Capítulo II

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Entonces todo fue oscuridad.

Lentamente, Anakin abrió los ojos y poco a poco fue saliendo del estado de meditación. La sala de la Torre Sur estaba en penumbra, apenas iluminada por la poca luz del exterior que se filtraba por un par de ventanales. Estaba anocheciendo y el sol, rojizo, se ocultaba poco a poco por el horizonte.

Anakin se sentía extraño, perturbado. Acababa de ver su propia muerte en brazos de un hijo que aún no había nacido, muerte provocada al acabar con Palpatine, quien a su vez intentaba matar a su hijo. Palpatine, que parecía haberse convertido una especie de emperador de la galaxia además de su nuevo maestro. Todo era muy extraño, nunca había sentido unas visiones del futuro tan vívidas. Las imágenes del sufrimiento de Padme eran difusas, como sueños. Pero esta vez las visiones de su propio futuro, aunque inconexas, habían sido nítidas. Había sido testigo de lo que le deparaba el destino: el ascenso de Palpatine al poder, su traición a la orden jedi y sometimiento a las enseñanzas de Palpatine, su doble enfrentamiento con Obi Wan, el primero de los cuales casi le iba a costar la vida...

"¿Cómo iba a enfrentarme a mi maestro? ¿Por qué?" pensaba. Obi Wan era más que su maestro, era como su padre. Le respetaba más que a cualquier otro maestro jedi. Por muy grave que fuera lo que el destino tuviera preparado, no concebía que fuera a desembocar en ese enfrentamiento.

Anakin se puso en pie y se asomó a uno de los ventanales. Esas visiones del futuro le habían creado cierta inquietud. Si era cierto que él era el elegido, quien traería el equilibrio a la fuerza, no tenía sentido que terminara cayendo al lado oscuro y se convirtiera en un sith, exterminando al resto de caballeros jedi. Eso no era equilibrio, sino más bien todo lo contrario.

¿Acaso estaban todos equivocados y no era él ese caballero extraordinario del que hablaba la profecía?

–Sí, tengo que ser yo –dijo pensando en voz alta –Soy superior a casi todos ellos, y ahora que he visto mi futuro puedo cambiarlo, puedo evitar cometer los mismos errores y cambiar las cosas para que sean como deben ser.

Las dudas y la confusión iniciales habían dado paso a una determinación inquebrantable. Sabía lo que tenía que hacer.

Skywalker: La senda del elegidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora