tres.

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hay una leyenda que dice que si hay muchos votos y comentarios los capítulos se suben con más rapidez (?

madame george; van morrison.

El corazón de Louis dolía.

Dolía como la primera decepción de la vida, dolía como el frío infernal que creía acompañarle, dolía tan mal, que él no podía encontrarle razón alguna.

De alguna forma había decidido atribuirlo hacia algún problema inexistente, un dolor falso o simplemente la desdicha absoluta.

Sin embargo, en su interior, estaba consciente sobre el causante de aquel pesar. Más, no quería aceptarlo. Considerándose un alma libre y de pocas preocupaciones, había dejado volar cada recuerdo que le traía aquel chico de grandes ojos esmeralda. Al final del día, no valía la pena, su corazón  seguía acelerándose cada vez que lo imaginaba, y aunque trataba de negarlo, Harry era quien le tocaba el corazón con su sola existencia.

Van Morrison parecía cantarle al oído, los recuerdos de lo que alguna vez había pasado en el ático, le quemaban el pecho y alma. 

No había sabido nada de Harry desde hace dos días, hasta esa mañana, cuando,  mientras leía un poco, el rizado había llegado un poco tambaleante y con aspecto cómico, oliendo a colonia barata y desconocida. El verde de sus ojos le recordaba a los fríos bosques de su infancia, oscuros, solitarios.

Después de una sesión de besos que había durado más del tiempo adecuado, Harry y Louis habían decido pasar tiempo en el que Louis creía, uno de sus espacios más anhelados, el ático. Follaron como cada vez, fuerte, sucio e inolvidable. Con la excepción de que esta vez, el castaño, lo había sentido un poco más forzado, con menos anhelo y un poco de amargura.

 Harry solía decirle cosas tiernas en el oído mientras lo acariciaba suavemente. 

Sus embestidas irían al ritmo de sus respiraciones, y cuando ya no pudiesen más, Harry pondría su cabeza sobre el pecho de Louis. Sudado y con la respiración poco errática, el rizado escucharía el corazón del más pequeño, diría que este no se comparaba a ningún tipo de música que el haya escuchado. Que ni las melodías de Lennon o Mercury le hacían sentir tan en casa. Que ni los poemas de Cervantes o Bukowski se comparaban con el ritmo que su corazón tenía.

Porque le daba vida. 

Sin embargo, esta vez no fue así.

Mientras Harry dormía junto a él, Louis contaba los segundos que pasaba a su lado, no queriéndolos dejar pasar.

Tres mil novecientos setenta y tres.

Tres mil novecientos setenta y cuatro.

Tres mil novecientos setenta y cinco...

Su corazón bombeaba cada vez más rápido.

Tres mil novecientos setenta y seis.

Tres mil novecientos setenta y siete.

Tres mil novecientos setenta y ocho.

Tres mil novecientos setenta y nueve...

— No quiero que lo sigas viendo.

La respiración de Harry había parado por unos segundos, aún atónito y poco consciente de lo que sucedía a su alrededor se levantó con pesar, tosiendo un poco.

— ¿Qué? — comentó Harry aún con la mirada perdida.

— No quiero que lo sigas viendo. — repitió Louis escondiendo su mirada en el patrón de la colorida sábana que los cubría del frío decembrino.

— ¿A quién?

— Tú sabes a quién me refiero, Harry. Lo conocí la misma noche que tú, solo que jamás logré conocer su nombre...

— Su nombre es Donnie, Louis. Y dime, ¿cómo es que sabes que lo he estado viendo?

— Este pueblo es pequeño, Harry. Se escuchan millones de cosas de las personas que rondan por las calles, especialmente de ese chico, Donnie ¿sabes? no me sorprendería que tenga alguna ETS, la gente comenta que...

— No me interesa lo que la gente comenta, Louis. — interrumpió Harry mirándolo directamente, había dejado el sueño de lado y ahora el desnudo de su piel empezaba a tener un poco más de color gracias a la rabia que sentía en esos momentos. — ¿Qué hay de malo en que tenga un amigo?

— Él es malo para ti, Hazz.

— ¿Y tú como sabes lo que es bueno para mí? — escupió el rizado sin dejar de mirarlo.

— ¡Porque soy tu mejor amigo! ¡Porque tenemos sexo! ¡Porque conozco cada aspecto de ti! — esta vez fue Louis quien decidió contraatacar, el corazón le iba a mil por hora, había dejado de temblar y la garganta se le cerraba.

— Louis. — comentó Harry molesto. — el hecho de que tengamos sexo no implica que me conozcas. ¡Simplemente nos vemos cuando quieres sexo o algún porro! ¡No creo que eso sea definición de amistad! ¿Qué crees que es lo mejor para mí? ¿Eh? ¡¿Tú?!

— ¡Claro que no, imbécil! Es solo que...

— ¿Solo, qué? — contratacó Harry mirándolo con dolor en los ojos, sabía lo que venía, pero no quería aceptarlo.

— ¡Solo que no me gusta que estés con nadie más que no sea yo! — gritó Louis frustrado— Pero eso no significa que me gustes. ¡Porque si estás con alguien más eso quiere decir que no tendré sexo contigo!

— ¿Soy solo sexo para ti, Louis?

El corazón de Harry se sentía desgarrado, lo último lo había dicho con tal silencio que casi no se había escuchado, poco le importó las desdichadas lágrimas que corrían sobre su rostro, no supo cuándo, pero los sollozos habían empezado a salir levemente.

— Harry, sabes que no podemos ser nada más. Te veo únicamente como un amigo, mi mejor amigo. Y es por eso que me preocupo sobre las personas que entran a tu vida, Donnie me da mala espina, y no me gustaría verte mal por él. Mereces a alguien mejor, y por el momento me tienes a mí, Harry. No quiero que esto se arruine por algo que no vale la pena. Simplemente déjalo.

— Donnie y yo no somos pareja, Louis. No entiendo porque te exaltas...

— Solo déjalo, Harry. Por favor. Por favor. — imploró el ojiazul, sus ojos bañados en lágrimas que luchaban por salir, sin embargo, él y su orgullo, jamás lo permitirían. 

Ambos se veían con dolor en los ojos, Harry jamás había logrado exponerse tan abiertamente. La timidez con la que frecuentemente veía a Louis se había esfumado. El pecho le temblaba ligeramente, y las lágrimas seguían cayendo. Louis lo miraba dudando, con miedo en la mirada. Un miedo agridulce que se negaba a aceptar.

— Está bien.

— ¿Qué?

— Trataré de hacerlo, Louis. — susurró Harry. — perdón por hacerte sentir mal.

— Solo no lo vuelvas a hacer de nuevo.

— Bien.

El castaño no entendía como, pero sentía que su corazón había dejado de doler. Una llama tranquilizadora se había regado por todo su ser, todo el ático se prendió en fuego, cuando el rizado tomó suavemente el cuerpo del menor para colocarlo bajo él, con delicadeza, dejó caer su cabeza a la altura del corazón, el leve bombeo llenó su alma, más no su corazón.

Louis ignoró las tibias gotas de agua que caían sobre él, producto del silencioso llanto del de ojos verdes.

— Perdón por no ser suficiente. Boo.

Cuatro mil veinte y dos.

Cuatro mil veinte y tres.

Cuatro mil veinte y cuatro...

Van Morrison jamás dejó de cantarle al oído. 

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⏰ Last updated: Mar 19, 2023 ⏰

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boy; larry stylinson.Where stories live. Discover now