Lo que nunca te dije

Sé que duelen las preguntas

   ¿Y qué se supone que deba decir al escuchar un "te quiero"? Si la soledad ha tocado fondo, y ya ni el recuerdo me acompaña. Si me he hundido en la falta del querer, ya que ha desapegos se sufre menos.

   ¿Entonces qué debería responder cuando el calor llame a mi puerta otra vez y comience a derretir mis frágiles murallas de hielo? 

   ¿Y qué se hace cuando te quieren?

   Harta de esperar reconocimiento de todo lo que he dejado por otros, tratando de encontrar a alguien que no huya por mis reclamos y me demuestre que las búsquedas sí valen la pena, de repente he caído en lo profundo del olvido. He logrado soltar a personas, con la única condición de soltar mi alma. Entonces..., ¿qué se hace?

¿Qué se hace cuando en el medio del pozo volvés a encontrar un poco de luz? ¿Qué se hace cuando alguien te devuelve todo lo que te has dejado robar, sin condicionamientos? ¿Qué se hace cuando involuntariamente bajás la guardia, y de repente te das con que esa persona ya está ahí? Cuando tocan la puerta y al abrirla hay alguien del otro lado que no esté dispuesto a marcharse.

   Pero, y sobre todas las cosas..., ¿cómo saber si es real?

   Si luego de tantas huídas por la ventana, de tantos gritos callados, de tantos arañazos a la pared, de tantos silencios encontrados en el alma, de tantas guerras perdidas en tan sólo una batalla, entre dejar ir... He dejado huir la confianza. Entonces no me pidás que no dude, cuando todos han dudado de mí.

  Sé que duelen las preguntas, pero a mí me duele más el miedo a sentir algo que ya me absorbió. Sé que da miedo mi silencio, pero a mi me asusta más saber que está ahogado con gritos desesperados que en cualquier momento dejarán estallar entre besos un "te quiero". Sé que es injusto que alguien que ha padecido el sufrimiento sea quien ahora haga sufrir... Pero ya no sé cómo hacer ésto.

   Sé que duelen las preguntas, pero a mí me hiere más cuestionarnos sin poder parar.