Capítulo 12: Las híbridas

36 11 10
                                    

Pequeño boceto de Erin en la galería (tengo que seguir practicando con los rostros de mujer) Comenta y vota :D

*****************

Después de hablar con ella y sorprenderme por lo rápido que aceptaron el venir a vivir un tiempo en el mundo humano; hemos quedado en que las esperaría en el centro de Leavenworth a las 2 pero son las 4 y no han aparecido.

Perdón Owen, pero parece que no iré a entrenar hoy.

Ya todo está listo para que me mude al departamento de dos habitaciones, solo faltan mis compañeras extraviadas.

—¿Ya nos podemos ir? —Pregunta Simón que está recostado de una pared con los brazos cruzados. —Ni siquiera sé qué hacemos aquí.

Él iba a salir y le dije que lo llevaría pero cuando me pregunto qué haría, solo pude responder que me quedaría en esa esquina y se ha quedado haciéndome compañía.

—Esperamos a alguien. Pero si quieres puedes irte ¿No tenías algo que hacer? —giro para ver su cara con ojos azules, nariz recta y mandíbula un poco cuadrada.

—Creo que subestimas mi cariño por ti; no te dejaré sola, y lo otro puede esperar. Sin embargo hemos estado parados aquí como unos idiotas todo este tiempo y quiero saber el por qué.

—Shhh. Te alegraras cuando lo sepas, piensa que es una sorpresa y deja de ser tan molesto.

—¿Yo? ¿Molesto? Oye, ya me estoy hartando, hemos pasado aquí dos horas esperando y...—Simón no termina de hablar ya que mi teléfono empieza a sonar. Es un número desconocido.

Ojala sean ellas.

—¿Hola? —pregunto al acercar el teléfono en mi oreja.

—¡¿Erin?! ¡Soy Laia! ¡¿Eres tú?! —tengo que apartar el teléfono para que no deje sorda con sus gritos.

—Sí, soy yo, ya deja de gritar, te escucho bien. Ahora dime ¿dónde carajos están?

Bueno aparecimos en Pokan o algo así.

Pokane. —Oigo la voz de Melody al otro lado.

Eso, Pokane, hemos estado conduciendo durante ¿unas tres horas? No lo sé. —dice en completa calma.

Ay no.

—Espera, ¿Estas manejando un auto?

Tranquila, ya sé cómo hacerlo; lo estoy dominando. Además no dejare que le pase nada a esta belleza...

El carro azul. —menciona Melody al fondo.

Ya estamos cerca y créeme soy buena conductora, llegaremos vivas y...

¡El carro azul! —grita Melody y se escuchan unas cuantas bocinas.

... sí, te prometo que tendremos cuidado de no chocar con nadie, desde ahora. Te vemos en un rato.

—¡No me vuelvo a subir en esta cosa contigo manejando! es lo último que escucho antes de que se acabe la llamada.

Guardo el teléfono y Simón me ve con una ceja arriba y cara divertida.

—¿Así que Laia?

—Y Melody.

—Oh, esto se pondrá bueno. —dijo con una sonrisa.

Han pasado 20 minutos en los que varios autos pasan sin detenerse.

—Eh, creo que ya las vi.

Sí, claro.

Dos muertes al atardecer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora