-¡Nicolás! ¡Nicolás!
Era un cálido verano en París, era raro volver después de tantos años. Fuimos a visitar a su abuela Victoria Roux. Ella estaba fascinada con nuestros tres hijos varones, como todas las abuelas, era consentidora, cálida, y le encantaba cocinarles grandes festines y manjares deliciosos. Ya hacía tiempo que no la había vuelto a ver y no podía vérsele más feliz a Victoria.
Ella y yo nos sentamos en el jardín, mientras los niños corrían de un lugar a otro. Y ella me dijo:
-Al final de todo, estas con quien debes estar querida muchacha.
-La vida ha hablado por mí, es muy cierto lo que dice usted.
-Desde que te conocí supe que serías una buena madre y también supe que serías perfecta para él.
-Ese momento no fue el momento de mi vida que digamos, pero aquí me encuentro feliz con mi familia y por supuesto con usted que también es mi familia.
-Tienen unos hijos bellísimos.
-Muchas gracias se parecen mucho a sus abuelas.
-¡Nicolás ven aquí! Ven a abrazar a la abuela.
-Me alegra poder decir su nombre.
-Si, su padre lo decidió así.
Al término del almuerzo los niños se quedaron en casa de la abuela mientras yo fui a Louvre. Para ese tiempo las cosas eran tan distintas, volver a la cuidad donde empezó algo que no acabó, era algo conmovedor. París ahora en verano, me hacía recordar ese frío invierno. Fui a Louvre, caminé lentamente por los pasillos, fui hacia la sala dónde había empezado todo, a ver mi obra maestra favorita "La libertad guiando al pueblo" en cuanto alguien tomo mi mano, volteé lentamente y dije:
-¿Nicolás?
-Te estado esperando. Sabía que algún día vendrías.
-¿Qué haces aquí?
-Esperando por ti, como dije: "Para siempre".
-Para siempre no dura siempre Nicolás. Y menos cuando no cumples tus promesas.
-Por favor ven conmigo, olvidemos todo y vámonos a dónde quieras.
-¿Cómo dices? ¿Cómo puedes decirme eso? ¿Cómo pides algo que tu no das? Esperé por ti, esperé por ti por siempre, para siempre y el siempre, nunca llegó .
-Sé que me fui de Nueva York sin decir a dónde, pero no llegaste a tiempo, te tardaste y tuve que irme.
-Nicolás, después de que mi madre murió, fui por ti, fui a buscarte, a que hiciéramos una vida juntos y cuando llegue ¿con qué me encuentro? un lugar abandonado.
No debiste, tan solo tardé dos años en lo que estaba bien.
-La verdad me fui por Sebastián, él siempre fue mi mejor amigo y cuando tú me contaste que él te amaba, no podía arrebatarte de él, no podíamos hacerle eso.
-Y sí pudiste romper el mío al irte a buscar. Y ahora me pides que huya contigo.
-Camila después de tiempo me di cuenta que nunca seré más feliz de lo que fui contigo esos días en Nueva York, lo que había entre tú y yo, sabes la forma en la que nos sentimos.
-No me hagas esto Nicolás, te lo pido, ha sido demasiado por ahora.
Las lágrimas comenzaron a caer de nuestros rostros, nos abrazamos hasta llegar al piso, él tomó mi rostro de nuevo y me pidió perdón.
-Te pido perdón con el corazón y con el amor que te tengo. Perdóname por haberte hecho pasar por todo esto.
-Te perdono Nicolás, sé que lo que vivimos en Nueva York fue y lo más feliz que he sido con alguien, lo supe desde el momento en que te vi, siempre te amé, desde París, desde siempre Nicolás, desde siempre y para siempre.
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"Almas perdidas"
RomanceVenimos a este mundo a ser felices, pero antes de encontrar esa felicidad puedes perderte muchas veces. Todos los derechos reservados.©