9. Fachadas

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Ron y Hermione habían esperado a que saliese Harry, habían intentado escuchar lo que pasaba dentro pero no pudieron oír nada detrás de la puerta, Severus al parecer había lanzado un hechizo silenciador. Sin duda se sorprendieron cuando Harry salió sonriendo. Más tarde, lo entendieron, había conseguido un mejor trato por parte de una persona a la que había empezado a apreciar. Sin embargo, estaban preocupados por las clases de oclumancia, incluso más que el propio Harry, quien parecía olvidar por momentos que había hecho un trato con el diablo.

-Por cierto Harry, ayer Malfoy en la clase de pociones intentó exponer la cicatriz de Hermione- dijo Ron en voz baja.

-¡Ron! Quedamos en que no le dirías nada.

-Se iba a enterar igual en cuanto vaya al comedor, es mejor que se lo digamos nosotros-dijo algo asustado observando a Harry quien se había detenido.

-¿Qué es lo que hizo? ¿Es eso cierto Hermione?- preguntó mirándola.

-Si pero no importa, yo me ocupo-dijo intentando sonreír pero Harry parecía no escucharla.

Ron y Hermione siguieron con paso rápido a su amigo quien salió por el pasillo acelerando su paso para llegar al Gran Comedor. Hasta hacía unos momentos estaba extremadamente feliz por la conversación que había tenido con Snape y de golpe y porrazo toda esa alegría había desaparecido siendo sustituida por la rabia. Porque nadie merecía tratar así a su amiga, a alguien que consideraba como su hermana. Más sabiendo lo que ella había sufrido. 

Cuando vio a Malfoy con su pose de autosuficiencia perdió el poco autocontrol que le quedaba, lo obligó a voltearse estirando de su brazo y antes de que pudiese quejarse le pegó un puñetazo derribándole al suelo.

-Que sea la última vez que le pones la mano encima a Hermione.

-¿Y si lo hago qué Potter?- al escucharlo Harry hizo levantarse a Malfoy, estirándolo del cuello de la camisa.

-Por si no lo recuerdas, gracias a mí tu y tu madre están aquí- dijo mirándolo fijamente.

-Oh si, gracias San Potter-dijo irónicamente- no te lo pedí, no te debo nada- dijo apartándole la mano de un manotazo para después colocarse bien la ropa.

Antes de que Harry pudiese abalanzarse de nuevo hacia Malfoy, Ron lo apartó.

-Harry, no merece la pena. 

-Pero Hermione, se lo que es para ti...

-No me importa, lo superé hace tiempo- insistió. Malfoy miraba la situación divertido- Malfoy, es hora de que madures, ya no tenemos 11 años.

-Yo no soy el que se amedranta y esconde una cicatriz-dijo con malicia.

-Yo no la escondo porque me avergüence que los demás la vean, lo hago para no verla yo. ¿Tu puedes decir lo mismo Malfoy?- la miró con furia contenida- Mírame a los ojos y dime que no te avergüenzas de la marca que tienes en el brazo- le retó pero no dijo nada.- Lo suponía- y se dio la vuelta yendo a zancadas a su mesa.

-Vamos Harry- dijo Ron estirando a su amigo.

Al poco los murmullos volvieron a llenar el Gran Comedor pero Malfoy salió sin probar bocado en cuanto el trío de oro se sentó en la mesa. No podía evitar sentirse identificado con las palabras de Granger, él tampoco quería ver la marca oscura que permanecía en su brazo, aunque fuese más tenue con la caída del señor oscuro era un recuerdo constante. Le daba igual que los demás la vieran, al fin y al cabo todos en ese colegio sabían lo que había hecho, quien era y había sido. No admitiría nunca que le daba envidia que ella pudiese ocultarla de forma tan fácil. Draco lo había intentado una y otra vez de mil formas pero nada conseguía esconderla, la magia residual que permanecía la impedía desaparecer y odiaba a su padre por ello. Había sido marcado por su culpa, había esperado que se pudriese en Azkaban para que su madre y él estuviesen lejos de él pero tampoco había tenido suerte en eso. 

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