Estoy en mi cama, dormida hasta que comienzo a escuchar unos golpes. Abro los ojos en la oscuridad, apenas iluminada por un rayo de luz de luna que entra por la ventana. Los golpes se detienen. Probablemente solo era mi imaginación. Me giro hacia un lado poniéndome cómoda para volver a dormirme. En cuanto cierro los ojos un ruido me hace abrirlos de golpe. No puede ser mi imaginación, el sonido es demasiado nítido. Toc toc. Algo está golpeando un cristal, tal vez la rama de un árbol en mi ventana. Me levanto y mis pies me guían a la pared sobre el frío suelo de madera. Corro la cortina y miro al exterior. No hay nada. Quizá haya sido un pájaro que se ha ido volando cuando me acerqué. Por si vuelve dejo la ventana descubierta. Voy a volver a dormir y olvidarme de esto. Me dirijo a mi cama cuando lo vuelvo a oir . << Podría venir de otra habitación>>, pienso cuando, tras ver de nuevo el exterior, noto qiue el sonido no proviene de mi ventana. Aunque esa idea se descarta cuando un estruendo resuena en mi cuarto. Guardo silencio mientras lo que eran unos toques más o menos suaves en el cristal se convierten gradualmente en golpes intensos y desesperados. De repente, me doy cuenta: es el espejo lo que emite esos ruidos. Camino hacia él y miro detrás aterrorizada. Nada. Me pongo en frente y observo mi figura. El objeto es suficientemente grande como para ser capaz de verme de pies a cabeza. Vuelve a sonar, pero el espejo sigue igual. ¿De dónde diablos viene ese ruido? Estoy asustada. Corro hacia el interruptor y lo presiono, pero no funciona y hace que me pregunte en qué momento se ha ido la luz. De nuevo me sitúo frente al espejo, que no dejaba de emitir fortísimos sonidos de golpes. La persona del reflejo no tiene mi misma expresión: yo estoy seria mientras que ella llora. Extiendo los brazos, ella no. Los vuelvo a colocar en su posición inicial, mi reflejo en ningún momento movió los suyos. Totalmente espantada, mi única idea es tocar la superficie del cristal. En el momento en el que las yemas de mis dedos entran en contacto con el espejo, un sollozo agónico insoportable se hace audible durante unos segundos, después es un silencio sepulcral lo que llena la habitación. La ‘’yo’’ del otro lado del vidrio me mira y esboza una tétrica sonrisa digna de una película de terror. Tras un efímero momento de calma, el estruendo del vidrio rompiéndose en mil pedazos retumbó por toda la casa, seguido del sonido de estos fragmentos cayendo al suelo a modo de lluvia. Mi confusión se hace aún más potente si es posible. ¿Qué era lo que se encontraba en el lugar de mi reflejo?
Estoy dormida hasta que un sonido me despierta, una risa horrible. Deduje que todo había sido un sueño. Hasta que me di cuenta de que no estaba en mi cama. Al abrir mis ojos no puedo ver nada más que una inmensidad negra. Miro alrededor y vislumbro una luz. Me levanto y de inmediato comienzo a caminar hacia ella. Llego después de un largo rato andando, quizá una hora, al lugar donde la luz resplandece. Es un espejo igual que el que había visto partirse tiempo antes. A medida que me acerco a él noto que me equivoco. No es un espejo, no refleja nada. Es más bien una ventana cerrada. Al otro lado veo mi habitación. Mi cama. Yo estoy dentro de ella. Intento salir por esa ventana, pero no puedo. Me desespero y comienzo a golpear el cristal intentando escapar.