Un momento.

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Un momento.

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Un momento era lo que le bastaba para verlo cada vez que entraba en la biblioteca.

Sé había vuelto una costumbre suya desde que descubrió que él siempre iba a la parte trasera de la biblioteca. Cada vez que entraba miraba al extremo izquierdo de la habitación solo para ver si se encontraba. La mayoría de las veces lo veía estudiar, hacer tarea o simplemente leer para pasar el rato. Esta vez no era la excepción. Parecía entretenido en un libro de ciencia ficción.

Una vez lo vio, siguió caminando hasta llegar al extremo opuesto del cuarto y sentarse en una mesa que estuviera vacía. Era curioso aunque ahora eran compañeros de clases no se atrevía a hablarle siempre era así con todos. Su timidez sumado a su desinterés por las personas le impedían entablar una conversación con alguien. Se podía considerar afortunado de tener una amiga como Ochako, en realidad, era más por la iniciativa de ella —quien fue la primera en acercarse— que su relación de amistad funcionaba, aun si no lo parecía le había tomado bastante aprecio a la chica del.

Sacó sus libros y cuadernos para hacer su tarea y mientras intentaba concentrarse su mirada no pudo evitar desviarse al chico de pelo cenizo y mirada color sangre.

—Katsuki —susurró su nombre y sin querer se formó una pequeña sonrisa en su rostro. El nombre tenía algo que le gustaba pero no estaba seguro de que —Katsuki —volvió a pronunciar y sintió que tal vez era ese movimiento que hacían sus labios al pronunciar las silava "tsu" lo que hacía a esa palabra tan especial. Fuera lo que fuera sentía que era una palabra demasiado especial como para desperdiciarla diciendo a cada instante.

Sin poder detenerla su mente comenzó a viajar. Lo primero que pensó mientras veía su espalda unos metros más adelante era la forma en la que lo había ignorado, honestamente tenía mucho que agradecerle. Después de todo fue gracias a él, y al hecho de que ignoró su existencia hasta que literalmente lo golpeo, que decidió dejar de aislarse de las personas y disfrutar su estadía en la escuela con el pensamiento que tal vez había mucho de lo que se estaba perdiendo, porque, ¿quién ignora a alguien tan impresionante como él? Utilizaba la palabra impresionante porque eso es lo que pensaba, Katsuki era alguien impresionante, todo su esfuerzo y empeño que ponía a cada acción era digno de admirar. Es Izuku lo admiraba.

Luego estaba el hecho de que lo subestimo. Que pensó que lo único en lo que se esforzaba era en el arte y que únicamente apreciaba el silencio de la biblioteca. Pero pensar así fue otro error que cometió.

—Cuál fue su puntaje en el examen de admisión —. El recuerdo de su amiga preguntando eso la tarde en los jardines de la escuela lo invadió. Era una pregunta entendible. Para entrar a su escuela era necesario realizar un examen de admisión, no era un examen sencillo, se requería un puntaje mínimo para pasar por lo que la mayoría estaba orgulloso de su calificación y no perdían oportunidad para presumirla al resto.

Uno a uno fueron diciendo su calificación en el examen. Eijiro sonreía orgulloso con 67 puntos de 80 totales, Ochako tímida tenía 65, tanto Denki como Mina se enorgullecían de sus 60 puntos —que era el mínimo requerido— como si fuera la mejor calificación existente. El autoestima de Izuku se encontraba bien hasta que llegó el turno de Katsuki.

—77 —comentó con desdén como si estuviera fastidiado por tener tres errores. Su autoestima cayó por los suelos. Ochako por su parte no pudo ocultar su sorpresa.

—Wow ¡77! Fuiste el puntaje máximo en la escuela. —Bakugou no respondía. El comentario de su amiga no parecía halagarlo, por el contrario de sus dos amigos que se enorgullecían de esa calificación como si fuera la propia.

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