Capítulo 1: Lo que dicen

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En algún punto del tiempo de nuestra historia. En la época donde los reyes y príncipes reinaban sobre sus tierras, en donde en las oscuras noches, la luz solo salía de una llama de fuego en una lámpara, en donde la sangre y hasta la misma vida caía a punta de espada. Este relato empieza en esa icónica época... Aunque... Esta historia... No es nada lo que parece...

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"En el Reino de Calidor había dos príncipes, el primogénito y el menor a este. Su padre el rey de Calidor era un gran guerrero, siendo el mayor estratega y el mejor en el campo de batalla, era un buen rey a los ojos de su pueblo. Además, no solo se concentró en preocuparse y ayudar a su reino, sino que también se concentró en infundirle todas sus características a su heredero; su hijo primogénito llamado Bal. Todos los días lo entrenaba intensamente, aunque fuera un simple niño, para que estuviera a su nivel tanto en combate, en agilidad y en madures cuando llegara su momento.

Aun así, Bal en sus días de niñez siempre fue alguien muy alegre y activo. Algo que lo distinguía mucho era que le gustaba ayudar como fuera a las personas de su alrededor, sin importar quienes fueran. Era un chico muy humilde, a pesar de ser un príncipe, siempre con una gran y brillante sonrisa y unos ojos que brillaban como las estrellas mismas, ojos llenos de vida. Pero, Bal era un poco reservado, no era de muchas palabras y no era que hablara mucho de sus sentimientos, pensamientos o siquiera de si mismo. Sin embargo, esto no le borraba esa gran sonrisa de su rostro.

En cuanto a su hermano menor llamado Mark, Bal era como su ídolo y su ejemplo a seguir. Todas las cosas buenas que hacía su hermano, él quería imitarlas. Bal apreciaba y quería mucho a su hermano pequeño y valoraba todos sus grandes esfuerzos, eran grandes amigos. Incluso hasta, Mark le decía a su hermano que quería ser su mano derecha cuando él reinará y, que juntos, la paz estaría sobre el reino.

Ellos pasaron toda su infancia juntos, jugando, entrenando, imaginando su futuro reinado y haciendo algo que les gustaba demasiado y era como su distracción diaria: hacer carreras sobre los techos de las casas del reino, eso era la diversión máxima para ellos. Los dos pequeños príncipes nunca se separaban.


Pero, todo esto, se fue acabando cuando los entrenamientos de su padre fueron aumentando hacia Bal y su exigencia también. Llegando al punto de pasar días enteros, entrenando sin descanso, haciendo que Mark pasara la mayoría de su tiempo solo. Él no tenía a nadie más como amigo, solo tenia a su apreciado hermano que se distanciaba poco a poco de él.

Pasó el tiempo y los dos chicos fueron creciendo. Mark había pasado casi toda su juventud sin su hermano. Hasta tal punto de solo saber siquiera que él seguía vivo, pues lo escuchaba entrenando todos los días con su padre. Mark solo se sentaba en el suelo, afuera del cuarto de entrenamiento a simplemente escuchar la voz de su hermano y de su padre. Había ocasiones en las que él encontraba a su hermano afuera de la sala de entrenamiento descansando y tomando un poco de aire. Mark solo corría hacia Bal para verlo mejor y saludarlo, siempre se le dibujaba una sonrisa en su rostro al verlo.

Él le preguntaba como estaba; algo emocionado y preocupado a la vez. Pero, Bal con solo una sonrisa, con sus ojos cerrados y despeinando el pelo de Mark le decía que estaba bien, que no se preocupara por él, y dando una media vuelta, comienza a caminar dirigiéndose al cuarto de entrenamientos, mientras cortaba la conversación con un simple "Cuídate hermanito". Bal dejaba a Mark con sus preguntas y palabras en la punta de su lengua. Esto le borraba automáticamente su sonrisa, haciendo que solo se preocupara y se deprimiera cada vez más por su hermano. Sentía que ya no era él. Lo sabia tan solo al ver sus ojos, los cuales, ya habían perdido su brillo y su vida, al punto de quererlos ocultar.

Vol. 1 Mask: Nada es lo que parece.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora