Capítulo IV

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–Disculpe, senadora Amidala –dijo C3PO –. El amo Anakin está aquí.

La senadora Amidala estaba recostada en la cama. Debido al avanzado estado de su embarazo se fatigaba con frecuencia, por lo que los médicos la habían recomendado el mayor reposo posible. Se incorporó, quedando sentada en el borde de la cama.

–Está bien, C3PO. Gracias.

Mientras el androide salía de la habitación, Anakin entró con paso ligero y fue a abrazarse con su esposa.

–Padme –dijo, al tiempo que se daban un beso – ¿Cómo te encuentras?

–Algo cansada pero bien –la senadora no pudo evitar esbozar una sonrisa al ver la cara risueña de Anakin – ¿Estás bien, Any? Te veo distinto.

–Tengo poco tiempo, pero necesitaba verte. He tenido nuevas visiones del futuro. He visto a nuestro hijo, sano y fuerte.

– ¿De veras? –Padme no pudo evitar emocionarse.

–Sí, y no solo eso. Por fin he comprendido, ahora sé lo que tengo que hacer para evitar tu sufrimiento.

La senadora enmarcó la cara de Anakin con sus manos. Quería creer las palabras de su esposo. Aquellas visiones acerca de su sufrimiento, aunque dijera lo contrario, estaban sumiéndola por dentro en un mar de angustia.

–Any...

–Ahora debo irme, pero cuando vuelva todo estará arreglado, ya lo verás. Vamos a criar a nuestros hijos y verles crecer.

Anakin volvió a besar a Padme y salió corriendo de la sala antes de que ella pudiera decir nada. ¿Había dicho "nuestros hijos"? ¿En plural?

Skywalker: La senda del elegidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora