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JeongGuk entró agitado a su estudio, sus manos temblaban y sus ojos estaban abiertos de par en par. Tragó saliva con fuerza, intentando mantenerse de pie lo mejor posible. Le picaba todo el cuerpo, no por algo físico, si no que por la impresión del momento. Su respiración no de regulaba, su corazón no dejaba de mantenerse acelerado, potente, doloroso.

- ¡Gguk! - exclamó alguien frente a él. Ah. Sí. JiMin le estaba esperando, hambriento por la pizza que se habían prometido el día anterior, dentro de su oficina. JeongGuk se mantenía sobrecogido, moviéndose hacia uno de los dos asientos del estudio de producción musical. Le costaba respirar bajo la mascarilla, y no le importaba mucho que la capucha de su sudadera no estuviera sobre su cabello. Ya no importaba.

Tenía la cabeza por las nubes, el miedo no le dejaba alzar la voz. Intentaba pensar en todo lo que había pasado antes de salir a comprar la comida para los dos, pero no podía alejarse del recuerdo, de la impresión de tener una cámara de teléfono móvil frente a sus ojos, revelando aquella parte de su rostro que hasta el momento sólo SeokJin y el señor Yang conocían.

Sintió dos manos pequeñas pero firmes agarrando sus brazos, aquella fuerza le regresó a la realidad de manera inmediata y poco suave. Casi alentadora y cruda, como lo puede ser el aviso de madurez por parte de la persona que menos esperas. Se miraban a los ojos, esperando que alguno de los dos hablara. JeongGuk se dio cuenta de que sus mejillas picaban por las lágrimas secas que probablemente había soltado en el camino al edificio de la empresa. Sorbió su nariz.

Fue un momento de silencio absoluto. Donde sus emociones se veían compartidas a través del lenguaje corporal más simple y vivo, como si se hubieran visto al menos cien veces ya, como si su relación hubiera comenzado en persona y no a través de mensajes de texto.

- Un obsesionado... - intentó decir JeongGuk, pero detrás de la máscara y con la boca seca no se le entendía muy bien. Inhaló con fuerza el aire caliente que se almacenaba al interior de la mascarilla de género deshechable. Apenas eran las seis de la tarde, y se veía tan deplorable como si estuviera llorando a las tres de la mañana, con ésas ojeras oscuras, los ojos rojos, la piel de sus pómulos reseca.

JiMin alzó sus manos, con cierto temor, y sus dedos sostuvieron los elásticos oscuros de la mascarilla. El rapero no hizo nada, pues no sabía cómo decirle que no quería que lo hiciera, pero terminó pasando: el rostro de JeongGuk quedó al descubierto. Sus labios resecos, finos, pálidos. La mandíbula tensa, la mirada asustada. Inhalaba sin real fuerza en sus pulmones.

- Mírame, Gguk. - murmuró el más bajo, apartando el flequillo de los ojos ajenos. Podía ver su rostro, podía ver los sentimientos del contrario. Jamás habían tocado el tema de forma personal... sobre su rostro. Sobre sus ojos, sus emociones, la vulnerabilidad que sentía el castaño. El joven adulto no tenía palabras, ni podía escapar de la mirada tan especial que tenía JiMin. Sus irises brillaban, la expresión era entradora y penetrante como una daga directa al corazón, pero era suave. Era una suavidad y una delicadeza imposible de hallar en el común de otros ojos.

JeongGuk estaba rojo, más que nunca, y sus lágrimas apenas me permitían ver lo que sucedía frente a él. Su corazón seguía latiendo rápido. Sus manos temblaban, pensaba en lo culpable que se sentía por no traer la pizza, por dejar que su rostro lo viera cualquiera, por dejar que aquel sujeto le siguiera por la calle.

Ésto le pasaba por no hacerle caso a SeokJin. ¡Qué imbécil!

- Me... Un tipo sacó una f-foto... de mi cara. Y... - tragó saliva, su labio inferior temblaba violentamente. Su corazón se tensaba poco a poco.- Y... Me siguió por la calle. Me siguió. Mierda. Me duele el pecho.

No sabía muy bien como controlar sus emociones. Siempre le había costado ser alguien. Ser alguien que valiera la pena. Se sentía raro estar con el rostro descubierto frente a una persona que nunca vió antes su mirada. JiMin también miraba con preocupación y adoración en sus ojos, y no pretendía ocultarlo. No pretendía esconder sus sentimientos, éso hacía bombear el corazón de JeongGuk de una manera más bonita. Más relajante.

- Gguk... ¿Odias tu rostro?

JeongGuk asintió. JiMin suspiró, y se sentó en la silla al frente del más alto, acercándose con la intención de seguir hablando. Aunque las palabras sobraron cuando las manos más pequeñas fueron a la cara de JeongGuk para sostenerla con adoración. Con cariño. Sus pulgares se movían nerviosos sobre sus mejillas, intentando sacar las lágrimas que de nuevo nacían de sus orbes tan preciosas.

- ¿Tú no... lo odias? - el rapero inhaló aire con fuerza, sintió que su pecho temblaba, aunque estaba más relajado. Más tranquilo. Su mente seguía bullendo, pero su cuerpo hormigueaba por liberar tantas emociones y energías.

JiMin negó con la cabeza y sonrió genuinamente.

- Dudo que cualquier persona con dos dedos de frente sea capaz de odiarte por cualquier motivo. Eres valiente, Gguk, no sabes lo mucho que ya atraes por ése simple hecho. - le siguió un silencio especial, no incómodo si no que lleno de anticipación.- Tu rostro es lo de menos cuando tu forma de ser es tan preciosa, pero... Eres tan guapo...

JiMin soltó su rostro y agachó su cabeza, azorado. No sabía de dónde le había nacido el valor para decir todas ésas cosas, pero sentía que era necesario. Que si lo decía, muchas cosas serían mejor. Aunque fuera temporal. JeongGuk exhaló con fuerza antes de estirar torpemente su mano hacia la de JiMin, tomándola con un mensaje claro.

- Gracias.

- Gracias

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JEON97 𐙚 来る . GGUKMIN AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora