunta.

—No —. Fue su respuesta después de meditarlo un poco.

°•°•~•°•°

¡Hola!

Yo aquí subiendo una historia cuando debería estar haciendo mi tarea de Literatura (no tengo nada en contra de la materia, es solo que leer tanto romanticismo me hizo sentir inspirada).

Los capítulos serán cortos (como este) y serán pocos, lo mas probable es que sean menos de 10.

Espero recibir su apoyó.

🌠Reb

EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora