Salto

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Ella siempre se consideró alegre y optimista. La típica persona que contagiaba su buen humor a todo el que se le acercase. Nadie la vio llorar nunca. Pero en ese momento no lo podía evitar. La tristeza de su corazón roto no permitía a sus bellos ojos detener el río de lágrimas que caían por sus rosadas mejillas. Dentro de su cabeza no podía dejar de repetir aquella pregunta: "¿Te has vuelto a enamorar de mí?". Cada vez que la recordaba la intensidad de su llanto aumentaba.
Había pasado bastante tiempo desde que le confesó sus sentimientos a esa persona. Mucho tiempo desde que fue rechazada. Desde aquel momento trató de olvidar la causa de su melancolía, pero la cicatriz jamás desapareció de sus memorias. Ella amaba tanto a esa persona que no podía imaginar una vida alejada de su presencia. Pero al final, quedó como nada más que una amistad cualquiera.
Seguían relacionándose y, aunque esa chica de corazón partido lograba esconder su pena, se podía percibir que aún existían en ella ciertos sentimientos hacia el otro individuo. De ahí el daño que aquella pregunta le causó.
Se sienta en una barandilla para reflexionar intentando detener sus sollozos y calmar, aunque fuera solo un poco, su angustia. Con la manga de su jersey seca sus cristalizados ojos. Entonces recuerda todas esas noches que pasó en vela por el tormento que el rechazo le ocasionó, por pensar que jamás sería lo suficientemente buena como para estar al lado de quien amaba, y posiblemente de nadie. No comprende el porqué de su soledad ¿Dónde estaban esos amigos que la habían acompañado en otros tiempos? ¿Por qué nadie quería compartir su tiempo con ella?
Había tratado de mejorar, de mostrarse más amable, más feliz, más abierta… Pero no surtió efecto. Tal vez no estaba hecha para estar con quien quería. Ni con nadie.
De nuevo vuelve a escuchar esa pregunta "¿Te has vuelto a enamorar de mí?". Entre un mar de lágrimas una débil sonrisa se deja ver.
-No me he vuelto a enamorar de ti- responde para sí misma en un susurro-. Nunca deje de amarte.
Mira hacia abajo. Está sentada en una barandilla en la azotea de un edificio, justo al borde. Observa la gran distancia que hay entre sus pies y el suelo y, sin vacilación, se deja caer al vacío.

13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora