Capítulo 5: ¿Es un "adiós"?

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—Nappa... —murmuró asustado al reconocer la voz de su expareja.

—Me he sentido un poco solo últimamente... y quería que jugaras conmigo... —dijo seductoramente, acercándose a pasos lentos.

—¡Aléjate! —pidió entrecortado y en voz baja, el miedo se estaba apoderando de él.

—Tranquilo, Veggie... —mencionó burlonamente.

El más alto le dio un fuerte golpe sin que pudiera reaccionar, dejándolo inconsciente. Cerró la puerta con seguro y colocó al menor sobre la cama.

***

Los dos jóvenes de cabellos negros llegaron a su hogar. Ahí los esperaban sus padres sumamente molestos.

—Son Kakarotto Goku, ¿por qué te fuiste sin avisar? —le reclamó muy molesta su madre, Gine.

—Fui a casa de un amigo... —respondió intentando buscar una excusa.

Mala idea.

—¡¿Y por qué no avisas a dónde vas?! —le gritó.

—Perdón—murmuró.

—Mamá, Kakarotto fue a casa de Vegeta... Te acuerdas de él, ¿verdad? Yo era amigo suyo—le dijo Raditz intentando defender a su hermano menor de los regaños de su mamá.

—¿Vegeta? Bueno, sólo porque se trata de él no te castigaré. Pero a la próxima quiero que me digas que irás a algún lado—le ordenó un poco más tranquila.

—Sí, mamá —le dedicó una sonrisa y se dirigió a su habitación, pero se detuvo cuando ella le volvió a hablar.

— ¿No piensas cenar? —le preguntó.

—No, gracias, mamá. Comí en la casa de Vegeta—le dijo y ahora sí se dirigió a su habitación.

Se recostó en su cama, viendo al techo. Estaba sumido en sus pensamientos, en los que aparecía cierto chico pelinegro. Sabía sus más profundos secretos, era su único amigo ahora, pero había algo más que lo hacía pensar tanto en él, al igual que preocuparse. Existía cierta cosa en el que lo hacía sentir una calidez dentro de sí.

Sólo se pasó pensando en eso, hasta que se quedó dormido.

***

Vegeta despertó ese martes. Se dio cuenta a causa de la evidencia sobre las sábanas de aquel nuevo daño. ¿Qué importaba si no estuvo consciente?, su cuerpo estaba manchado y el dolor le hacía sentir los estragos de su mal.

Caminó dificultosamente al baño y tomó una larga ducha, para quitar todos los restos de Nappa de su cuerpo. Salió y de nuevo cortó su piel, ya no lo hacía tan profundo, su mente estaba distraída, se encontraba en una especie de trance. Se sentía un idiota: se había enamorado de un sujeto que no era lo que aparentaba cuando lo conoció, ya que ahora le había lastimado de esa forma. Se sentía muy mal, se sentía tan ingenuo, estúpido, imbécil.

Una vez que terminó y que limpió la sangre, se quitó su ropa para cambiarse y vestirse con el uniforme. Pero se vio en el espejo que había en su cuarto, en la pared. Pudo ver su cuerpo completo en el reflejo. Tragó saliva al verse en ese estado tan lastimoso.

"Eres patético ¡Mírate! Eres un asco, tu cabello es horrible... ¡Deja de llorar! Tus ojos se hinchan, se enrojecen, se ven peor. ¡Por Kamisama!, esos brazos, ¿cómo puedes salir a la calle así? ¿Cómo puedes ser capaz de mostrar esa atrocidad? Luces horrible, tu piel se ve fea, asquerosa. ¿Sientes tu cuerpo? Significa que sólo sirves de juguete sexual. No tienes arreglo. Me das lástima, es obvio. Nadie se fijaría en alguien como tú". Resonaban esas palabras en su mente.

—¡Cállense! —gritó mientras se sentaba en el suelo y se tapaba los oídos, mientras las lágrimas salían de sus ojos. Aquellos demonios internos, su inconsciente, se transformaba en murmullos en su cabeza que le gritaban sus defectos. Minutos después se tranquilizó. Se vistió y bajo a la sala, su familia estaba desayunando.

—Vegeta, ¿no piensas comer algo antes de irte a la escuela? —preguntó su madre con mucha preocupación, sin dejar su tono cálido y maternal.

—No tengo hambre—dijo con la voz un poco cortada.

Tarble terminó su desayuno, fue a su habitación a cepillarse los dientes y después bajó. Ambos hermanos salieron de la vivienda y caminaron hacia la escuela. Ese silencio en el que iban era demasiado, pero el menor sabía que no debía decir nada. Ayer su hermano se veía "feliz", pero ahora lucía devastado.

Tarble entró a la escuela, pero Vegeta no. Él se dirigió a un edificio que estaba a dos calles tan sólo su hermano se había perdido de su vista. Entró y subió hasta el último piso. Se acercó a la barandilla y se sentó en ésta, con sus piernas al aire. Unas lágrimas bajaron por sus mejillas, y después cayeron por los aires, para poder llegar hasta el suelo.

—Tenía tanto miedo de decir adiós, dejar a mi hermano solo, pero... —empezó a murmurar—. He notado al fin la vergüenza al mirarme en el espejo. Lamento si me he equivocado una vez más. ¡Perdóname, mamá! ¡Te lo suplico! No sé si entenderás por qué haré esto... Espero me perdones por... dejarlos...—dijo al borde de romper el llanto.

Vegeta se sentía completamente devastado, sólo quería dar un pequeño salto hacia su paz.

***

A Goku se le hizo tarde esa mañana, ya había sonado la campana y estaba a dos calles de llegar. Se detuvo para descansar y tomar aire de forma agitada mientras cerraba sus ojos. Una gota cayó en su mejilla.

—¿Había pronóstico de lluvia para hoy? —se preguntaba mientras limpiaba ese líquido de su cara.

Volteó hacia arriba para poder ver al cielo, y se sorprendió por lo que vio. Al principio se le dificultó distinguir lo que había haya arriba, pero cuando pudo ver bien su corazón casi se detuvo del susto.

—¡Vegeta! —gritó con todas sus fuerzas al ver a ese chico en el que tanto pensaba. 

Mi novio suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora