|Capítulo 1 • REGRESO|

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Ylenia:

Cuando mi abuela me dijo que podía volver a mi casa, a mi hogar, con mi hermano... creía que mi corazón iba a estallar en mil.

-Claro, cielo. ¡Has cumplido 18 años! Ya no tienes que vivir conmigo. Y sé que querrás recuperar tu vida anterior.

Estaba feliz, muy feliz, pero una sombra cubrió esa felicidad. Miré a la mujer que me sonreía con pena.

-Pero, abuela... No quiero dejarte sola...

Consuelo me miró con amor.

-No te preocupes por mí, los vecinos me van a cuidar muy bien. Tú solo... vive tu vida, ¿vale?

La abracé.

-Vale.

***

-Cuídate, abuela -le dije a punto de coger el avión.

-Igualmente, hija. Que tengas un buen viaje, cariño.

La abracé muy fuerte y me fui, porque estaban dando el último aviso para los pasajeros de mi vuelo.

***

En el avión intenté pasar el rato leyendo un libro mientras escuchaba música a través de mis auriculares rosas. Pasé la página y vi como caía algo del libro. Era una fotografía. La agarré y la miré. Salíamos Alex y yo cuando aun nuestros padres estaban vivos. Él me tenía montada a caballito. Ambos reíamos, felices. Sobretodo yo.

Presioné la foto contra mi pecho con los ojos fuertemente cerrados. Guardé la foto de nuevo en el libro y lo guardé para ponerme a admirar las vistas a través de la ventana del gran pájaro.

Me separaron de Alex cuando tenía 11 años, que fue cuando nuestros padres murieron en un trágico accidente de coche. Yo fui a vivir con mi abuela, y Alex habría hecho lo mismo si no fuera porque su padrino, nuestro tío, pidió su custodia y se quedó allí.

Tenía tantas ganes de verlo... Durante aquellos 7 años no había día que no pensara en él. Lo extrañaba mucho.

Esperé con ansia que anunciaran el aterrizaje y cuando se abrieron las puertas fui la primera en salir (¡y eso que estaba en la penúltima fila!). Bajé a toda velocidad las escaleras y cuando estuve en tierra firme solté un largo suspiro. Llené mis pulmones de ese aire que tanto había echado de menos.

-Estoy en casa... -susurré mientras que en mi rostro se formaba una enorme sonrisa.

Hacía años que soñaba con este momento.

Un taxi me llevó hasta la dirección a la que solía llamar hogar.

Entré en el porche y millones de recuerdos me inundaron.

<<Oh, Dios, aún hay el columpio...>> una sonrisa tierna se formó en mi rostro. Acaricié con suavidad la madera de mi antiguo columpio, que había pasado de blanco a color madera.

-Viejo amigo, creo que los años te han pasado factura... Necesitas una buena mano de pintura -susurré cerca de este.

Dejé de mirar el columpio para concentrarme en otra cosa. Era la hora. Debía llamar a la puerta.

Mi dedo se acercó temblando al timbre e incluso lo tocó, pero no lo pulsé.

Sabía qué le iba a decir a Alex cuando abriera la puerta, había tenido las 4 horas de avión para planificarlo.

Pero una cosa era la teoría...

Y otra muy distinta la práctica.

Los nerviós me traicionaron. Estaba ocurriendo algo que no planifiqué, algo que no imaginé que me pudiera pasar.

Estaba asustada. Mucho.

Después de tantos años quizá ya no me quería, quizá ahora vivía con una novia que se había echado...

Meneé la cabeza, intentando expulsar ese pensamiento negativo.

-No, Ylenia, él es tu hermano, ¡seguro que se alegra muchísimo de volver a verte!

Me dí dos tortas en las mejillas y llamé al timbre así, del tirón.

Solo fueron unos segundos, los que tardó en abrir: los 10 segundos más largos de mi vida.

Violada por AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora